Detrás de las nubes el cielo es siempre azul

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Mientras sube las escaleras a trompicones, las lágrimas ya inundan su cara.
Abre la puerta de acceso al terrado del edificio. A medida que avanza, inspira intensamente, cargándose de todo el aire que puede y tras expirarlo se va desvaneciendo y se deja caer en el suelo. 

Su llanto aumenta a medida que las nubes  se van juntando y formando un fondo gris que tapa todos los rayos de sol. Truenos empiezan a explotar repentinamente y de golpe gotas de agua se mezclan junto a las lágrimas de Mariana.

Grita, salta, y patalea todo lo que sus pulmones le permiten. Y tras verse más agotada que nunca, estira de a poco su cuerpo en el suelo. 

Mientras la intensa lluvia choca contra toda su piel, su mente consigue encontrar la calma que necesitaba. Cierra los ojos y huele el aroma que deja la lluvia a medida que va mojando todo lo que le rodea. Abre los ojos y contempla el cielo aún negro. 

No es hasta minutos después que aprecia una pequeña luz al fondo, un minúsculo rallo de sol que se intenta escapar entre tanta nube negra. 

Cierra los ojos y toma un nuevo respiro intenso de aire fresco. "Yo estoy aquí para ser feliz. Mi vida merece la pena. Mi camino lo marco yo. Y mis decisiones son válidas." 

Al abrir los ojos tras esos instantes de paz, sorprendida por la claridad del día y la inexistencia de las nubes, Mariana se coloca de golpe de pie. 

Detrás de las nubes el cielo es siempre azul. Esa vista, ese cielo, y sobre todo, esta sensación de paz que la llena, la hacen darse cuenta de lo mucho que le esta ayudando la meditación. 

La vida nos va dando señales, muy bonitas, que si captamos en su esencia, nos llena de valores que desafortunadamente no se aprecian realmente a día de hoy. 

Amor propio le dicen, ¿realmente que es?
Quererse y valorarse a uno mismo, ¿pero como? 

Haciendo que el resto de personas que forman tu vida sean partícipes porque tú lo decides, es tú vida. Si algo o alguien no te hace bien, apártate de ello. 

No sufras por algo que puedes cortar de raíz, pero sí debes detectar en que momento esa persona te hace bien o no. 

Tras ponerse el sol poco a poco, Mariana se decide a volver a casa. 

Este confinamiento ha conseguido sacar sus debilidades y la soledad le ha aportado ciertas facetas a su vida sin las cuales no podrá volver a ser la misma. En parte está recuperando su propia esencia, todo lo que había olvidado de sus añoranzas más intensas y con las cuales se siente más completa. 

Abre la puerta y aún con toda la ropa chorreando entra a la cocina y se sirve un vaso de agua. No hay rastro de Michele ni por el patio ni su cuarto al parecer, ya que estan las luces apagadas.
Va al baño y empieza a quitarse la chaqueta goteando agua sin parar. 

-¿Mariana? - grita Michele mientras abre la puerta del cuarto de Daniela. 

Pincel en mano y todo manchado de pintura, levanta la mirada y contempla a Mariana, tiritando y totalmente mojada. 

- ¡Dios mío como se te ocurre salir en pleno confinamiento, y con la que estaba cayendo! ¿estas loca? sin telefono ni manera de contactarte. ¡Mariana llevas 5 horas fuera de casa! - escupe Michele y se queda observando el semblante frío de Mariana - ¿estás bien? - espeta sin obtener respuesta alguna- creo que te irá bien un baño de agua caliente. Puedes darte un baño en mi cuarto, si quieres te lo preparo. 

-Vaya Michele gracias, por permitirme usar tu baño. - le dice Mariana con cierto enfado - pero no te preocupes, me conformo con ducharme y ya lo usaré cuando te hayas marchado. 5 días puedo soportarlos - se gira para entrar al baño pero se para en seco -  ¿Sabes que? Sí, si quiero un baño, porque sino me congelaré ahora mismo. 

Lo que el destino te deparaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora