30 días y noches pasaron para que el destino lance su nueva ficha en el camino de Mariana y Michele.
Sentado en el avión dirección Barcelona desde Roma, Michele contempla cómo los edificios se hacen pequeños entre las nubes que los van tapando poco a poco.
Sonríe y suspira pensando en las ganas que tiene de aterrizar.
Contempla con ternura cómo sentados con obediencia le miran sus hijos, Brando y Marcus.
-Súbete la mascarilla Marcus hijo - le dice Michele mientras la acomoda, tapándole la nariz al niño - Así mejor.
"Coronavirus, oh maldito coronavirus, que llegado para quedarse, al menos por un tiempo.
Es necesario, todo esto es necesario, y más que haría falta.
Intensos dolores musculares y esa maldita sensación de ahogo... Nunca antes me plantee por una enfermedad dejar de fumar, pero definitivamente esto me ha servido de lección.
Sé que hay gente que lo ha pasado peor y yo no estuve tan mal como podría haber estado, pero también sé, que esa noche en la que tuvieron que entubarme de emergencia, me ha servido para valorar más mi vida. Mi tiempo, con mis hijos. Mi salud es lo único que me garantiza verlos crecer. "
Piensa Michele absorto en sus pensamientos. De nuevo al contemplar por la ventana, sus ojos empiezan a llenarse de lágrimas, de la emoción de la imagen de toda Barcelona a sus pies. El corazón se le acelera y los nervios empiezan a comerlo por dentro.
"Oh mi querida Barcelona, te echaba de menos. Te prometí que volvería en algún momento. Aquí me tienes, de nuevo, tras 6 meses. Medio año, ya ha pasado, tantas cosas han ocurrido, cosas tan intensas y sobre todo ha pasado tan rápido todo".
Aterrizan, Recogen maletas, y cual trio de mosqueteros, los tres hombres Morrone se disponen a salir del aeropuerto.
Parece mentira, pero a duras penas hay fans. Gesto que agradece inmensamente Michele. Alguna que otra foto le echan y mientras saluda a la gente que le reconoce, pero nadie se les acerca.
El aeropuerto está más lleno de lo que normalmente estaba estos últimos meses, cosa que es normal, teniendo en cuenta que estamos en los caluros meses de verano aún, pero aún así, reconoce perfectamente a lo lejos, parada apoyada en el maletero del coche, a su chica. Sí, sí, ella, es ella. Como si una luz la estuviera reflejando entre toda la gente de su alrededor, incluso en la lejana distancia, Michele la reconoce, aún y siendo su silueta más pequeña que la de una hormiga.
Sus labios se curvan a tal nivel y con una intensidad llena de tanta felicidad, que le duele incluso la boca. No puede evitar acelerar el carrito donde lleva a sus hijos montados encima de las torres de maletas.
A medida que se acerca, la ve mejor, con las manos en su cintura, de pie y derecha mirando en su dirección sonriendo como una verdadera musa. El viento que la despeina y hace que su larga cabellera vuele en el aire.
Mariana, se quita las gafas de sol y le saluda en la distancia con la mano. Algo nerviosa, al no saber cómo reaccionar al verlo, con sus hijos junto a él.
Y cuando están a solo dos pasos de distancia, ninguno puede evitar correr uno hacia el otro y fundirse en un abrazo efusivo. Michele la atrae hacia él y la sube a sus brazos. Ella, más feliz que nadie, envuelve sus piernas en la cintura de él y solo la mascarilla y los hijos de Michele los frenan de fundirse en un beso que llevan esperando con tantas ansias.
-Chicos, venir, dai. Ella es Mariana. Es la novia de papa.- dice Michele desenredándose del cuerpo de ella y acercando uno a uno a los niños, que aún estaban sentados encima de las maletas, viendo la estampa de su padre con su novia.
Marcus, el mayor, corre a los brazos de ella y entrelaza sus brazos en su cuello. La abraza fuerte, tan fuerte que Mariana lo alza en sus brazos.
"Gracias a ti mi papa estará mucho tiempo con nosotros". le dice el pequeño en italiano, emocionado.
-Tu papa siempre va a estar con vosotros corazón. Esté o no esté yo, no lo olvides nunca. - le dice ella susurrando en su oreja y hace que el niño le de un fuerte beso en la mejilla.
Brando, más vergonzoso y cortado solo se queda tras las piernas de su padre sonriendo tímidamente.
-¿Quieres que vayamos a casa para que conozcáis al fin a Daniela? - pregunta Mariana alzándole la mano al niño que de repente emite una sonrisa entusiasta.
Michele, sonríe al ver la imagen y mientras mira a Mariana de reojo acompañar a los niños al interior del coche, empieza a colocar las maletas en el maletero.
-Michele, Michele, bienvenido de nuevo a Barcelona. ¿Como te encuentras tras haber superado el Coronavirus? ¿Vas a quedarte mucho tiempo en Barcelona viendo la cantidad de maletas que traes? ¿Nos podrías presentar a tu novia?
Una decena de paparazzi los abordan en ese momento.
Michele, quien solo agradece el interés, comenta que todo está bien y que pronto hablará más claro de sus futuros proyectos. Que por la actual situación van con pies de plomo y las noticias salen en el mismo instante que las cosas suceden.
-No os preocupéis, poco a poco os iré introduciendo algunas noticias. Solo dejarme acomodarme en la ciudad y os prmeto que os explicaré todo detalladamente.
Y de esa manera, emprenden camino hacia su futuro hogar.
-------------------------------------------------------------------------------
Mariana
Mientras conduzco veo por el espejo retrovisor como duermen tanto Marcus como Brando.
Son unos niños tan dulces, tan educados y tan cariñosos... parece increíble, recién los conozco en persona pero ya los adoro, por todo el tiempo que hemos compartido estas semanas con nuestras videollamadas. Lo mucho que disfrutaba mi niña mientras les contábamos un cuento antes de dormir.
El vínculo que hemos ido creando con Michele y los niños, tanto los suyos como la mía, a lo largo de este mes, ha sido tan bonito y tan real que ansiaba que este reencuentro ocurriese.
Sé con certeza que mi hija estará feliz de relacionarse con ellos. Y yo no puedo tener el pecho más hinchado que ahora, por la gran felicidad que me llena este momento.
Frenamos en la autopista, para pagar en un peaje, y torpe de mi que se me caen las monedas, ambos nos agachamos para recogerlas. Nuestras caras se acercan tanto al casi chocarnos con las cabezas que una sonrisa pícara se me dibuja al segundo.
Ambos miramos a los niños, durmiendo como angelitos, y nos falta tiempo para lanzarnos a por ese ansiado beso.
Sus manos atraen de golpe mis labios hacia los suyos. Agarrando con fiereza mi cara y enredando sus dedos en mi cabello.
Y no puedo evitar sentir que una pieza que me faltaba, vuelve a mi.
Su piel, su contacto, su olor. La plenitud que siente mi alma al tenerlo junto a mi.
Noto la ternura con la que me acaricia las mejillas y me siento quemar por dentro, de lo ruborizadas que están.
Sonrío juguetona dándole pequeños besos mientras soy yo la que atrae su cara entre mis manos.
-Dios cuanto te he echado de menos. - le digo entre susurros mientras lo sigo besando.
-Te aseguro que yo mucho más, pero vamos a tener que dejar lo bueno para el final de la noche. - me dice intentando sin éxito, entre beso y beso, separarse de mis labios.
-Por supuesto, pero se me hacía difícil concentrarme en conducir, con estas ganas tan grandes que tenía por besarte. - le digo parando de besarle pero aún con su cara entre mis manos. - No me puedo creer que esto esté pasando. No puedo creer que ya estés aquí. - junto mi frente con la suya y suspiro hondo mientras cierro los ojos.
"Gracias dios mío, gracias por cuidarlo y por permitirme de nuevo tenerlo a mi lado" pienso.
-Pues créetelo, porque aquí estoy, y de aquí no me pienso mover. Nos lo merecemos. Nos merecemos tenernos el uno al otro. Y vivir esta historia a nuestra manera, pero juntos. - me dice y me da un beso en la frente.
ESTÁS LEYENDO
Lo que el destino te depara
FanfictionA veces, intentamos frenar al corazón pensando que se debe anteponer a la razón, pero si tu destino esta escrito, por más que lo intentes, acabarás en el lugar que tu camino te ha marcado. ♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡ En el camino de Mariana, recepcionista de...