Luego de la inminente batalla toda Shiganshina se sumió en un completo y tétrico silencio. El cielo se mantuvo claro y despejado, más hermoso que nunca, olvidando los sucesos recientes y las muertes que se marcaban en cada esquina y bifurcación del distrito.
Eren se levantó y comenzó a caminar hacia Mikasa; ella miraba hacia la ciudad, sus pies apuntaban hacia el abismo lleno de sangre y destrucción mientras sus ojos contemplaban todo con sumo sufrimiento. ¿Cuántas muertes? tantas que no se podían contar, imposibles de olvidarlas, triste el no haber sabido los nombres de todos y cada uno de los soldados caídos en batalla. Hoy la muerte había sido cruda e imparcial. Ella desvió su mirada y se volvió a mirarlo, por un instante sus ojos se encontraron y en los de ella surgió un brillo que se esfumó en unos cuantos segundos. Eren estaba igual de desolado que ella, así que la entendía.
Se sentó a su lado y miró lo que ella antes miraba, allí enfrente estaba lo que una vez fue su hogar, un hogar que ahora estaría manchado de la sangre de su madre.
_ ¿Qué piensas? - dijo ella, cortando el silencio.
Eren no respondió enseguida, su mente aún seguía ausente cuando ella habló.
_ ¿Eren? - volvió a hablar y esta vez pasó sus manos por el suave cabello de él. Lo acarició, sintiendo que anhelaba un gran tiempo a solas con él. Eren espabiló y sacudió su cabeza ligeramente como despejando un mal pensamiento o pesadilla.
_ ¡Lo siento! ¿qué me decías? - y mientras hablaba acercó sus labios al brazo de ella el cual seguía acariciando su cabello. Él depositó dos suaves besos en su muñeca y luego tomó su mano para dejar dos más en la palma de su mano. Ella sonrió ligeramente, la comisura de su labio se elevó de una manera casi imperceptible.
_ Solo quería saber en qué pensabas, te veías muy distraído.
_ En muchas cosas - dijo soltando un suspiro - pensaba en todo lo que pasó con Armin, pensaba en el tiempo que vivimos aquí, ya se siente tan lejano. Recordé las veces que me metía en problemas y tú siempre me defendías, odiaba el hecho de que los abusivos del barrio te tuviesen más miedo a ti que a mi - dijo riendo, pero aquella risa no llegaba a sus ojos, no se veía el júbilo que uno siente al contar una anécdota divertida - menosprecié muchas cosas, pero eran buenos tiempos. Antes éramos ignorantes del horror de los titanes y ahora, míranos... Yo soy un titán... no soy como ellos - especificó, pensando en el titán sonriente, aquel que devoró a su madre y a Hannes - pero soy como ellos.
_ No eres como ellos - Mikasa sabía a quienes se refería; Reiner, Annie, Bertholdt...
_ Quizás no de ese modo - volvió a mirarla, sus grises ojos brillaban ante la poco luz solar que ya comenzaba a perderse. Eren no sabía en qué momento había comenzado a amar a Mikasa de esa forma. Era algo que no podía describir pero sabía que lo único que quería era estar con ella y que ella fuese feliz, pero justo en ese momento había algo en su corazón que lo hacía dudar; algo que se aproximaba, la verdad oculta en el sótano de su vieja casa le consumía con creciente terror. Volvió a sacudir su cabeza alejando aquel pensamiento negativo y simplemente puso su mano sobre el cabello de ella y se acercó hasta sus labios.
Ella se estremeció como siempre le sucedía cuando estaba cerca a Eren, sus labios se volvieron a unir y el miedo desapareció momentáneamente. Era como estar suspendido en el aire; sientes ese vértigo y la euforia llenar tu ser y te sientes vivo y feliz, por muy asustado que estés la sensación siempre es buena y placentera... así era estar en los labios de él. Sus lenguas no se quedaron quietas y siguieren ese camino que ya tanto conocían.
Ambos se separaron en busca de aire y juntaron sus frentes por unos breves segundos, sus pensamientos se alinearon pero en ese instantes escucharon el jadeo de Armin al despertar.
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Amor en la tormenta (Eremika)
FanfictionCuando Mikasa fue salvada por Eren hacía muchos años atrás, el sentimiento de gratitud que sintió por él poco a poco fue cambiando a algo mucho más fuerte y puro. Mikasa sabía que daría su vida por Eren porque su amor era más grande de lo que pudie...