Hayama y Kurokiba paseaban por el corredor, hace poco Asahi les había dicho que necesitaba encontrar a Soma y Erina, que no quería que les quitasen un ojo de encima. El tipo de ojos grises salió corriendo con exageración, siendo como un perro rastreador. Sin saber por qué y sin preguntar, ambos obedecieron, llevaban vagando un tiempo y fue cuando Tadokoro e Hisako se unieron a la búsqueda.
Cuando iban a darse por vencidos en buscarlos, algo captó la atención de los cuatro. Las chicas no pudieron definir el sonido a la primera, pues la orquesta en el gran salón seguía resonando con ímpetu, pero...
Kurokiba y Hayama sí pudieron distinguir aquel sonido. Los años de cazadores; cuando mataban liebres en verano y aves en invierno, les había recordado aquel sonido...un arma siendo disparada...
Los chicos comenzaron a correr en dirección al eco de donde habían escuchado el disparo. Tadokoro e Hisako, alarmadas por las reacciones de estos, empezaron a correr detrás de ellos con notable diferencia.
Algo andaba mal y, aunque rezaban porque no fuera así, esperaban que no tuviera que ver con Soma y Erina. Quizá eso fue lo peor, suponer negativas sobre lo obvio.
Un jadeo de angustia brotó de los labios de Hisako. Mientras subían y cruzaban los pasillos, más entendía hacia dónde se dirigían...
La habitación de Erina.
—¡Maldición!— lo primero que se escuchó fue la queja de Kurokiba. —Pero ¡¿qué han hecho?!
Cuando se ubicaron en el umbral de la puerta, Hisako y Tadokoro taparon sus bocas de la impresión. Una sensación horrible al olor a sangre comenzó a dar estragos en sus fosas nasales. Por instinto, Hisako apartó la vista, pero Tadokoro fue quien corrió echa un mar de lágrimas hasta donde estaba el cuerpo...
En aquel pequeño lago rojo, con la cara contra el piso, una cabellera negra azabache estaba empalada en sangre. Tadokoro colocó -con extremo cuidado- la cabeza de Asahi en su regazo, buscó la fuente de su dolor y vio el torrente de sangre salir por la parte baja de su espalda. No sabía qué tan grave era o si le había tocado algún órgano vital, lo único que sabía es que Asahi respiraba lento, su pulso apenas era perceptible; sus manos y sus labios temblaban de frío.
Ella alzó la vista y vio a los otros integrantes en la habitación; Leonora y Alice Nakiri, la gran señora Yukihira y también el violinista, Isshiki Satoshi. ¿Por qué estaban mirando como si Asahi fuera poca cosa? ¿Por qué nadie llamaba a un doctor? Sintió que su garganta se volvía amarga y no podía dejar de sollozar.
—¡Hay que sacarlo de aquí!— exigió, con las lágrimas oscureciendo su vista —¡Necesita un doctor!
Kurokiba se acercó a ella, con las intenciones de ayudarle. El pelinegro rompió su camisa en varias tiras, lo suficiente para poder rodear la parte baja de la espalda de Asahi y poder minimizar la perdida de sangre.
—¿Erina?— Hisako estaba desplomada en el piso, buscando algún tipo de daño en su señorita inconsciente. Liberó un suspiro de alivio al entender que estaba bien, tenía un exceso de sangre manchando su vestido, pero ninguna herida. —Ella está bien— dijo mientras Hayama le ayudaba a cargarla.
—Ve por un mensajero y dile que vaya a por un doctor al pueblo más cercano— ordenó Hayama ya con Erina entre sus brazos.
—Irán por la policía— Leonora repuso.
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Quiero Tenerte
FanfictionSoma Yukihira es un apuesto hombre dueño de una gran fortuna, hasta ahora no ha mostrado interés alguna en emparejarse y su madre está al borde del colapso por verlo en el altar. No se imagina que su madre programa un fin de semana para que jovenes...