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Y ahí se encontraba otra vez, mirando por la ventana la calle llena de gente yendo de un lado al otro, charlando como personas normales y envidiando cada segundo de sus vidas. Jisung con 18 años había sido controlado desde que nació y así sería hasta el día que muera.

Le habían prohibido salir, le habían prohibido acercarse a personas y menos si estas eran consideradas "Hombres". Le habían dicho muy claro que la vida que llevaba no era normal, que el no era normal.

Giró su cabeza apenas hacía la derecha, visualizando la hora en el reloj de la pared de su habitación.

16:57

En exactamente 3 minutos, su vecino saldría por la puerta trasera de su casa, acariciaria a su pequeña gata que descansaba en el patio, tomaría los guantes que descansaban en el borde de la baranda, colocaría un auricular blanco en su oreja izquierda, bajaría los tres escalones que lo separaban de la tierra y comenzaría su rutina diaria de cuidar su jardín.

Y el, estaría en esa ventana a 4 metros del suelo, observando cada uno de sus movimientos, deseando con todo su corazón algún día estar en su lugar.

Mirando con mucha admiración como con tanta delicadeza curaba la meleza de ese enorme Olmo que decoraba el centro de su jardín, como evitando las espinas cortaba suavemente las ramas secas del rosal que tenía a los costados de la valla y podaba cuidadosamente los arbustos verdes que en primavera daban flores violetas y blancas.

Y asi fue, tal y como todos los días, una cabellera castaña se hacía presente entre tanto verde y sus ojos solo se enfocaban en esa hermosa persona que ni siquiera notaba su presencia. Pero así le gustaba a Jisung, ser invisible, porque el no podía estar cerca de su vecino por nada del mundo.

Su mamá lo mataría y su papá le golpearía hasta dejar marcas que ni el mismo tiempo curaría. El lo sabía muy bien, demasiado para su gusto...

Han apoyó su rostro en la palma de su mano, asomó su cabeza para que el suave viento le acariciara las mejillas y por unos segundos se sintiera afuera de su casa. Fuera de toda esa nube de problemas.

Pero no duro mucho, cuando su nombre fue escuchado llamar desde la sala de su casa, y con un suspiro observo una vez más a su lindo vecino, despidiéndose en su cabeza de aquel hermoso rostro.

Hasta mañana, chico plantas.

Salió de su habitación y camino hasta donde su madre lo llamaba, ella estaba ordenando unos papeles en su oficina, se paró justo en frente de ella, evitando su fría mirada lo más que pudiera.

—Jisung, ¿Que estabas haciendo? —Preguntó su madre sin levantar la mirada de su montones de papeles.

El ya estaba acostumbrado a que controlarse cada maldito minuto de su vida, preguntándose si realmente esa vida le pertenecía a el o a sus padres. Se habían encargado en los últimos años en asegurarse que la vida de Jisung estuviera amoldada a sus gustos, y con eso metían siempre la frase de "Vas a ser normal".

—Nada, mamá. Solo hacia tarea. —Contestó el menor, buscando un punto en aquella habitación que no le intimidara.

—Mañana tienes clases con el profesor Bang, levántate temprano. No quiero verte holgazaneando por la casa. —Aportó tajante, seguía sin mirarlo desde que entró a la sala.

Siempre había sido así, fría y alejada, no sabía que tanto le había afectado el que se enterará que su hijo era homosexual, pero estaba seguro que ese trato no era el correcto. Aún así, lo aceptaba, el no era normal.

—Si, mamá.

—Vete a tu habitación. La cena será en un rato, deberías ducharte. —Y sin decir más, Jisung se retiró.

GARDEN - [Minsung] [FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora