Capítulo 22: El ciclo de la vida

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22 Febrero 2022

Bruno terminó de rescatar sus videojuegos de la inundación de su área, soltando un suspiro. Los brezos de lavanda que normalmente adornaban las paredes de setos se encontraban esparcidas por el aluvión, arrancadas de raíz. Las consolas y la laptop quedaron inútiles debido al agua, pero no era lo importante. Todo se podría reemplazar con el tiempo puesto que ese lugar no obedecía ninguna ley natural. No era natural que un desbordamiento devastara todo sitio sin que nadie saliera herido. Suspiró de nuevo sin saber cómo desaparecer el agua. Parecía que había pasado un huracán por su zona segura. En realidad, eso fue exactamente lo que aconteció y no solo en su zona. Todo el mundo interno era un caos, una tempestad que arrasó con todo para dejar caer su furia en el juicio final. Si no fuera por el punto de quiebre de Scarlet, habría matado a la persecutora solo por perturbar la paz. Bueno, en sentido metafórico ya que un alter no puede morir a menos que fallezca el cuerpo.

Scarlet y Crescenta.

La noche anterior Bruno estaba practicando sus nuevos conocimientos de informática en una computadora que apareció hacía varios días cuando supo inmediatamente que algo estaba mal. Un tirón de una soga invisible en su cabeza que le indicaba que algo ocurría. Esa era la señal de que lo necesitaban para cumplir con su rol, normalmente siendo un problema en el mundo externo. Sin embargo, al tomar control del cuerpo, supo que no había nada raro. El cuerpo descansaba en su habitación de las residencias, sin ningún objeto fuera de lugar. El apartamento no se incendiaba ni había entrado un intruso. Las ventanas y puerta estaban cerradas con candado. Kali dormía plácidamente. Ni siquiera ocurría nada extraño en el pasillo.

Entonces el problema estaba en el mundo interno.

Volviendo a su zona segura, encontró a los Pixies, nombrados por Emily, hablando preocupadamente entre ellos, aunque solo podía distinguir sonidos de cascabeles. Al verlo, se amontonaron a su alrededor parloteando al mismo tiempo y agitando los brazos con desesperación. Se veían al borde del pánico, provocando que la exasperación creciera en su interior. No entendía lo que decían. Frustrado de que esas criaturas floridas tampoco supieran escribir, el chico les pidió que lo guiaran al origen del problema.

Los Pixies señalaron el camino que sospechosamente conducía a la puerta de la persecutora. No pasó desapercibido para Bruno que el cielo se estaba llenando de nubes de tormenta.

Por supuesto, tenía que ser Scarlet. ¿Qué hizo ahora? ¿Por qué estaba enojada?

Repentinamente, el protector sintió un dolor sordo, casi fantasmal, en el cuello, como si le hubieran clavado algo, al mismo tiempo que un relámpago rugía en el cielo oscuro. Desde que nació, Bruno estaba conectado a las sensaciones físicas de la host, permitiéndole saber cuándo la estaban lastimando. Un sexto sentido. También poseía la habilidad de localizar a la chica en cualquier parte del mundo interno e ingresar donde quiera. Una pena que la habilidad no incluyera teletransportación. Todos eran destrezas para cumplir con su rol de protector, aunque solo funcionaban en el mundo interno.

El chico se concentró en encontrar el origen, mientras sentía crecer el dolor en las piernas, pero repentinamente desapareció. La chica estaba en el área de Scarlet. Bruno resopló molesto.

Oh, le esperaba un sermón leviatánico.

-Crescenta.... ¿Qué demonios estás haciendo?

Apuró el paso detrás de los espantados Pixies, sin embargo, una furiosa ráfaga de viento en todas direcciones lo lanzó varios metros hacia la derecha, cayendo de bruces contra el suelo. Las paredes de setos se retorcían como bestias hambrientas mientras que el cielo se llenó de una tormenta de relámpagos. Bruno rodó por el suelo para evitar que una de las paredes le cayera encima, aunque se golpeó la cabeza.

Las voces en el jardínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora