"Capitulo: 19"

27 2 0
                                    

“Narra Saray”
La gente corría desesperadamente, los soldados luchaban con todas sus fuerzas, corrí a toda velocidad pero me costaba demasiado ya que llevaba puesto este estúpido vestido, lo desgarre un poco, ahora se me haría mucho más fácil correr.
-¿Dónde estará Federico?
Sentí que alguien me tapo la boca, intente zafarme de su agarre pero me dio vuelta rápidamente cuando sentí que alguien me estaba besando tierna y cariñosamente, sonreí al separarme era Federico, lo abrace y unas pequeñas lagrimas se escaparon de mis ojos.
- ¿Cómo lograste escapar? (Pregunte demasiada sorprendida).
- Eso no importa, ¿Cómo estás? ¿te hizo daño este imbécil? (Dijo con la voz ronca y una mirada asesina).
- Si estoy bien, no tranquilo no me hizo daño. (Suspire aliviada). 
- Voy a matarlo… (Quiso seguir caminando, pero yo lo detuve).
- Por favor Federico, no vale la pena, vámonos rápido, tenemos que huir o nos encontraran. (Dije demasiada alterada).
- De acuerdo. (Aseguro vencido).

Los dos intentaron salir sigilosamente, sin que nadie los viera, si no estarían perdidos o posiblemente muertos, Federico formo con sus manos un extraño viento que provoco que las inmensas rejas del gran castillo se abrieran.
Los soldados del Rey Arturo los buscaban desesperadamente por todo el reino, pero no lograrían encontrarlos porque ellos habían logrado escapar.
- Lo logramos! (Dio un grito de alegría aquella muchacha de ojos claros).
El la miro por un segundo, realmente lucia hermosa a pesar de tener el cabello alborotado y el vestido roñoso y desgarrado.- pensó.
Ella se dio vuelta y le siguió la mirada, unas relucientes sonrisas se formaban en sus rostros.
El se acerco a ella lentamente, y la volvió a mirar pero esta vez fue mucho más sincero con la mirada.
Ella se ruborizo, al ver que el la miraba de tal forma. 
- ¿Tengo algo? (Pregunto la muchacha).
- Si, eres demasiado hermosa… (susurro él, acariciándole el cabello).
El rodeo sus manos sobre su pequeña cintura, y luego se fue acercando más hacia ella, hasta hacer contacto con sus carnosos labios.
Sus labios eran como dos piezas de rompecabezas que encajaban a la perfección. 
Al separarse ella no puedo evitar sonreír al igual que el.
- Te amo… (susurro ella)
- Yo también… (Dijo sincero).

"El Reino Perdido"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora