🥀 VI 🥀

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Todo estaba oscuro, sentía el frío recorriendo su cuerpo. No podía ver nada. De pronto una mujer apareció frente a él, con una mirada de odio y repudio. Era su madre.
Quería despertar. Quería desaparecer.

Despertó de golpe, con sudor frío recorriendo su frente y cuello. Últimamente estaba teniendo el mismo sueño, la mujer nunca hablaba, solo lo miraba. Parecía que podía ver su alma con tan penetrante mirada.

Su psicólogo ya sabía de esos sueños, al parecer eran una representación de sus traumas con respecto a su madre y su problema de salud. Era una manera de su inconsciente para superar esa situación traumática y poder seguir adelante.
Para su suerte las sesiones estaban funcionando bien, no había tenido una recaída desde que llegó a Miyagui y no debía depender de ninguna medicina.

Que lástima que no duró lo suficiente esa paz.

Hace ya 6 meses que llegaron y todo iba más que bien, tenía amigos y su familia estaba comenzando con el pie derecho.
El divorcio de sus padres se llevó con toda la calma posible, claro no de parte de su madre, ella seguía con la idea de que su familia podía volver a ser la de antes. Una donde ella no está presente y sigue abusando de sus hijos y esposo.
El juez gracias a las pruebas dadas por el doctor en Tokyo y su psicólogo en Miyagui, dictó que la fémina no estaba apta ni siquiera para conservar parte la custodia, el señor Hajime se haría cargo totalmente de sus hijos y la mujer no podría acercarse a ellos a menos de 20 metros.

El estado de salud de Hinata también había mejorado considerablemente, gracias a las sesiones podía entablar conversaciones con mayor confianza y su sonrisa aparecía mucho más seguido. Se estaba dedicando casi 100% al vóley, consejo del Dr., así sus episodios de ansiedad y ataques de pánico eran menos frecuentes.
Lamentablemente llegó el día donde el episodio más fuerte tomaría protagonismo.

Estaban en clases de educación física, el ejercicio era en parejas por lo que nuestro pequeño pelinaranjo debía estar con algún niño

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Estaban en clases de educación física, el ejercicio era en parejas por lo que nuestro pequeño pelinaranjo debía estar con algún niño. Mala idea.
Yuki, el niño más popular de su salón, le ofreció ser pareja para el ejercicio y Hinata gustoso aceptó.

El único objetivo de Yuki era descubrir el por qué su compañero era tan callado, su curiosidad superaba el racicionio. El juego consistía en una carrera de relevos, fácil ¿verdad?. Claro que no. Al estar preparados la bandera dio la señal de inicio, Hinata era el encargado de llevar el objeto hasta su compañero, al estar cerca uno de los niños lo hace tropezar. Su caída es fuerte pero puede seguir. Una mueca de dolor estaba plasmada en su rostro pero ni un sonido salía desde su garganta.
Al llegar le entró dicho objeto a Yuki y este siguió la carrera.

Todo había terminado, fue un ejercicio productivo, Shoyo se encontraba limpiando su herida con agua, apartado de sus compañeros hasta que Yuki llegó dispuesto a descubrir el misterio que el pelinaranjo escondía.

—¡Ey Hinata! ¿por qué no hablas con nosotros?, somos tus compañeros sabes. —su aire era de superioridad, miraba a Shoyo desde arriba.

Hinata no decía nada, no estaba mentalmente listo para que los niños de su salón sepan su estado de salud, los únicos que sabían era sus dos mejores amigos que lo habían aceptado sin ninguna mala intención de por medio.

—¡Te estoy hablando, responde! —lo había empujado, el escándalo llegó a oídos de sus demás compañeros que se acercaron para ver que sucedía.

—¿Qué sucede aquí? estás molestando a Hinata-kun ¿verdad? —uno de los niños habló.

—Claro que no, solo le pregunté por qué no hablaba más con nosotros, es raro.

Odiaba esa palabra. "Raro", su madre solía llamarlo así.

Todos lo rodearon. Le faltaba el aire, veía borroso, estaba mareado. Quería irse. Por favor que alguien lo saque de aquí.

Su respiración estaba irregular, en un instante el maestro a carga llegó para auxiliarlo. Llamaron a su padre que en cuanto escuchó la situación de su hijo salió corriendo hacía la escuela.

Estaba más tranquilo, su padre logró calmarlo pero lágrimas salían de sus hermosos ojos, reprogramaron la sesión con su psicólogo para esa misma tarde. Hinata le explicó todo lo sucedido y que en realidad nada fue con una mala intención, era simple curiosidad de un infante, era él el que no estaba listo para decirlo. Tenía miedo de ser rechazado nuevamente.

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Ya en la consulta con su psicólogo, Hinata dejó que sus lágrimas rodaran por sus ojos, desahogó cada grito en esa habitación.

—Shoyo es normal tu miedo, nadie puede culparte por querer tomarte tu tiempo. —el Dr. estaba sobando su espalda para que se calmara.

Usted no lo entiende, sus miradas sobre mi, me sentía pequeño. Sentía que estaba en aquella escuela, con aquella mujer. —sus temblores no cesaban, su peor miedo casi se volvía realidad.

—En algún momento ellos lo sabrán, ocultarte para siempre no servirá de nada Shoyo. Tu familia y yo estamos aquí para apoyarte y dar ese paso contigo pero debes poner de tu parte. Nada cambiará si tu no te convences de ello.

Tenía razón quería cambiar, quería confiar. Pero era demasiado pronto para él.

Deme más tiempo por favor, no estoy listo aún. ¿Y si no me aceptan? ¿qué pasa si me dejan solo nuevamente? Quiero ser feliz Dr. Quiero que me acepten como soy.

Esas palabras pesaban mucho, entendía completamente el miedo del menor así que le daría más tiempo.

—Está bien, cuando estés listo ven aquí a informamelo. —le dedicó una sonrisa tranquilizadora y con ello la sesión terminó.

En la soledad de su habitación, Shoyo se planteaba todo lo que había sucedido en el día, su ataque de pánico, la charla con su psicólogo y sus dudas sobre si estaba siendo demasiado cobarde

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En la soledad de su habitación, Shoyo se planteaba todo lo que había sucedido en el día, su ataque de pánico, la charla con su psicólogo y sus dudas sobre si estaba siendo demasiado cobarde.

Claro que quería seguir adelante, superar todo sus traumas respecto a su madre y las molestias que sufría en la escuela pero esa herida todavía era demasiado profunda y la cicatriz estaba tardando en llegar. Necesitaba ese tiempo para sanar ese pasado y presente que tanto lo atormentaban en las noches, por fin deseando dormir en paz y ya no preocupar a Natsu y su padre.

Iba a lograrlo. Por ellos, por él y su futuro juntos.

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