XI. ¿CUÁNTO FALTA?

3 1 0
                                    

Narra Lía Roberts

De la nada teníamos a cuatro legiones de soldados atacandonos, estaba corriendo como todos en busca de un hueco por donde fugarme de ese lugar y pasar a mi mundo donde tenía el auto.

Pero a lo lejos vi que el rey de Caeli; Lo cual supe por su vestimenta y los colores grises en su armadura, le apuntaba a mi hermano por detrás. La desesperación mandó la orden a mi cerebro, mis pies empezaron a correr muy rápido, la angustia porque algo le pasara me mataba, cuando estuve a escasos metros grité.

— ¡Fran cuidado!— Me tiré encima de mi hermano y caímos al piso rodando, la bola de energía eólica, no le había dado, pero escuché otro grito.

— ¡Emilie!— Esa era la voz de Camila, abrí los ojos después del impacto y vi a Emilie con la mirada perdida y la mano puesta encima de su abdomen, su ropa estaba quemada y la piel atravesada de lado a lado por una bola de magma, el calor de la energía de uno de esos ataques es tal que con atravesarte te desintegra hasta los huesos.

Emilie cayó lentamente de rodillas ante mis ojos y los de Camila, después contra el piso: sus ojos están abiertos, pero desde hacía minutos que no había rastro de vida en ella, un gran agujero se encontraba en todo su torso, el color de su piel era grisáceo, y sus pálidos y quebrados labios estaban abiertos.

— No... ¡No!— Escuché que repetía constantemente Camila.

— ¡No!— El grito de dolor por su amiga me puso sensible, no sabía que tan buena era su relación, pero se notaba que tenían una muy buena conexión.

— Tal vez les serviría como consejo mirar mejor en quienes confían— Fueron las crudas palabras del rey despiadado.

No le presté atención a sus palabras, me limité a esquivar sus ataques. No podía permitir que Camila se quedará ahí quieta, el lado de su frontera estaba medianamente vacío y fácilmente podría escaparse, aparte que las balas le pasaban muy peligrosamente por los lados y por encima, y cuando una bala iba directa a ella, me deslicé a su lado y nos agachamos ambas.

— Cami no hay nada que hacer— Ella no me veía aunque estuviéramos tendidas en el piso, su mirada estaba fija en el cadáver, así que me vi obligada en coger su rostro y levantarlo para que me mirara

— Tienes una oportunidad de vivir, tu sector está casi vacío, tienes que ir y conseguir información, necesitamos ese transporte que nos dará tu hermano o ninguno de nosotros existirá para detener la tiranía de los reyes, así que escapa, junto con Gilbert y Egren vuelvan sanos y salvos— Intenté no ser tan directa para no causarle más dolor, tal vez en este momento hasta se esté culpando ciegamente, pero ella tiene que vivir y espero que mis palabras surtan el efecto que quiero.

— Tienes razón, después podremos despedirla, ¿cierto? Solo dime que le daremos una despedida digna— Escuché sus suplicantes palabras, mientras me miraba con unos ojos aguados y rotos, que se estaban ahogando en dolor, pero con el brillo de la fortaleza, me conmovieron, y me llenaron tanto de fe, porque yo creía en todos nosotros.

— Si Cami, le daremos una despedida digna, ahora necesito que con tu elemento te impulses y atravieses la frontera y maneja a todo lo que te deje el propulsor— Un asentimiento con seguridad fue lo que recibí de su parte como afirmación, ambas nos levantamos y la vi impulsarse con ráfagas de aire a su alrededor, cuando la vi desaparecer por la frontera sabía que una de nosotros ya se había salvado.

Encontré a mi hermano que no se había movido mucho de donde estaba antes y corrí a su lado.

— Debemos salir de aquí, todos, pero la prioridad es que los soldados no lleguen a nuestra casa antes que nosotros— Fue lo que le dije mientras desgarraba la garganta de un soldado que estaba enfrente mío, estábamos espalda con espalda, en una estrategia protectora.

CUATRUPLEXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora