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-Vamos, papá nos está esperando.- le dijo Draco tomando la mano de su hermana para arrastrarla entre la multitud de gente que había.
-Puedo caminar sola, gracias.- mencionó ella con una pequeña sonrisa mientras bajaban las escaleras, siguiendo a su padre el cual iba delante guiándolos.

-Verás que impresionante es todo esto.- dijo el platinado con cierta emoción que trataba de ocultar a lo que la chica solo soltó una pequeña carcajada.

Al ver el enorme campo de quidditch, a Jaylene se le iluminaron los ojos.
-Tenemos los mejores asientos reservados, vamos niños, pero antes de eso, tengo que ocuparme de algo sumamente importante, esperarme aquí.- mencionó Lucius con una sonrisa arrogante dejando a ambos chicos solos.

-Esto es impresionante.- soltó Jaylene con una verdadera sonrisa.
-Si, realmente lo es.- murmuró Draco mirando de reojo unas cabelleras que se asomaban para verlos. De todas las personas, no ellos.

Rápidamente tomó del brazo a su hermana y empezó a alejarla de los ojos de los pelirrojos chismosos, más una castaña y un azabache que los miraban con curiosidad.

-Que haces? Papá nos ha dicho que le esperemos allí.- mencionó ella ahora algo extrañada.
-Papá ha dicho, papá ha dicho, y que pasa con lo que dice Draco?- le preguntó este intentando distraerla.

Jaylene rodó los ojos y de un momento a otro, el hambre se apoderó de ella.
-Quiero comprarme algo de comer, me acompañas?- le preguntó ella con una sonrisa.

-Estaba claro que no iba a dejarte sola.- mencionó oeste mientras la seguía hacia un puesto de comida donde la platinada no se decidía por qué comprar.

-Merlín, pídete algo de cada y vamos, al final papá se enfadará.- le dijo el platinado algo estresado de que hubiera mucha gente. Era algo agobiante.
-Mira que eres pesado.- dijo ella finalmente comprando un cubo de palomitas.
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-Vamos, no soporto el ruido y menos de ese niño que no para de llorar.- mencionó el platinado mostrándole una casa de asco al pequeño que lloraba al lado de su madre que parecía hablar con otra señora.

Jaylene se fijó que el niño señalaba lo que parecía se run osito de peluche en el suelo a pocos metros de él.
-Donde vas?- le preguntó ahora su hermano cansado de hacer de niñera.

La platinada recogió el osito de peluche entre la multitud y se dio cuenta de que la madre y el niño se iban a marchar. Rápidamente empezó a caminar con algo de prisa hacia estos.

Cuando la chica le dio el osito, el niño inmediatamente dejó de llorar. A Jaylene le recordó a Draco cuando se olvidaba de su osito preferido.

-Ahora ayudas a niños pequeños?- le preguntó una voz detrás de ella.
-Has tardado demasiado en hablarme, no crees George?- le preguntó ella girándose con una sonrisa hacia el pelirrojo.

-Así que esperabas a que te encontrara?- preguntó este con una sonrisa divertida.
-No te creas tanto Weasley.- dijo ella mientras comía de su cubo de palomitas.- Quieres?

El pelirrojo tomó un puñado de palomitas algo nervioso, tratando de parecer lo más calmado posible.
-Gracias.- dijo este.- Y dime, qué haces aquí?

-Lo mismo que tú, no crees?- le preguntó ella sin poder dejar de sonreír.- Que crees que estoy haciendo aquí Georgie?- le preguntó haciendo que este solo pudiera sonreír mas nervioso. Cielos, le encantaba que lo llamara así.

Era un momento tan único para ambos...
-Apartare inmediatamente de mi hija Weasley.- dijo la voz furiosa de Lucius apartando de golpe a la chica.

-Lucius, que agradable sorpresa.- dijo con sarcasmo Arthur apareciendo, colocándose delante de George en modo de protección.

-Oh Arthur... que sorpresa que nos encontremos aquí. Vamos a pensar esto... si llueve, ustedes serán los primeros en saberlo.- dijo refiriéndose a los asientos.

-Mi padre nos ha reservado los mejores asientos del estadio.- presumió ahora Draco ganándose que Jaylene le pisará el pie.

-No alardees con esta gente Draco... aquí lo importante es el hecho de que tu hijo estaba a menos d e un metro a mi hija.- dijo Lucius mirando a George de manera amenazante.

-Padre, podemos irnos?- le dijo ella intentando evitar una discusión llegando a tomarle del brazo.

Lucius por otra parte apartó a la chica con brusquedad y siguió mirando al pelirrojo el cual ahora había apretado sus puños.

Curioso, pensó Draco mirándolo también.
-Si Arthur, mantén alejado a tus hijos de nosotros, no queremos que la gente confunda cosas que no son.- siguió diciendo este.

-Lo mismo digo Lucius.- añadió el señor Weasley.- No te preocupes, mis hijos no se acercarán más a los tuyos.

George y Jaylene en ese instante se miraron entre sí inmediatamente sin saber que hacer o como reaccionar.

Ambos se sentían realmente mal por haber provocado esa disputa entre sus familias y realmente se sentían molestos.

Querían seguir juntos, sin nadie que les estuviera interrumpiendo.

El señor Malfoy se acercó amenazante al señor pelirrojo que no retrocedió en ningún momento.
-Debe ser duro haber tenido que vender la madriguera para venir a ver este partido.- le dijo este burlándose.

-Padre, padre suficiente. Vamos.-  le dijo Jaylene entre avergonzada y molesta intentando irse de allí. Cuando su padre y Draco se fueron con la cabeza alta la chica solo pudo pasar como pudo y muy arrepentida.

-Lo siento.- le dijo a George quien solo le sonrió débilmente antes de que ella desapareciera finalmente entre la multitud.

Fred miró a su gemelo quien aún tenía el puñado de palomitas que Jaylene le había dado. Se veía devastado, y no se imaginaba lo mal que debía sentirse en ese momento.

Llevó su mano al hombro de este y George solo lo miró sonriendo como pudo, sin alegría ni felicidad.

Jaylene por otro lado estaba al lado junto con Draco preparados para empezar a ver el partido. El platinado miraba a su hermana y está solo miraba el cubo de palomitas sin expresión alguna.

-No puedo creerlo.- dijo dándose cuenta de todo.- Si te gusta, cierto?
-Cállate.- le exigió esta inmediatamente.- Ya te he dicho que... da igual.

En ese momento, la platinada sintió como Lucius le tomaba el brazo con fuerza, consiguiendo hacerle daño. Draco se preocupó y por un momento quiso parar a su padre pero Jaylene negó.
-Me duele.- consiguió decir ella casi en un susurro.

-Que sea la última vez que te veo cerca de un pelirrojo, entendido?- le dijo este amenazándola.- No querrás saber el castigo si me desobedeces.
-Me estás haciendo daño...- dijo ella aguantando las ganas inmensas de llorar. Dolor e impotencia a no poder decirle nada.

-Entendido?- le preguntó este haciendo más fuerte el agarre y consiguiendo que ella asintiera rápidamente.- Bien, que disfrutes del partido, habrá una sorpresa después.

my weakness (George Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora