Capítulo 16 El poder Clawwind

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-¡Muestra el rostro de esa niña ahora!- habló un hombre que no conocía, las manos de Amelia temblaban, lo único que podía hacer en ese momento era abrazarla muy fuerte, aferrándome a ella escondí mi rostro en su cuello, moje un poco a Amelia con mis lágrimas no quería que le pasará nada por mi culpa
- Majestad yo, no puedo hacer nada hasta que no llegue el ministro Ermes.- las cosas estaban complicándose para Amelia.
El dolor de mi cabeza estaba incrementando, y mi cuerpo sudaba más de lo normal.
- ¿Qué tiene que ver el primer ministro en todo esto?- preguntó la voz del otro hombre.
- Esto...trabajo para él, el ministro Ermes puede atestiguar que digo la verdad.- Amelia se arrodilló frente a los que estaba hablando, desde mi lugar podía ver la cara del hombre sol, se le veía preocupado por la situación, creo que podía ver lo pálida que estaba.
-Su majestad el emperador siempre ha sido conocido como el emperador más benevolente, siempre escucha a los hijos de Dieber ante cualquier situación por favor le pido que me conceda mi petición.- pidió Amelia.
La habitación quedó en silencio por un momento.
-Esta bien, llamen al ministro Ermes para que venga aquí.- Uno de los hombres de armadura, salió por la gigante puerta por dónde habíamos entrado.- Pero la orden que se le dio de mostrar a su hija tiene que cumplirla, si solo es un mal entendido podrá irse lo antes posible, hágalo ahora.- Amelia tragó saliva, una de sus manos acaricio mi espalda. Amelia se sorprendió al sentir mi espalda mojada.
-Majestad permítame atender a mi hija, se encontraba enferma y creo que ha empeorado por favor se lo ruego.- la angustia de Amelia podía escucharse en aquella suplica.
-Muestrame a la niña ahora y deja de dar tantas escusas.- hablo Candeb molesto. Sentía que mi cabeza iba a estallar, el ruido, la luz, el ambiente molestaba mucho a mi cuerpo, era muy extraño se sentía como si algo dentro de mi cuerpo ardiera, me dolía era como el fuego, quemaba.
Lo único que podía hacer esa susurrar que estaba adolorida.
-¡Su majestad!- entró corriendo un hombre bien vestido y de gran porte al salón, al llegar junto a nosotros hizo una reverencia.
-Señor permítame que le expliqué, está mujer y su hija son empleadas en mi casa, yo mismo las conozco y contraté a la madre para que pudiera darle un sustento a su hija.- el caballero fue interrumpido por una voz conocida.
-No me interesa si está mujer, es una empleada aquí, tampoco me interesa su vida, solo quiero saber si ella tomó algo que me pertenece, así que muestra a la niña.- Al escuchar a Candeb de ese modo podía asegurar que estaba más que furioso, después de todo, le he conocido sus facetas más horribles.
-Su majestad yo...- el caballero que nos ayudaba fue interrumpido por Candeb.
-De no ser así, que Dieber se considere un enemigo del imperio Clawwind.- Sentenció Candeb, escuché algunos murmullos en la habitación, mi vista se volvía cada vez más borrosa. Y el ardor en mi cuerpo seguía creciendo.
-¡Su majestad no es necesario llegar a esos extremos! Justo ahora ordenaré que se haga su petición.- dijo nerviosamente uno de los hombres.
-Mujer, muéstranos a la niña sin ninguna excusa, o el ministro Ermes será destituido de su cargo y usted será expulsada del imperio.- me aferré más al cuerpo de Amelia. Se que haces todo esto para protegerme, es lo que haría mi madre también, pero no puedo dejar que ustedes dos paguen por mi culpa. Con mi apenas fuerza me separé un poco del cuerpo de Amelia.
-Esta bien, muéstrame.- los ojos de Amelia se cristalizaron.
-Señorita...-susurró Amelia tragándose las lágrimas.
-Es una orden.- le dije con mi voz apenas audible.
Amelia miro al ministro Ermes y asintió con su cabeza, Amelia se puso de pie y se acercó hacia el frente.
-Si majestad.- Amelia me retiró la capa que me cubría, me bajo de sus brazos y con mi débil fuerza me quedé de pie, lentamente me fui girando, mi cuerpo quedó frente a unos hombres que no pude reconocer por mi visión borrosa, alce la vista y muy tenue logré ver la expresión de Candeb, sí estaba sorprendido y supongo que hasta enojado, acercó su mano hasta mi cabello y con un movimiento arrojó mi peluca lejos de mí, mi cabello blanco y un poco largo se dejó ver ante todos. Algunos susurros y suspiros se escucharon en la habitación.
-Su cabello es...- dijo el hombre a lado de Candeb.
-Planeabas engañarme sin vergüenza.- logré ver cómo Candeb quería desenvainar su espada pero antes que eso sucediera me arroje a su cuerpo, con mi poco fuerza rodeé sus piernas con mis pequeños brazos. Candeb me miró sorprendido.
-Por favor...no la lastimes yo...te lo pido.- me era muy difícil mantenerme de pie, mi cuerpo comenzaba a resbalarse pero negada a la idea de que Amelia fuera lastimada seguí abrazando las piernas de Candeb, no importaba si estuviera de rodillas ante él.
-Papá no lastimes a Amelia...por favor te lo ruego con mi vida.- sin más fuerzas mi cabeza cayó frente a sus pies.
-¡Señorita!- gritó Amelia preocupada, cuando estaba apunto de acercarse, Víctor la detuvo.-Por favor su majestad ella está muy enferma.
Los brazos de mi padre me sostuvieron fuertemente, me apegó a su pecho fuerte y cálido.
Debía estar delirando por la fiebre alta, porque por un momento vi preocupación y miedo en la cara de Candeb.
-¡Me quema!, Mi cuerpo arde.- grité de dolor, no podía soportarlo más, un mar de lágrimas acompañadas de quejidos salían de mi boca.
-¿Qué te sucede?.- Candeb tocó mi frente con su fría mano, eso se sentía bien, era como el hielo en el fuego.- tu cara está muy caliente.
-¡Majestad!- gritó la voz de una mujer.- puedo sentir dentro de la niña una especie de energía, permítame revisarla.- unas manos acariciaron mi rostro, una sensación de relajación en mi cuerpo entro de la nada al momento que esa mujer me tocó, sentí como abría un poco el cuello de mi vestido. Extrañada abrí los ojos, la mujer de ojos grises conectó su mirada con la mía, pero al verme su expresión de asombro y preocupacion hizo que me diera miedo, ¿Algo andaba mal conmigo?.
-No puede ser...- susurró la mujer, miró a Candeb y dijo.
-Es magia, pero...es magia ancestral, este tipo de magia solo es vista en el linaje de la familia real. Y hay algo más...Majestad el exceso de mana en su cuerpo está matándola, necesito revisarla ahora mismo y neutralizar su poder.- hablaba la mujer preocupada.
-Entonces salvala.- Aquellas palabras de mi padre me hicieron despertar, lo mire sorprendida, la mirada preocupada y nerviosa de Candeb me confundía.
La mujer me tomó en sus brazos.
-Por favor lleven a la maga y a la joven princesa a uno de las habitaciones del palacio.- dijo el hombre a lado de Candeb.
Mi vista se nublo y me deje vencer por el cansancio.
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Candeb

serás tú, mi majestad. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora