XVI. MÁS PODER

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Clarissa se había quedado dormida mientras lloraba y ahora estaba descansando en su cama, Etihw parecía enferma, desde que está atendiendo a la abuela de Clarissa no se ha despejado de ella, no ha descansado y tampoco ha comido, su blanca piel ahora está de un feo color pálido, logró estabilizar a la señora, pero sigue tan débil que los pitidos del electrocardiógrafo quisieran desvanecerse, la vida se plasma levemente en ese simple aparato antiguo y sorprendentemente se nota la diferencia de épocas.

Tristán sentía la necesidad de estar a su lado y era tan asfixiante que le daba rabia, cuando se había quedado dormida a diferencia de la otra vez no la llevó en sus brazos, se la dio a su hermano que la llevó a su cuarto y se quedó con ella. El chico seguía buscando una manera de que su novia aparentemente enojada lo perdonara, mientras todos los demás estaban en el gimnasio entrenando y para esto habían desplazado a la abuela con todo el equipo a la cama de Etihw al lado de Clarissa.

— ¿Por qué no la despertamos?— Preguntó Francisco al aire, aunque sabía que probablemente lo iban a ignorar.

— Por qué no la dejas dormir en paz, hace días que no duerme bien, necesita descansar, un suspiro de la realidad en el mundo de los sueños le vendrá bastante bien, sobre todo para dar un suspiro de los dos hermanos más hipócritas del mundo Ignis— Si nadie se los decía, ella si lo iba a decir, era su novia, tenía derecho a decirle lo que se le viniera en gana.

— No es eso— Miró a su novia que parecía querer matarlo— Aún no sé cómo mirar este asunto, no sé si es mi hermana o no, no sé cómo tratarla, no sé qué pensar, lo único que sé es manejar mis dos elementos, pero eso no me ayuda a tomar decisiones— Las palabras de Francisco que mucho tiempo estuvieron ahogándose en su garganta por fin habían salido y veía a Clarissa y la promesa que hace menos de un año le había hecho.

— Clarissa te traje el almuerzo ¿Puedes abrirme la puerta?— Era un domingo nubloso y en todo lo que podía pensar su hermana es en las pesadillas de su realidad, su mirada en el infinito no cambió por más de que escuchara la voz de fondo de su hermano, tenía menos de dos días de estar metida y atrapada en su cabeza donde no diferenciaba la nublosa línea de la barrera de su conciencia.

— ¿Hermana puedes abrirme la puerta?— La voz de su hermano volvió a resonar dentro y Clarissa pudo reaccionar.

Cogió el control de la mesa de noche y abrió la puerta de tecnología de cristal para poder tener el rostro de su hermano enfrente los ojos mieles de la joven se empañaron en ese mismo instante poniéndose rojos e irritados.

— ¿Qué pasa Clarissa?— Su hermano dejó rápidamente la bandeja en su mesa de noche y después se sentó en la cama en frente de ella donde la rubia platinada seguía sin hablar, hasta que sintió la necesidad de tener a su hermano mayor abrazándola.

— Fran tú siempre... ¿Siempre me vas a proteger?— Preguntó la entrecortada voz de la chica de 16 años.

— Claro que si Clairs solo debes llamarme y yo estaré para ti— La voz de Francisco en ese momento no titubeo y no lo pensó dos veces porque a diferencia de lo que Lía pensara él siempre tendría en su cabeza que Clarissa es su hermana.

— No me digas así— La chica se estremeció y su hermano aún no comprendía, pero igualmente la abrazó y solo dejó que se acurrucará en su pecho.

Ese recuerdo llegó a su cabeza como un flash y se acordó de ese tiempo, de sus historias.

— Pues yo sé que no es mi hermana de sangre, pero por el cariño y el tiempo juntas yo digo sin miedo que es mi hermana, así que espero que te decidas y dejes de causarle daño, así ella sabrá al menos si debe pasar por alto tu absurda presencia y lo mismo va para Lía— La voz de Etihw resonó en la cabeza de Francisco que volvió de golpe al presente.

CUATRUPLEXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora