Capítulo 12- ¿Amigo o enemigo?

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Por siempre suyo...un pequeño Kaos









Asahi iba de camino por los fríos corredores de la gran mansión de los Yukihira. Demasiado dinero, es lo que dijo, sabiendo que a dónde fuera que viera había un gusto desorbitante por pagar en banalidades. Bueno, no hay por qué juzgar, eran seguramente de la clase más alta de Inglaterra.

Seguía pensando en las palabras que cruzó con Leonora, que dicho fuera de paso, se sentía incompleto por no haberle sacado más de aquel enojo que esa mujer albergaba. No era ningún mercenario, pero podría serlo si aquella mujer osaba de alguna manera de atentar contra Erina.

Se detuvo en una banca, aspiró aire y lo liberó con pesadez. Miró el arma que guardaba en su chaqueta...inservible. Fue una mala idea tirarse al lago llevándola entre sus calzas, afortunadamente, ni Erina u otra persona lo notó. Sabía que el mecanismo del arma no debía funcionar, a menos que se diera a la labor de limpiarla durante horas para devolverla a su sana gloria.

—Leonora lo pensará al menos dos veces antes de intentar algo— fue lo que dijo. Miró por detrás de él, unos pequeños arbustos tupidos y tiró el arma sin mostrar remordimiento. No funcionaba, tampoco tenía paciencia para limpiarla —Es lo mejor.— sonrió divertido.

No quería involucrarse en terreno peligroso, pero se intentaba convencer de que Leonora no era más una víbora venenosa de palabras vacías. Además, algo de razón tendría, pues un americano no tenía ni voz ni voto cuando de la gente de alta cuna se trataba.

—Muero por un tabaco— Asahi cabeceó rendido. Desde que había llegado a Inglaterra no se había dado el lujo de fumar, principalmente con todo el asunto de sus...movidas.

—Casualmente le puedo ofrecer uno...

Asahi miró de forma poco receptiva a su interceptor.

Uno joven alto, de porte noble y ojos color esmeralda estaba parado frente a él. Lo vio esculcar entre su saco y se percató de que buscaba algún buen tabaco. Asahi no se hizo el desinteresado cuando aquel galante ingles le ofreció el más fino de los tabacos con la lumbre en mano.

—Gracias...— Asahi dijo tomando su ofrenda — ¿Señor...?— hizo una pausa mientras lo miraba con interés.

—Isshiki Satoshi, terrateniente del condado de Essex y próximamente marqués— se presentó. No vio oportuno pedir permiso, así que se sentó en la misma banca que el tipo de ojos grises —¿Y su nombre es...?— interrogó cuando empezó a encender un tabaco para él.

—Asahi Suzuki— dijo simple su compañero de al lado, que le daba tremenda calada al tabaco, para luego liberar humo en un gesto realmente placentero. —Tengo un pequeño rancho y tres comidas al día— Asahi se río por su pequeño chiste, pues no había por qué aparentar tener títulos.

—No le había visto por aquí, señor— Isshiki se permitió verlo; su ropa y su aspecto. No le conocía de nada, pero el acento se le hacía sumamente familiar —¿Es americano?

Asahi lo miró y sonrió —¿Lo dice por la forma tan sexy en que mi acento arrastran cada palabra?

Isshiki arqueó una ceja —No creo que sea la descripción que yo usaría— le dio una calada a su tabaco de forma desinteresada —, pero me imagino que alguien le ha dicho eso, así que no juzgaré la forma en que le mienten a lo descarado.

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