Capítulo 12

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La puerta de la cafetería se abre y me apuro de terminar de barrer. Dejo la escoba apoyada en la barra y me limpio las manos, agarro una libreta y un bolígrafo.

Empiezo a caminar a la mesa en donde se sentó una pareja de adolescentes. Me detengo delante de ellos, y les sonrío a ambos.

—Bienvenidos a Susy's coffee ¿Qué van a ordenar? —, recito las mismas líneas que ensayaba mientras barría el lugar.

El chico le echa una ojeadita a la carta que estaban perfectamente colocadas en su mesa.

—A mí me traes el plato de desayuno completo, por favor—. Me dice y anoto en mi libreta.

Miro a la chica y espero que ella decida que va a pedir.

—A mí solo tráeme unas tostadas con huevo y tocino.

—¿Qué querrán de tomar? —, inquiero.

—¿Qué tienes de tomar? —, me pregunta el chico.

—Tenemos limonada, jugo de naranja, melón, manzana, parchita, fresa, guayaba—. Recito como si me los supiera de toda la vida.

Los dos se miran y el muchacho deja que ella pida por los dos.

—Tráenos dos limonadas, por favor.

Anoto en mi libreta y repito sus órdenes queriendo que todo este perfecto. Los dejo y me voy directa a la cocina dejando la orden al cocinero. Atiendo otras mesas hasta que escucho la campanita sonando para recoger la orden. Agarro una bandeja y pongo los dos platos, sirvo los dos vasos de limonada y los llevo a la mesa uno (en donde se encuentras la pareja de adolescentes) Con cuidado dejo sus platos en la mesa y los dejo comer mientras yo sigo repartiendo comida y atendiendo gente.

Toda la mañana me la paso de aquí para allá, con comida, bebidas, limpiando, atendiendo. Llegan las dos de la tarde y eso significa una cosa; mi hora libre. Así que lo primero que hago es sentarme en la barra y descansar los quince minutos que tengo.

Susy llega con un vaso de agua y me lo ofrece, yo lo acepto y me lo tomo rápido, dejando el vaso en la barra y la miro detalladamente.

—Atender una cafetería no es nada fácil—. Me deshago mi coleta y me la vuelvo hacer atrapando todos los cabellitos revueltos que se salieron al estar de un lado al otro.

—Te acostumbras—. Y me sirve otro vaso de agua.

Un señor la llama y ella se va a atenderlo. Por mi parte me levanto y continúo con mi trabajo.

***

Termino de atender la última mesa del día y recojo todo lo que no esté en su lugar para finalizar limpiando todas las mesas.

—Muchacha—. Me llama el único señor que queda en el local.

—¿Qué necesita? —, le pregunto cuando llego a su mesa.

—¿Podrías traerme otra taza de café?

—Claro, ya se lo traigo—. El señor me extiende su taza y yo la recibo llevándomela a la barra.

Agarro el jarro de café y lleno su taza por completo. Me devuelvo a su mesa y se la dejo, terminando de limpiar las mesas que me faltaban.

Al rato el mismo señor me pide la cuenta, me acerco a Susy pidiéndosela y me entrega un pedazo de papel con el monto. Se la llevó al señor y él se levanta yéndose a la caja para pagar.

Guardo los productos de limpieza y me quito el mandil para recoger mis cosas y esperar que el señor se vaya para ayudar a Susy a cerrar.

Antes de que él se vaya se acerca a mí y me da un billete de veinte dólares.

Una vida llena de secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora