VIII. DESPUÉS DEL ECLIPSE

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Etihw Skailor

Cuando traspase la puerta de la central, no me detuve a pensar ni a mirar a nadie, solamente me dirigí al ascensor y elegí la planta cuatro donde están las oficinas de los generales.

Al llegar a la oficina de Lía que era la número 405, la puerta de holograma y vidrio de cristal reflejaba mi rostro.

— Lía necesito hablar contigo en este momento— Dije con mi tono más serio y frío que pude emplear, porque de mi parte si se llevaría un buen discurso y no me importa meterme en lo que no me concierne, no puede ser que sean tan estúpidos esos dos hermanos.

La puerta se deslizó a un lado y con mi vista puesta al frente vi a Lía en su computador, con varias pantallas de holograma alrededor del escritorio, muchos papeles y documentos.

— Etihw si vas a venir sobre lo de Clarissa, era necesario, necesitábamos que fuera a la frontera para que pudiera hablar con Camila— Ni siquiera me dejó decir nada cuando ya se había anticipado a hablar.

— Hay maneras menos estúpidas y dolorosas para el mismo resultado— Dije mandándole una mirada matadora

— Esa era una buena solución sin que sospechara, tú sabes que no le gustan las sorpresas ella no iría a ningún lado si no se le dices la razón— Contraatacó esta vez desviando la mirada de su trabajo a mis ojos.

— Estoy segura de que si buscara el significado de estúpido en el diccionario saldrían tu nombre y el de tu hermano— dije y vi su intención de repicarme ofendida, pero me le adelante— Es que no tienes corazón, yo pensaba que la de sangre fría era yo, pero dejar que a tu hermana menor le echen semejante cosa en cara, sabiendo todo lo que ha pasado, aparte mandarla a recibir una loca noticia como esa, de que Camila es su prima y sin compañía, en que estaban pensando ustedes dos, le dio un maldito ataque de ansiedad, se dio un golpe muy feo en la cabeza que la dejo inconsciente y para colmo ni siquiera había comido algo, ese es el concepto que tienes de cuidarla Lía, y perdona que me meta de esta forma tan descarada, pero si a mí me hubieran regalado ese hermoso don de controlar los tres elementos y de cuidar a tan magnífica hermana no andaría haciendo idioteces cuando hay otras formas— y después de ese sincero discurso aprovechando que la oficina está insonorizada, Lia me miro, me siguió mirando, suspiro, y no supo qué responderme.

— Igualmente fue nuestro padre, a ella la suspendieron en el instituto así que nosotros no hicimos nada— Dijo hablando en voz baja.

— Hoy nos reuniremos todos en la noche, después de las pruebas de cada reino, solo espero que Clarissa no lo haga tan bien o nos será muy difícil manipular sus resultados— Dije mientras daba media vuelta rendida.

— Ella hará lo que sea por ser la mejor— Dijo Lía antes de que me fuera— tiene esa tendencia de no querer fallar nunca en nada— la voz de Lía iba a acompañada de un leve orgullo.

— Sí, por eso mismo es la clave— Con mis últimas palabras la puerta se deslizó y me permitió salir de esa oficina.

Tristán Morgesten

Hoy me puse un suéter negro, casi no pude dormir, tengo una cara demacrada, pero nada que no se solucione con una taza grande y cargada de café, estoy sentado en la mesa desayunando con mis hermanos y mi madre.

— Hermano déjame decirte que si así piensas conquistar a una chica estás muy lejos de lograrlo— Mi hermana Lizbeth me criticó con su tono irónico y burlón, pero después mi hermano y madre la acompañaron con una carcajada limpia.

Solo solté un bufido y seguí tomando mi café.

— Amargado— Me soltó Kyrian toscamente.

— Dejen a su hermano en paz— Empezó mi madre y pensé que me iba a defender— Tal vez no consiga novia, pero si tendrá unos ochenta gatos y será un abuelo amargado— Y los tres se empezaron a reír... De nuevo.

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