Capítulo 8- Otro baile y un invitado indeseado

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Por siempre suyo...un pequeño Kaos











Erina tenía un humor de perros. Uno que demostraba su inquietud ante la sola idea de ir con todas las jóvenes casaderas a ensayar el vals. Se negó, una y mil veces lo hizo, pero Hisako y Tadokoro advirtieron en lo importante que era que ella sociabilizara con las demás, pues ahora que era el centro de atención, muchos mal intencionados divulgarían cosas de ella si no le miraban en las sesiones con las demás señoritas.

¿Le importaba? Ni en lo más mínimo, pero a veces es mejor no tentar al destino, mucho menos cuando el honor está puesto de por medio.

—¿Cómo está la jungla?— Hisako dijo discretamente a Tadokoro, mientras la mencionada miraba por una rendija de la puerta y se esmeraba en saber si ya estaban congregadas todas las señoritas en el pequeño salón.

Erina no pudo evitar una sonrisa, pues realmente no era necesario anticiparse a nada.

—Abrumadora— murmuró Tadokoro, luego se volvió a ambas —Hay demasiadas señoritas en mi opinión y su parloteo me hace saber que no será un simple ensayo.

—Bueno, no tenemos opción— Erina dijo en un tono de desaire. Tomó la puerta y decidió que se uniría a todas en la sesión.

Efectivamente, había un número considerable de jovencitas y otras no tan jóvenes, todas haciendo una masa aglomerada de entusiasmo en algún punto específico de aquel salón.

Erina no quería ser curiosa sobre aquello que las señoritas estaban engullendo con su parloteo, desinteresadamente se dirigió a uno de los extremos del salón, donde había una hilera de sillas preparadas y que claramente estaban vacías. Eso iba estar caldeado, ya se sentía abrumada de solo pensar que bailaría, más cuando lo único que sabía, era nada más y nada menos que los pasos básicos que el gran Yukihira Soma le había enseñado.

Una sonrisa tonta fue arrebatada de su rostro al pensar en Soma, pues seguramente le daría las gracias sí llegaba a salir victoriosa de un ensayo de vals sin levantar sospechas de que realmente nunca supo bailar algo como eso.

—Hemos venido aquí esperando servir de ayuda al ensayo y nos encontramos con una sesión de casamenteras— Ryo, el tipo con cara de póker, se había sentado a dos sillas cerca de Erina. Tenía una cara de completo desagrado, misma que hizo a la joven de bonitos ojos sonreír, pues a ella le pareció divertida la muestra de soltura.

Pero entonces Erina captó mejor el mensaje ¿Muestra de casamenteras? O sea que estaban probando suerte con un chico en específico...

—Soma creyó oportuno venir a dar su presencia— Hayama se coló en la mente de Erina, parándose muy cerca de la señorita y sus carabinas.

—Así que él está en medio de ese tornado...— divertida, Erina señaló ese círculo de mujeres gritonas que decían alabanzas a diestra y siniestra. No podía verlo, pero imaginaba la cara de desasosiego que él tendría al estar rodeado de una horda de mujeres solteras y bonitas.

—Es penoso— bufó Hisako.

—¿Ustedes deberían ayudarlo, no?— Tadokoro se dirigió a los supuestos mejores amigos se su señor.

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