Capitulo 4

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En la salida, mi madre me aviso a través de un mensaje que no podría pasar por mí; así que llame a mi papá y me dijo algunos camiones que podrían llevarme a casa, uno de ellos era el 134.
Camine hasta la parada del camión y por suerte ya venía, corrí para poder alcanzarlo y lo hice lo más rápido que pude. Lo único malo de esto es que iba medio lleno; todos los lugares estaban ocupados, así que me tocó parada. Tenía que sostenerme fuerte de los asientos para no caerme. ¿Qué pasaba con los hombres de hoy?, ya era muy raro ver a uno que te cediera el lugar. Los hombres me veían pero ninguno hacia un esfuerzo por levantarse; conforme el camión avanzaba tenía que hacerme para atrás, para que así la gente cupiera. No quería mirar mal a la gente, pero me repugnaba tener que lidiar con esto, y con eso me refiero a que casi, casi tengo a la gente encima de mí y me siento pequeña al lado de ellos. Lo más molesto sin duda alguna era que pasaba la gente por detrás de mí para poder bajar y creo que hasta me golpee dos veces con el mismo tubo.
-Oye ¿quieres sentarte?
Volteó inconscientemente y dos lugares más atrás de mí lado izquierdo estaba Alberto sentado y a su lado un lugar vacio; traía sus lentes puestos y mostraba una sonrisa de lado. El sol que entraba por la ventana le favorecía en su color de piel, era como si el sol me diera una señal…lo sé es estúpido.
-¿No te sentaras? –Me preguntó
El chico que me había insultado en la mañana se portaba amable ahora… ya no quería estar parada y soportar a la gente a mi alrededor, enseguida me dije, “todo sea por un lugar”. En cuanto comencé a acercarme un señor alto, y barbudo se acerco hasta el lugar vacio para poder sentarse.
-Oiga –Dijo Alberto-. La señorita va a sentarse
El señor enseguida le dijo una palabra grosera <<pendejo>> fue lo único que le pude entender después.
-Supongo que debo darte las gracias –Se recorrió un lugar y yo me senté, su loción llego hasta mi nariz y la inhale por completo memorizándomela-. Gracias
-De nada –dijo-. Pude ver que estabas molesta
-Lo estoy –Sonreí-. No sé qué pasa con los hombres de hoy, ya no hay caballeros
-Los hay…en escases. Todo eso se acabo al igual que el mandar cartas, los chocolates, las flores y todo porque ya no hay damas; todo cambió
-Quisiera volver a esa época…
-Se aburrieron de vivir así, antes todo era muy restringido, ahora hay más libertad. ¿Has estado leyendo alguna novela últimamente?
-No, no últimamente, pero si he leído algunas
-Pues bienvenida al mundo real
Mientras el miraba por la ventana me di cuenta de que estaba sonriendo, ¿le parecía graciosa la situación? O ¿se reía por que me gustaba leer novelas?
-Dime, ¿ahora usaras el transporte público Devoradora?
-En primera, deja de llamarme así
-No prometo nada, ¿Cuál es la segunda?
-Llámame por mi nombre
- No sé tu nombre
-Para eso debes mostrar interés por saberlo
-De acuerdo, ¿Cuál es tu nombre?
-Elena
-¿Solo Elena?
-Elena Villareal. ¿Y tú?
-Supongo que ya debes de saberlo –Me le quede mirando y negué-. ¿No te creo?, te juntas con Leslie, ella tuvo que habértelo dicho
-Quiero escucharlo de ti
-Alberto Mayorga –Solo sonreí-. Supongo que tienes una tercera condición
-Supones bien
-¿Y cuál es?
- ¿Por qué te portas amable ahora? Después seguirás insultándome, llamándome <<niña estúpida>>
-Eso no es una condición, es una pregunta
-Evade preguntas –Hice como que anotaba en mi mano-. ¿Qué más debo anotar sobre ti?
-Mi teléfono –Dijo con una sonrisa ancha.
-No gracias
-Tú te lo pierdes, habríamos tenido una buena conversación sobre la sociedad actual
-Mejor contéstame la pregunta
-Lo hice por ser un caballero
-Eso lo dudo –Alberto soltó una risita-. No creo que lo seas después de lo que me dijiste en la mañana
-Ya te lo dije, tómalo como un cumplido
-No lo hare hasta tener una razón
-Pues toma asiento y espera tu turno
Él volteo hacia la ventana y guarde silencio por un momento. Me cruce de brazos y resople, este chico era difícil; ¿Cómo podría hacer hablar a un chico como Alberto?
-Te propongo algo –Mencione
-¿Una cita?
-No. Pero si eres caballeroso ¿Por qué no le ofreces el lugar a esa señora?
-Porque tal vez su nieto haya visto a mi abuela o a mi madre en algún camión y no les cedió el lugar. Así que si él no fue amable con alguna de ellas ¿Por qué debo serlo yo?
-¿Tu abuela se va en camión?
-No, ella tiene su propio auto
-Entonces ¿no hay que cederle el lugar a cualquiera?
-Si algo así, aprendes rápido devoradora
-Te dije…
-Si ya sé
A mitad de camino y después de tan largo silencio él se puso de pie al igual que yo y le cedió el lugar a la señora de la que hablábamos anteriormente. Para bajar teníamos que aplanarle a un botoncito de color rojo para que así el conductor se detuviera; bajamos y Alberto me siguió. 
-¿Vives por aquí? –Pregunte.
-No. Aunque debo admitir que me gusta venir a caminar aquí a veces
-Sí, a mi igual.
-Espero verte pronto por aquí algún día
-Dudo que eso suceda
-Todo puede suceder –Me sonrió-. Hablaremos luego…
-No te atrevas a llamarme así
-Hablamos después…Elena –Dijo en un tono de voz que me pareció atractivo-. Y lamento haberte tratado como te trate en la mañana
Alberto inclino la cabeza y se fue, lo hizo tal y como lo hacían los chicos de las novelas que leía. Después de que él se fuera por otro camino yo me adentre a Las arboledas, un parque grandísimo que se encuentra cerca de mi casa y donde se puede respirar tranquilidad. Al llegar a mi casa mi hermano Damián estaba ahí y se dio cuenta de mi cara, me pregunto la razón y se lo conté, evitando la parte en la que Alberto me llamo <<niña estúpida>> y <<Devoradora>>. 
Su voz al mencionar mi nombre siguió retumbando en mi cabeza y así fue hasta que me acosté. ¿Acaso me estaba enamorando de Alberto Mayorga?, de un chico que ponía su orgullo por delante de todo, y que le gustaba ofenderme para que después lo olvidara…eso no funcionaria…no conmigo.

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Las historias de Elena (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora