Revelaciones Parte 2

1K 98 70
                                    






Mi querida Tamako.

Era una lástima que no estuvieses conmigo mientras el médico me daba el diagnóstico. Básicamente, tengo mis años contados, pero claro; tú no estás para escucharlo y tampoco aburriré tus planes en Londres con tus amigas ¡Sería una barbaridad!

Pero mi pequeño Soma apenas tiene diez años y, aunque él sabe a medias las palabras del doctor, es mi hijo quien ha propuesto que haremos que esto funcione. Bueno, si es que funciona. Él es muy joven para hacerse cargo de las tierras y sé que tú no harías buen manejo de mis recursos. Por eso me he propuesto no morir, no aún.

Resistiré, solo mientras pueda asegurar a mi hijo; es lo único que me importa. Y espero que él sea un gran hombre y que no te deje a la deriva. Soma es muy noble, Tamako, déjale ser feliz.

Sé que lo nuestro era prácticamente inexistente ¿Lo recuerdas? Los constantes gritos y el hecho de no encontrarte nunca en mi cama. Incluso cuando era hora de tener a nuestro hijo; la única vez que compartimos una cama y que nuestros cuerpos se tocaron...tú estabas llorando. Lloraste por mezclarte conmigo, por querer crear una familia con el hombre el cual te ama.

Me sentí miserable. Ya pasará, me dije, pero creo que eso solo aumentó tu amargura por mí.

Te amé más de lo que pude, más de lo que posiblemente amaría a alguien. Hice todo y para ti fue nada.

Y cuando Soma nació, le vi como mi esperanza para que pudieras amarme. Fui muy tonto al pensar que eso sucedería, ¿No lo crees, cariño? Quisiera decir que fuiste buena madre, pero el autoritarismo, las etiquetas y el hecho de que quisieras arreglar un matrimonio con mi pequeño apenas cumpliendo los ocho años no son cosas que deba alabar. De no ser por mí, quizá Soma no tendría una infancia normal.

Sé que ambos tenemos enfoques diferentes: tú eres cruda y realista, y yo simplemente improviso sobre la marcha, pero ¿No crees que deberías dejar de culpar a tus traumas? Sabrá Dios cuánto dolor acarreas, pero un hombre no es adivino para saberlo. Se le llama comunicación, querida, era algo que normalmente hacen los esposos, pero creo que no lo sabías.

Sabía el asunto por el cual te casaste conmigo: dinero. Y también tenía entendido que tu padre -aun sabiendo que te casaste conmigo- no estaba conforme con el asunto. Sí, te vi llorar, llorar por nacer mujer en una familia donde había cuatro generaciones consecutivas de hombres, pero ¿En serio crees que es tu culpa, querida?

El linaje de los Saiba es algo que mi familia a perpetuado al pasar de las décadas y con Soma, este linaje que comenzó seguirá hasta que mi hijo tenga su heredero ¿Algo tan banal como el apellido y la clase te molestaba? Sé que contigo lo que fue de los Yukihira se perderá y, para demostrarte que a mi me importaba en lo más mínimo el título y la clase...

Renuncié a ellos por ti.

Lo hice por ti.

Lo hice porque algo como eso no tenía valor para mí, pero claramente lo tenía para ti. No solo renuncié a ser parte de mi familia, sino que arrastré a mi hijo seguirte, a que estuvieses contenta con nosotros.

Y creo que es de las pocas sonrisas que vi en tu rostro. Cuando te dije que tu apellido estaba a nombre de todo: mis tierras, mis rebaños, la mansión, las casas de Mayfair y que Soma llevaba tu apellido como heredero para seguir tu linaje. Que todo era tuyo. Y que, yo no tenía nada. Sin exagerar, te tiraste a mis brazos cuando escuchaste mis palabras: fue la primera vez que me sentía amado y querido.

Quiero TenerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora