—Niño, esto no te va a gustar—El hombrecito me pasa una especie de navaja forrada de cuero en el mango y con detalles de oro en la cuchilla, se nota que seria muy doloroso atravesar a alguien con ella—. Necesitamos una gota de sangre tuya y un cabello.
—¿Cómo?—Pregunto sorprendido mientras doy un paso atrás.
—No hay tiempo, anda, córtate el dedo.
—¿Quieres que me saque un dedo?
El duende se acomoda el sombrero de pájaro y niega la cabeza mientras se frota el rostro con la mano que tiene libre.
—Sólo queremos la sangre, hazte un corte pequeño y apresúrate, que la mujer está muriendo...
Él señala a la chica que segundo a segundo se va haciendo más traslúcida, la verdad es que tiene razón, debo apresurarme.
—Ok, ok
Estoy algo nervioso, pero también preocupado, escucho los gritos de Iracema tras la neblina, seguido de los de Katú y los de guerra de Orkias.
Me realizo la pequeña incisión en el dedo indice y la sangre comienza a brotar, en ese mismo instante una ráfaga de luz va hasta mi dedo y toma algo del liquido cerrando la herida por completo, no me da tiempo de sorprenderme, ni de preguntar, simplemente me convertí en un espectador.
Esa rafaga de luz se convirtió en una mujer, vestida de plumas que tapaban sólo lo necesario para no mostrar su desnudez y rodeaban su cabeza como corona. Sus pies descalzos pisaban los escombros y su piel gris como arcilla parecía quebrada, sólo sus labios y los ojos estaban pintados de negro.
En la mano derecha la mujer traía un bastón de bambú, o takuara como lo llamamos aquí, y en la punta de la misma había como una especie de copa del mismo material, ella colocó el néctar rojo en ese recipiente provocando que todo el bastón brillara de ese mismo color, pero con una intensidad voraz.
—Tu cabello—Ordenó y obedecí, estiré una hebra y se lo pasé, ella lo estiró sin cruzar miradas y lo arrojó en su copa de madera— Rohenoi, Rohenoi, eju, Keraná memby ha reheja nde jasy Cario-pe.
La mujer volvió a repetir el cantico en Guaraní, la tomada era melodiosa y pegadiza, y básicamente lo que decía era <<Te llamo, te llamo, ven hijo de Keraná y deja tu luna a este Cario>>
Repitió la oración una tres veces más y al finalizar golpeó el bastón con fuerza contra el piso, cuando lo hizo sentí mi cuerpo sacudirse, mis oidos fueron sacudidos por el aullido del 7mo, más el sonido de lo más mínimo que podría moverse en ese lugar, mi olfato detectó el aroma a sangre a la perfección, a polvo, a sudor y desesperación, como si eso fuera fácil de oler.
La mujer, casi danzando vino hasta mi y me golpeó en medio del pecho con el bastón. <<Por la Puta madre de todas las putas madres>> el dolor se instaló hasta lo profundo de mi ser, podía ser capaz de entender que cada maldito nervio de mi cuerpo acababa de recibir una cortadura.
El bastón se introduce lentamente en mi interior y el grito de dolor se hace más y más fuerte.
—¡Jasy nderesapeta pytû jave!
Podía ver la sangre cayendo de mi pecho al suelo, mientras mis rodillas colisionan contra los escombros, cuando al fin ella acabó de introducir esa madera en mi, tenia la respiración demasiado agitada, el corazón latiendo a 1000 por minuto.
—La luna, alumbrará mi camino mientras haya oscuridad —logro decir cuando mis puños se cierran con fuerza.
Al fondo de mi cabeza puedo escuchar el sonido del pindó golpeando las manos de varias personas, unas palmadas rítmicas, los tambores y el canto armónico ancestral de muchas personas.
—¡Ahora si!—Habla el hombrecillo—. Eres todo un Cario Luriel Gianti.
Me pongo de pié, y paso mis manos sobre el rastro de sangre, la herida ha desaparecido, pero mi camisa ha quedado machada.
Vuelvo a escuchar los gritos de Iracema, esta vez, como le cuesta hacerlo mejor dicho. Sin más, de forma instintiva, respiro con profundidad y dejo a mis sentidos hacer su labor en especial a mi olfato y oído, cuando escucho los latidos de un cuerpo moribundo.
Corro hasta el sitio, seguido por mi par de acompañantes y el espíritu de la mujer obviamente.
Los escombros tapaban el cuerpo de la mujer espíritu, al comienzo dudo en poder quitarlos, sin embargo, no me dejo llevar por el pensamiento y voy a apartarlos, me sorprende la facilidad con la que logro liberarla, y es entonces que me comienzo a practicar RCP.
—Permiso señorita, pero su pulso está muy bajo.
—Lo que sea necesario...—Dice jugando nerviosa con sus dedos.
Hago unas repeticiones de los pasos de RCP y el espíritu se vuelca con rapidez, al cuerpo, la chica comienza a toser, pero yo no tengo tiempo de quedarme a ayudarla, me toca otra cosa ahora.
—Yo me encargo —Dice la mujer de gris, quien con un chasquido cambia de apariencia y se convierte en una mujer normal, vestida como si fuera alguien de la televisora que acaba de derrumbarse.
—¡Gracias!
Emprendo una carrera hasta el cúmulo de polvareda, mientras soy seguido por el duendecillo.
—¿Y ahora qué?—pregunto poniendo mi mano sobre el domo que cubre la zona de batalla.
—¿Qué crees que debes hacer? ¿Cómo escapaste la última vez?—Pregunta el duende.
—Fue el señor de la noche de hecho...
—¿Qué hizo?
—Habían serpientes dentro y las hizo abrir camino...
—Haz lo mismo...
—No se si hayan serpientes dentro...
—Invocalas afuera...
—¿Puedo hacer eso?
—¡Ay niño! ¡Eres el Cario!
—Pero no sé que hacer...
—Claro que sabes... sólo estás bloqueado... anda, piensa.
Cierro los ojos, e intento hacer caso a el pora, intento pensar en cómo puedo llamar a las serpientes y pedir que atraviesen el domo.
Respiro profundo y escucho de nuevo el aullido del 7mo, eso es, es al él quien debo hablar. Concentro mi poder, energía y pensamiento en cruzarme que él. En tenerlo ante mi.
Cuando al fin lo siento, lo veo y lo escucho mi piel se erizó al tener la figura de semejante bestia. Parecía un hombre lobo, pero gigante, sus colmillos tenían la forma precisa para desgarrar carne y sus ojos brillaban con gran intensidad.
—¡Bienvenido, protegido mio!—habló y la piel se me erizó—es hora de que te muestre nuestro gran poder.
Y con esas palabras el 7mo, se transformó en un hombre, común y corriente pero que a pesar de parecer alguien más me infundia terrible miedo y respeto.
—¿Cuál es tu pedido?
—Quiero... serpientes...—digo nervioso.
—Ya están en donde las quieres.
El hombre de cabello negro y ojos marrones me empujó y al cabo de un segundo ya estaba ante el domo con miles de serpientes atravesandolo, creando una abertura para mi, y dispersando la polvareda.
—¡Qué mierda!— La voz de Ragel se hizo a lo alto, y yo ahora comprendo que magnitud tiene mi poder.
—¡Cuando ordene mi señor voy por ellos!—Dice el duende bajando su sombrero al suelo.
—No esperemos más Pora, vayamos por ambos.
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El internado de La colmena [Libro 1]
FantasyUna orden secreta, poderosa y temida en el mundo de las sectas, entrena a sus hijos desde pequeños para formar parte de su sociedad. El Internado de La colmena, pasa desapercibido ante los ojos del mundo, se pinta como si sólo fuera un lugar elitis...