Capitulo 49

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Al volver a abrir mis ojos me di cuenta de que estaba tirada en el suelo. Mi vista estaba borrosa y poco a poco podía notar lo que estaba a mi alrededor, me sentía mareada y mi cuerpo temblaba. Fue entonces cuando recordé aquellos balazos, a la gente tirada en el suelo del parque y después nada. Cuando mi vista se acostumbro a la luz de aquel ambiente vi que era un pequeño cuarto con un solo foco que colgaba del techo, no había color en aquella habitación; entre en pánico. Desesperada comencé a buscar una salida, las ventanas estaban cerradas y tapadas con madera, me dirigí a la puerta que estaba frente a mi e intente abrirla...una lucha en vano.
-¡Déjenme salir por favor!-grite-.¡Alguien!
La desesperación tomo el control de mi. La perilla de aquella puerta tenia puesto el seguro desde afuera y me era imposible abrirla. Comencé a golpear la puerta tan fuerte para ver si es que podían escucharme. Fue inútil.
-Por favor -dije entre sollozos.
Solté la perilla y me fui haciendo para atrás hasta que choque con la pared, me fui resbalando por esta hasta quedar sentada en el suelo y me abracé a mí misma, estaba sola en ese cuarto frio y completamente asustada. Mis manos fueron hasta mi cabello y mis rodillas llegaron hasta mi pecho, empecé a mecerme mientras me dedicaba a pensar.
-¿Que hice para merecerme esto? -me pregunte a mis misma en voz baja.
No había hecho nada malo, nada que al menos yo recordara. Pero entonces...Alberto apareció en mi mente. La situación por la que pasaban él y su hermano ya no me preocupaba, desde que Alberto y yo comenzamos a salir dejamos de preocuparnos. Quizá por eso estaba aquí. Pensé en mis padres en lo que estarían haciendo ahora, en Alberto, mis amigos... ¿Lo sabrán? ¿Se habrán dado cuenta de que desaparecí? Mi celular no lo traía conmigo, quería llamar a mis padres y decirles "Estoy Bien", llamar a Alberto y decir "Sácame por favor", después llamar a Ricardo para que me dijera "Todo ira bien" como siempre lo hace. Tal vez si yo no hubiera conocido a Alberto o al menos hacer caso a lo que me decían yo no estaría aquí, sin embargo, ya era muy tarde para arrepentirse. Cualquier chica podía hacerlo, pero yo no. Desde el principio sabia a lo que me enfrentaba y aun así no me importo. El arrepentirme ahora no iba a servir de nada.
Más tarde, aquella puerta frente a mi por fin se abrió dejando ver al mismo sujeto que me trajo hasta este horrible lugar.
-¿Te encuentras bien? -me preguntó a lo que no contesté-. Espero que sí.
El sujeto tomo una silla y la puso frente a mí, me indicó que me sentara pero no obedecí. De su bolsillo saco un arma, se dirigió hasta mí y me levanto del suelo, llevada por el miedo camine hasta esa silla y me senté. El tipo puso el arma justo frente a mí y pude notar que la puerta la había dejado abierta, ¿Quien la dejaría abierta?, quizá esto solo era una prueba. No quería arriesgarme a escapar. Si el mundo se dividiera en facciones, definitivamente yo no encajaría en osadía.
-¿Por qué me trajeron aquí? -pregunté.
-No creo que te importe.
-Claro que importa -dije molesta-. Me han privado de mi libertad ¿con que objetivo?
-Recuerdas que te llevamos a una banca y te preguntamos sobre dos personas.
-Otra vez la foto -pensé.
El sujeto había vuelto a sacar la foto, no quería poner la vida de Alberto en peligro, pero lamia estaba en riesgo ahora, si pensaba en mi él asumiría las consecuencias.
-¿Los conoces?
-No -conteste rápido y sin dudarlo.
-Mientes
-¡No miento!
El sujeto llamo a alguien por un sobrenombre extraño y al instante llego el hombre junto con otros tipos. Volvieron a retirarse y unos minutos después regresaron en compañía de un muchacho alto, la curiosidad me invadió y lo observe detenidamente. Al hacer contacto visual con él mi corazón se acelero y enseguida él aparto su mirada de la mía, mi respiración fue al ritmo que mi corazón y comencé a temblar. Era Eliud.
-Esta chica me asegura que no te conoce -dijo el sujeto.
Si Eliud estaba aquí era porque quizá sabia algo. Y si decía la verdad, ya me estaba metiendo en un serio problema, nunca paso por mi cabeza de que el estaría aquí. Debí imaginarlo.
-¿Te conoce o no?
Eliud volvió a mirarme y en su mirada no note ninguna expresión aparente en su rostro. En voz baja le pedí que mintiera sobre el asunto.
-Si-dijo finalmente-. Ella nos conoce
El hombre frente a mi asintió y se detuvo a mirarme por un momento, mi corazón iba a mil por hora y mis manos comenzaban a sudar. Aquel hombre llevo una de sus manos hasta su cabello y de un momento a otro ya me encontraba en el suelo. El sujeto me había dado una cachetada, mi mejilla me dolía y me ardía; esta era la primera vez que un hombre me pegaba, el pánico me invadió una vez mas y llore.

Las historias de Elena (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora