Buenos días

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Mariana y Daniela se entretienen juntas en la sala de estar de la recepción mientras atienden la llegada de Óscar para ir al aeropuerto con la niña.

-Cariño no llores, lo conseguirás a la próxima. - le dice con paciencia Mariana. 

-¿Me ayudas mami?- ruega ella con carita de pucheros aguantándose las lágrimas que casi llegan a caer. Pero las balsas de sus ojos, llenas de agua, aguantan hasta que su madre la abraza fuerte. 

-Claro cariño, mami siempre te va a ayudar con todo lo que necesites. Vamos a intentar una vez más, pero esta vez más despacito. 

-Si yo soy una campeona. - sonríe la niña llena de alegría mientras se limpia las lagrimas.

-Parecéis dos ángeles. - les dice después de tocar la puerta entreabierta y sonríe a la vez que se rasca la cabeza ruborizado por interrumpir tan entrañable estampa. - Quería despedirme de Daniela, ¿se puede?.  

-Buenos días - sonríe Mariana algo ruborizada. 

-Mikii - salta Daniela de su asiento dejando todas las manualidades por los suelos. - Estamos haciendo muñecos de nieve y ya se pegar con pegamento. ¿Vendrás a visitarme? me lo prometiste. 

-Claro que si angelito - espeta conmovido por el abrazo que la niña le da al correr a sus brazos. - yo siempre cumplo mis promesas. Te iré a visitar ¿okei? muy pronto trabajaré en España.

- Okei - le dice la niña mientras levanta un pulgar. 

-Eres la niña más lisa que conozco. ¿Le preguntarás a mami si querrá que conozcas a mis hijos cuando lo haga? A Brando y a Markus. 

Mariana algo conmovida y a la vez que sorprendida, se para a responder después de empezar a recoger los juguetes de Daniela. 

-Sería un gran placer conocer a tus hijos. Si realmente vienes a España con ellos, estaréis invitados a nuestra casa siempre que queráis.  

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Michele

-Toc toc, ¿se puede pasar? - bromeo mientras pico a la puerta imaginaria que tengo delante. 

-Como si pudiera evitarlo - me dice ella sonriendo con un brillo especial en sus ojos y deduzco que lleva más de dos copas de vino en el cuerpo - siéntate, si realmente quieres hacerlo. 

La miro mientras me empapo de la felicidad que me llena este momento. Lo maravilloso que ha sido todo esta noche. 

Me acerco la botella de vino que está en la mesa de la terraza y sirvo  dos copas. Tras dejarlas en el suelo me siento en el bordillo de la piscina, me desquito de mi calzado, y me uno a ella que tiene las piernas descansando en el agua. 

-Creo que me debías esta copa de vino hace mucho tiempo. - le digo mientras le acerco una.  

-No me gustaría negártela pero me da que llevo demasiadas copas para lo que mi cuerpo aguanta últimamente. Pero aré una excepción. Gracias - me dice y choca con un brindis mi copa. 

-Seré breve. Gracias por esta noche - le digo mientras contemplo cómo se ruboriza, sonríe y sus hoyuelos se marcan. Me hace sonreír. Y la quiero abrazar. 

En ese momento se despiden varios trabajadores que han terminado de recoger las mesas y apagan las luces de la piscina. Los focos nocturnos la iluminan a la luz de la luna en ese preciso instante y me abraza de manera tan dulce que me remueve las entrañas. Siento que si no la beso ahora mismo algo se romperá en mi. 

-Tenía muchas ganas de hacerlo - me dice deshaciéndose del abrazo y poco a poco hechizándome con su sonrisa. 

-¿Te puedo besar?- le digo mientras le ruego una tregua, se que ella misma la quiere. 

Lo que el destino te deparaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora