Jung Minyoung

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¿Hace cuánto no se sentía así de ansioso? Jaehyun jugueteaba con sus dedos mientras escuchaba lo que aquel profesional le decía

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¿Hace cuánto no se sentía así de ansioso? Jaehyun jugueteaba con sus dedos mientras escuchaba lo que aquel profesional le decía. Luego de haber encontrado al mayor desmayado sobre el suelo de su habitación, el castaño no dudó en llamar a la ambulancia y pedir con urgencia que el embarazado sea trasladado al hospital donde se atendía con regularidad. El lugar quedaba a quince minutos de su departamento, pero para el menor fueron los quince minutos más largos de su vida. Cuando reaccionó se dió cuenta que habían olvidado el bolso, que con antelación había preparado el pelinegro, para una situación sorpresiva como esta, pero ya era tarde y no había más tiempo para auto-regaños: Minyoung estaba por nacer. El parto se había adelantado y conocería a su hija por primera vez en unas cuantas horas. Sin embargo, una fuerte corazonada en su pecho le marcaba que algo no estaba del todo bien, que ella aún no estaba lista para venir a este mundo hostil. El castaño reconoció una vez más, cuando tuvo que dejar ir a Doyoung, que ya había dejado de ser un adolescente solitario y despreocupado de la vida. Y aunque le falte demasiadas cosas por aprender, solo esperaba hacerlo al lado de Doyoung: la persona que amaba.

—Te cargaré.

—Podrás dañarte y no sería bonito que ocurriera eso hoy. Yo puedo hacerlo solo ¡Jaehyun! 

Cuando Doyoung gritó el nombre del otro ya estaba posicionado arriba de sus brazos y siendo llevado hasta la sala. Así tal cual como los príncipes cargan a las princesas en las películas de Disney. El mayor recorrió el cuello del castaño con sus extremidades y se sostuvo de allí hasta recorrer la totalidad del pasillo, besó la mejilla de Jaehyun y acarició la piel de aquella zona con la punta de su nariz. El malestar había desaparecido, pero tampoco estaba preparado para correr una maratón: el sexo y la salida nocturna tendría que postergarse para otro momento. 

—¿Te sientes bien para comer pastel? ¿O deseas otra cosa?

—Queremos comer pastel —habló en nombre de Minyoung también— y no me mires como si estuviera al borde de la muerte —retó— solo es un mal día ¿bien? 

—Sé que conoces tus límites Doyoung, pero si... ¡olvídalo! No te muevas de esa silla hasta que yo traiga todo. 

El pelinegro asintió con una sonrisa en sus labios. Ante los ojos de Jaehuyn, Doyoung, era todo un ángel caído del cielo. Un ángel que todavía no conocía del todo bien. El mayor fue rápido en tomar el teléfono móvil del otro cuando este desapareció en la cocina y aunque su conciencia lo atormentaba un poco; terminó encontrando aquello que sabía que existía porque lo sospechaba y había sido confirmado por alguien más hace unas cuantas fechas atrás solo que había decidido creer en la floja sinceridad de Jaehyun porque lo quería y pensaba que quizás con un poco de tiempo a su favor iba a ceder a contarle, pero por alguna razón que desconocía esta vez no lo dejaría pasar y se lo diría porque había algo que no le agradaba de aquel acercamiento repentino entre su pareja y la otra persona. 

Un Bebé En Los Angeles (JaeDo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora