Clarissa Roberts
Después de la larga revisión médica me senté en la silla número diez, había sido la última en llegar al banquete por ende me apuré para quedar entre las primeras en la fila para la revisión, para poder pasar y terminar con esto de una buena vez.
Estoy segura de mi misma; he estudiado mucho, he entrenado, conozco mi fuerza y mi energía, me siento preparada y quiero afrontar esta etapa de mi vida de una vez por todas, quiero pasar página, no quiero más preocupaciones, quiero vivir en paz, quiero felicidad, no creo que merezca más depresión y más cargas emocionales y físicas de las que ya tengo en mi conciencia y en mi cuerpo.
Mientras esperaba impacientemente a que fuera mi turno estaba revisando todas mis redes sociales y pasando el rato entreteniéndome con cualquier cosa, ya que la paciencia no es mi mayor virtud y entre más ocupada esté mejor, pero al término de unos cinco minutos después de haberme sentado llegó la persona número once y se sentó al lado mío, pero no levanté la mirada. Decidí que sería alguien más a quien iba a ignorar, aunque sentía que me observaban y odiaba esa sensación, me sentía vigilada y también sentía que de una u otra forma la gente intentaba desnudar mi ser, mis pensamientos, mi forma de actuar, cuando se me quedaba mirando despectivamente, por eso al sentir tan insistente mirada en mí, la piel se me erizó y me puse alerta, levanté la mirada de mi celular y primero miré a mi lado izquierdo, pero la chica estaba dialogando animadamente con la que se encontraba a su lado, o sea que no estaba reparando en lo más mínimo en mi absurda existencia, pero cuando volteé a mirar a mi derecha y cuando vi quien me observaba fue tal mi sorpresa y el miedo en mí que casi me caigo de la silla. Mi aterrada conciencia solo pudo mandar la orden de alejarme lo más posible de esa persona lo cual no fueron sino unos escasos cinco centímetros, ya que por mucho que me arrime en la silla, él está al lado y estoy encerrada por la otra chica a mi lado izquierdo.
— No te alegras de verme Claris— Él se acercó más a mí y yo estaba entrando en pánico.
— No, para nada me alegro de verte— Mi voz sonaba entrecortada, mi corazón bombeaba la sangre muy rápido y las manos me estaban sudando, en la escuela me siento protegida hay mucha gente, pero aquí me siento encerrada, atrapada, sola, soy la presa y él es mi depredador.
— Vamos si no la pasábamos muy bien, hasta te di el mejor regalo de todos— El cinismo en su voz me daba asco; acercó su cara a mí y yo solo cerré los ojos, sentía su aliento en mi rostro él disfrutaba de ver que aquí era débil, que me tenía en la palma de su mano.
— Déjame en paz— Le dije cuidando de no levantar mucho el tono de voz— Aléjate de mí de una buena vez, ya me has causado suficiente daño, lárgate a molestar a otra— Mis últimas palabras al menos no sonaron tanto a súplica como lo pensé en un principio cuando salieron de mi boca.
— Pero a la que quiero es a ti, eres deliciosa Clarissa— Cuando ya no tenía donde más esconderme su cara se enterró en mi cuello, Él inhaló y besó mi cuello, mi cuerpo temblaba de solo sentir su saliva y labios en mi piel, sus acciones hicieron que entrara en shock estaba volviendo a tener un ataque de ansiedad.
— Aléjate— Mi voz en vez de sonar más alto era un susurro, sentí mis mejillas húmedas y el pánico recorriendo mi sistema, el pulso se me aceleró.
— Aléjate— Mi tono de voz estaba cada vez más bajo y desolado, sonaba aterrada, él no despegaba la cara de mi cuello y me besó una vez más.
— Quítate— Esta vez me salió un hilo de voz bastante desgarrado de angustia.
Cerré los ojos aun aterrada mientras me sentía indefensa, cualquiera pensaría que es mi novio por lo que pasó hace un año, pero quiero que alguien me ayude, que me hagan reaccionar. Imágenes anteriores pasan por mi mente como si fueran una tortura, estoy desprotegida, pero de un momento a otro aun con los ojos fuertemente cerrados sentí que él ya no estaba encima de mí, pero no me atrevía a abrir los ojos, solo estaba en shock, pero sabía que tenía que mantener la calma, yo soy fuerte... Yo soy fuerte... Yo soy fuerte. Esas palabras me las repetía una y otra vez en mi mente, pero escuché una voz que reconocí de inmediato. Era tal mi miedo que mis ojos seguían cerrados.
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CUATRUPLEX
Science FictionLa leyenda cuenta que la última anormal fue Leticia Macfire quien juró antes de morir que: "Solo quienes piensan por si mismos lograran el control total" Eso es todo, su información ha sido borrada de la historia, la gente inventa cuentos de terror...