Una noche roja

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De saber lo que habría pasado con ella....

             Quizá nunca se hubiese fijado en sus bonitos ojos.




—¿Te he dicho lo bella que te ves esta noche?— dijo Soma, mirando directamente a los bellos ojos de Erina.

Ella rio bajito.

—Yo tampoco te he quitado la vista de encima— admitió la hermosa joven. Las manos de Soma envolvieron las suyas, el calor que emanaban de ellas era cálido y su agarre era fuerte. Ambos estaban en posición —¿Estás listo?

—Eso es algo que yo debería preguntar— respondió Soma y luego le regaló una sonrisa —. Pero sí, estoy más que listo.

Erina colocó una mano en el hombro de Soma y sintió como él envolvía su pequeña cintura con su mano libre. Ambos se miraron, conectando uno a uno sus sentidos, perdiéndose en el iris del contrario. Fue entonces cuando la música sonaba con más ímpetu, armoniosa y cautivadora. Empezaron a moverse, de la forma que solo ellos conocían.

Tan cerca y tan prohibido, adorándose con cada movimiento y no perdiendo por un segundo aquellas sonrisas que se figuraban en sus rostros, de nuevo, todo a su alrededor pasó a un segundo lugar. Soma sintió que el vals ya era un don natural de Erina; podía sentirla contra él, como si fuera una especie de ángel, uno que danza y sonríe. La sentía libre y eso le hizo sentirse completo.

En ese salón no existía nadie más: ni su madre, ni Leonora, ni Alice. Solo eran él y Erina, juntos. La quería para él, bailando eternamente, aunque eso fuera una exageración. Todavía no sabía cómo había podido vivir sin ella, sin conocer de su hermosa persona o disfrutar de sus dulces labios los cuales moría por besar.

Inmediatamente más personas empezaron a unirse al baile. No había razón para esperar, el heredero ya tenía a su pareja y las otras jóvenes casaderas debían acaparar los partidos restantes. La tensión que antes existía, desapareció, fue opacada por un espectáculo de cariño puro, entre el heredero Yukihira y la chica americana.

Soma sabía que debía aprovechar la "privacidad" en su baile. Ya había hablado con Asahi respecto a que Erina se quedase en Inglaterra, en su mansión y que decidiera poder llevar el proceso de cortejo de una forma correcta para presentarla en el invierno para la temporada en Londres...

Tenía que preguntarle a ella sí realmente estaría dispuesta a quedarse. Era ahora o nunca.

—¿Sabes?— dijo Soma, pegándose un poco más a Erina y que sus palabras salieran apenas en un susurro. Vio a la niña de bonitos ojos asentir incrédula ante su palabra y dijo: —Hablé con Asahi respecto a tu viaje de retorno a América...

Eso arrancó un extraño y profundo sentimiento en Erina, pero no estaba segura de si debía decir algo.

Soma le sonrió ante su mirada desconcertada —Le dije que no quería que te fueras— sentenció, sacando un jadeo de asombro de los delicados labios de Erina —. Quiero que te quedes, aquí, conmigo, en la mansión— dijo cada cosa sin prisa y con pausa

—¿Así que Asahi lo aprueba?— dijo ella, despegándose del cuerpo de Soma para dar un giro —. ¿O solo son tus deseos egoístas por no dejarme partir?— al preguntar aquello, lo hizo solo para arrancarle una sonrisa y claro, jugar con él.

—Puede decirse que son ambas— admitió Soma, cuando Erina volvió a pegar su cuerpo contra el suyo, él inmediatamente afianzó el agarre sobre su cintura, acariciándola y haciendo que arqueara levemente la espalda para quedarse -demasiado- cerca de su cuerpo —Asahi dijo que depende de ti...— susurró, tan seductor como atractivo, casi con su aliento acariciando la mejilla de Erina.

Quiero TenerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora