Con Las Manos en la Maza

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Capítulo 28: Con Las Manos en la Maza

Mucho tiempo no transcurrió desde aquel impensable momento, nada más que quince lentos pero eternos minutos pasaron desde el arribo de ambos jóvenes luego de la horrorosa tensión del robo. Debían reconocerlo, era su primera experiencia con relación a vivir un momento delictivo, afortunadamente y gracias a la organización del mismo, vivieron para contarlo.

Llorar, llorar era la única manera por el cual el peliflama descargaba el dolor y la impotencia generados por semejante suceso. Desconsolado era su llanto, no había que o quien lo parara, no poseía control alguno sobre sus cristalinas y veloces lágrimas, ellas tomaron control de si mismo, no obstante, quien se encargaría de calmar su desconsuelo seria propio del tiempo, un paciente labor.

Una ves transcurridos aquellos quince minutos que tomaron una caracterización propia de horas, con su corazón que a duras penas mantenía la calma que, mínimamente, requería para no partir nuevamente en un incontrolable pesar, trascurría un instante de pura nostalgia y melancolía. Aquellos hermosos recuerdos en donde su madre, en un lapso repetitivo de cuatro minutos, realizaba su mayor corporal al ritmo de tal pieza musical, se tornaba lentamente a un blanco y negro de su más puro desconsuelo. El solo revivir en su mente la imagen de quien le otorgo la vida, aunque sea por un breve momento, lo mantenía sereno y tranquilo.

El blanco y negro que poco a poco se adueñaba de hasta el último de sus pensamientos era debido a una antigua creencia que el de cabellos en punta mantenía hacia su propio hogar. Era gracioso hasta cierto punto que la manera en la cual Mar del Plata era conocida, era completamente homologa a su propia vida. O simplemente se trataba de una conjunción de la cual el propio ser humano no era capaz de escapar, felicidad y tristeza, ambas son inevitables pero al mismo tiempo esenciales.

Nunca descartaría la posibilidad, de que tal ves, poseía una clase de maldición con su sola presencia en La Feliz. No era la primera ves que lo pensaba. Toda desgracia, por más minúscula o inmensa que fuera, casualmente debía ocurrirle en su hogar. No hay lugar como el hogar, no era su caso.

De igual manera, una diminuta pero dudosa esperanza se alojaba dentro de sí mismo, comparando sus vivencias de su juventud con los hechos ocurridos en su adultez transcurrida en la zona costera, la calma reinaría luego del tormento. Desconocía por cuanto tiempo debía tolerar y convivir con su mala dicha costanera, incierto era su lapso de espera, solamente que tarde o temprano, al igual que en su adolescencia, podría transitar su vida en tranquilidad.

Mientras ahogaba y reprimía la nostalgia y dolor de lo acontecido, en la primera planta de su hogar, sitio en el cual Tarble vagaba sin rumbo alguno, intentando asimilar el descaro cometido por parte del de cabellos rubios, aun no podía creer de aquello que fue capaz Goku. No podía creer como organizo el perfecto robo que sacaría de rumbo lo que ayudaría por completo a la ejecución del internacional de su hermano. Caminaba sin poder olvidar el segundo exacto en el cual tropezaba, caía violentamente contra el suelo y presenciaba aquello que pudo haber evitado.

La estupefacia dominante por poco y más terminaba de apoderarse por completo de sí mismo, de no haber sido por la presencia de un extraño sonido proveniente de la cocina que termino por acabar con su trance y enfocarlo en un nuevo pero repentino objetivo. Con gran sigilo logro asomarse desde el marco de su cocina, obteniendo como vista al organizador del crimen hablando por llamada con su pagado secuaz.

Inesperado fue el hecho de toparse con ambos responsables hablando acerca del crimen. Debía aprovechar aquella oportunidad de desenmascarar, aplicando su marca personal, el desalmado acto del pelirrubio, y por ende, su inmensa culpabilidad.

Sin permitirle a sus manos temblar torpemente en lo más mínimo, tomo su celular ágilmente desde su escondite para así proceder a grabar la escena incriminatoria, grabaría el momento tal cual se apreciaba mientras organizaba mentalmente como se movilizaría luego de tal escena.

Retorno del Protocolo 27 (Goku x Vegeta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora