Capítulo 11: Crisantemos y rosas negras

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Octubre 2019

-El siguiente en aparecer después de Rebecca fue Artemis, ¿correcto? Pero Artemis ya estaba cuando fueron a pedir ayuda a la policía. Además, Rebecca había dicho que buscar a la policía fue el tercer y último intento de pedir ayuda. Todo eso ocurrió en el 2007, sin embargo, habíamos quedado en el 2005. ¿Por qué no intentamos recuperar ese año que nos brincamos? -preguntó la doctora Bristol.

-...Está bien.

Diana estaba cansada de la excesiva cantidad de sesiones, así que la doctora decidió reducirlas a una por semana. Tampoco estaba durmiendo bien gracias a Scarlet y la teoría en sus clases se estaba volviendo más complicada ahora que cursaba cuarto año de Psicología. La chica solo deseaba tener unas vacaciones como Dios manda porque no pudo disfrutar de las recientes.

-Bien. Sigue mis dedos. No te duermas, concéntrate en el movimiento. Así.

Febrero 2006

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Febrero 2006

La pequeña Diana de ocho años había tenido una mañana muy ajetreada limpiando toda la casa y haciendo sus tareas con los libros que Victoria estropeaba.  Como era domingo, debía comprar los insumos para las comidas de la semana. Su tía le había dado el dinero suficiente para pagar un taxi de regreso. Al principio era difícil para su pequeño cuerpo subir y bajar toda la montaña a pie, pero se fue acostumbrando.

El supermercado que utilizaba era poco transitado los fines de semana. Su tía lo había escogido para evitar preguntas innecesarias. Frutas, verduras, pan, lácteos, carnes y dulces, eso era todo lo que necesitaba. Después de reacomodar todo en las alacenas de la cocina, tenía unas horas libres hasta que su familia, que fueron a visitar un zoológico en Edimburgo, regresara. Disfrutó leyendo en el jardín y explorando un poco la montaña con Bruno. Su amigo imaginario insistía en aprender cada sendero y fruto comestible en caso de que terminara en el Agujero. También estaban aprendiendo a nadar muy lentamente.

-¡Mira, Diana! Ese es un árbol de fresas.

-¿Dónde están las fresas?

-Aún no es período de recolecta de fresas.

La niña se recostó contra un alerce para dormir un rato. Le encantaba el bosque de la montaña. Silencioso y fresco. Todo se movía lentamente a su alrededor. Tenía antojo de piñas y naranjas al ver las piñas de los abetos. Un pequeño llanto lastimero interrumpió su tranquilidad.

-Bruno, ¿no oyes algo?

-¿Puedes ser más específica?

-Escuché un llanto. Creo que es de un animal.

-No escucho nada. Ten cuidado al revisar.

El sonido venía de la calle. Tras varios minutos de observación, divisó una caja desechable en el otro lado de la calle en el borde, peligrosamente inclinado de la montaña. Algo blanco se movía dentro de la caja.

Las voces en el jardínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora