Revelaciones Parte 1

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Soma ni siquiera sabía si adentrarse a la biblioteca o no. Aquel hombre que era fuerte y decidido; de aspecto salvaje y de temple fuerte, le había abandonado en esos instantes. Miró a su lado, y ahí estaba Erina, sosteniendo su mano con la fuerza de la mujer que jamás le dejaría solo.

Soma nunca tuvo miedo de Alice, de Leonora o su madre. Siempre pudo pararse frente a ellas y decirles lo que opinaba sin tapujos, aún si ellas se molestaban. Pero desde que había perdido a Erina por primera vez; había adquirido un miedo inexplicable.

Y, ahora que Erina estaba de vuelta; no quería enfrentarse a nadie que amenazara con arrebatársela de nuevo.

No podría perderla una segunda vez.

—Todo va estar bien— susurró Asahi una vez que se paró al lado contrario a Soma. El pelirrojo le miró y en sus dorados ojos había incertidumbre —Solo...— Asahi hizo una pausa y le dedicó una sonrisa —, ten en cuenta que jamás te lastimaríamos.

—My lord— dijo Ryo con una sonrisa y Soma lo miró enseguida —¿Todo bien?— preguntó al nada vez el rostro descolorido de su amigo.

Soma tomó una bocanada de aire y dijo:—Sí.

De pronto, Soma sintió la mano de Erina afianzando su agarre con la suya. Ella le sonrió y asintió de inmediato, asegurando que era lo que ambos necesitaban hacer.

Y Soma lo sabía, debía confiar. Miró a todos sus amigos, ansiosos, y tuvo que armarse de valor al igual que ellos.

Soma tomó la gran puerta de la biblioteca y la abrió. Al entrar, lo primero que se encontraron fue un salón lleno de personas; más que solo las Nakiri y su madre, había un extraño grupo de personas curiosas, las cuales estaban paradas en una esquina como si compartir el mismo aire que las Nakiri y Tamako les envenenara.

—¿Qué significa esto?— Soma soltó de repente. Jamás había visto a esos sujetos; elegantes y de aspecto pulcro. Había otras personas que Soma podía saber solo por la vestimenta quiénes eran; tenían uniforme de la guardia real. —¿Erina?— el pelirrojo volvió sus dorados ojos a la chica que llevaba de su mano y esta solo suspiró con pesadez.

—Es lo mismo que me pregunto yo— Leonora; como una víbora tenaz, se situó al frente de la enorme biblioteca. Su rostro era un espectáculo de colores y tenía la rabia pintando su cien —¿Qué clase de broma de mal gusto están montando?

Como toda alimaña, Erina sintió que escuchar la voz chillona de su tía volvía a envenenar su sistema. Hoy no iba a atormentar a su cabeza. Esta vez no lo haría. Erina se soltó de la mano de Soma y le hizo frente a su tía situándose a escasos metros de ella.

La mirada carmesí chocaba con la de violáceos ojos; ambas, tenían irrefrenables ganas de compartir más que solo maldiciones.

Leonora no lo podía creer ¿Qué no se suponía que Isshiki se había encargado de Erina? ¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué no era esclava en algún campo de Australia? El solo hecho de mirarla; de ver a esos ojos desafiándola, era causa suficiente para querer matarla.

<<No esta vez, tía Leonora>> fue el mensaje que la adulta mayor descifró en los ojos de Erina y cuando la jovencita alzó el mentón y le frunció el ceño, supo que algo tramaba.

—Nos volvemos a ver, Leonora Nakiri— dijo Erina.

Sorprendida por el especial formalismo, Leonora le alzó una ceja. ¿Y ahora qué se creía Erina?

Quiero TenerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora