XVIII. SOL Y LUNA

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Francisco Roberts

Mi abuela me había llamado para hablar, ya la había saludado hace unas horas, pero esta vez me quería ver en privado así que me fui directo a mi habitación después de mi rutina de ejercicio y entré haciendo el menor ruido posible, cerré la puerta tras de mí y la vi tendida en la cama mirando su celular.

— Hola, abuela ¿para qué me necesitabas?— Le pregunté cuando me acerqué lo suficiente para que me escuchara perfecto, dejé el bolso en el piso a los pies de la cama.

— Hola, querido, siéntate— Se corrió y me hizo un espacio en la cama a su lado.

— Solo quiero tener una conversación de abuela y nieto, ¿acaso eso es un crimen?— Me preguntó con un tono juguetón y yo me reí de su cara.

— ¡Claro que no, podemos hablar todo lo que quieras!— Me acerqué un poco, le di un beso en la frente y vi como cerró los ojos, después me volví a sentar donde estaba.

— ¿Y de qué quieres hablar?— Le pregunté. Su cara se veía mucho mejor. Habíamos logrado cederle un poco de energía a Etihw, que se la pasa haciendo experimentos con el enermétrico para mirar si en vez de extraer un poco de energía podemos transferir energía y también tenemos una pequeña hipótesis de que si podemos robar la energía también podemos regresarla.

— Bueno de todo un poco, de tu vida, tu novia, y cierta hermana de ojos mieles— Hice una pequeña mueca cuando menciono a Clarissa como mi hermana y vi que ella lo notó.

— Empecemos con Etihw, la encantadora chica que tienes de novia y de la cual hasta ahora me entero de que tiene una gran afición por la medicina, se ve que es un muy buen partido, deberías cuidarla mucho— Las palabras de mi abuela me llenan de melancolía, Etihw está muy distante, no la quiero perder, pero en verdad ya no sé qué quiere que haga par que me perdone.

— No lo sé abuela en este momento las cosas están muy mal con ella, primero está enojada porque una chica me coqueteó y no la aparté, pensé que no le daría importancia como siempre y ahora también está enojada por todo lo que pasa con Clarissa— Empecé a hablar y ella me cortó.

— Ya no es ni hermanita, ni hermana, ni Claris, ya no es nada de eso para ti— Me miro con cara dura que marcaba aún más sus arrugas— Mira Fran, te ayudaré con este dilema mental que tienes, Clarissa puede que tenga parte de su espíritu y su alma de otra persona, y también comparten cierto ADN como lo ves en su físico, pero Clarissa sigue siendo ella misma, Clarissa es la misma niña que ustedes criaron, ustedes no criaron a una princesa, no criaron a Clarissa como si no fuera su hermana, ella es lo que nosotros formamos— Sus palabras estaban teniendo buen efecto en mi mente, mi abuela y su dulzura siempre hacían que reaccionara mejor.

— ¿Entonces significa que si es mi hermana?— La pregunta podía sonar tal vez muy tonta, estúpida, idiota, irrelevante, pero necesitaba hacerla y tener el valor de decir que si es mi hermana para poder callar mis pensamientos inverosímiles de mi familiaridad con Clarissa.

— Si es tu hermana Fran, Clarissa nació de mi hija, nació de tu misma madre, es la misma pequeña con la que creciste y juraste proteger, el que siempre estaba con ella en una pesadilla, tú eres la luna que la cuida Francisco y no puedo creer que todo eso cambie porque es una reencarnación— Sus palabras cogieron mucho impacto en mí, es parecido a lo que me había dicho mi novia, pero igualmente son diferentes porque me las dice mi abuela, su mirada decepcionada por dejar doblegar mis pensamientos, esa mirada que te detalla y te hace ver lo pequeño y joven que eres a su lado.

— Tienes razón, pero...— Estaba pensando en contradecirla y después caí en cuenta que solo son argumentos muy estúpidos, ¿o acaso solo la sangre define la hermandad?

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