Corro por la casa agarrando mis cosas y me detengo en la cocina para terminar de tomarme el resto de mi café.
—¡Tía, ya me voy! —, grito.
—¡Esta bien, mi amor y que tengas un lindo día!
En un dos por tres estoy dentro de mi carro, yéndome lo más rápido hacia la cafetería. La alarma no sonó y me desperté una hora después de la que ya debería estar en el cafetín. En otros veinticinco minutos estoy entrando en la cafetería, dejo mis cosas debajo del mesón y me pongo el delantal.
Al final del local veo a Susy recogiendo los platos y me apresuro a ella tomando la bandeja en donde dejo todos los trastes.
—Perdóname por llegar tarde, Susy—. Me disculpo, pero me quedo confundida al verla con una sonrisa en su cara y sin ninguna pizca de enojo.
En los microsegundos que pasa no recibo ningún regaño o alguna queja y es algo que me deja más confundida.
—¿No me dirá nada? —, pregunto dejando los vasos encima de la bandeja y la cargo esperando su respuesta.
—Haz sido mi mejor empleada en todo el año y sé que no volverás a llegar tarde. Tú y yo sabemos que este trabajo te importa y mucho.
Asiento con mi cabeza lentamente y cuando me estoy yendo a la cocina la voz de Susy me vuelve a llamar.
—Jennifer, pero la próxima si recibirás un regaño—. Contesta y no sé si tomármelo bien o mal porque no deja de sonreírme mientras me advierte.
—No volverá a pasar—. Le aseguro.
Dejo todo en la cocina y al salir por esas puertas blancas empiezo a trabajar. En toda la mañana no dejo de repartir comida, postres, bebidas, malteadas y las pequeñas carpetas que contienen la cuenta.
Casi se llega la tarde cuando la campana al abrir la puerta del local suena y mi cuerpo se detiene al ver al grupo de jóvenes que entra y entre ellos veo a Iván con su sonrisa burlesca.
La única reacción que tengo es salir corriendo hacia la cocina. Me recuesto en la pared e intento controlar mi respiración al sentir que me ahogo. Siento que voy a vomitar por los nervios hasta que una de mis compañeras se acerca asegurándose de que estoy bien.
—¿Te encuentras bien, Jennifer? Estas muy pálida y no dejas de rascarte las manos.
Miro a mi compañera Paula.
—Sí, estoy bien...
Escondo mis manos y ella se va incomoda. Busco mi celular en los bolsillos de mi delantal y lo desbloqueo buscando algún contacto. Respiro profundo y el temblor de mis manos va disminuyendo cada vez más rápido.
Dudo al querer llamar algunos de mis amigos, pero ¿Qué puedo hacer? No puedo salir de aquí y decirle a Susy "jefa, me tengo que ir porque afuera está el tipo que intento drogarme", ella al escucharme de seguro llamará a la policía y me harán dar una declaración y yo no quiero eso.
No hice ninguna denuncia solo para no darle más razones a mis padres de no quererme, de que piensen que hicieron bien en abandonarme.
Presiono el signo de llamada que se encuentra en la parte derecha en lo alto del chat y me llevo el teléfono a la oreja, rogando que Victoria me responda. Le marco tres veces y en ninguna atiende y mi única opción es dejarle un mensaje, dejándole saber mi situación.
No me puedo quedar aquí toda la tarde y menos cuando necesito el dinero. No lo pienso mucho y salgo de la cocina atendiendo las mesas que estén más alejada a la de Iván. Al rato Susy me llama y me acerca a la barra viendo como ella llena los vasos de refresco y dejándolos encima de la bandeja.
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Una vida llena de secretos
Romance[Borrador] Por el abandono de sus padres, Jennifer se ve obligada a irse a vivir con sus tíos paternos en Berkeley california. Ella esconde muchos secretos unos más oscuros que otros. Jennifer conocerá un grupo de amigos que la harán volver a creer...