Lo que el destino te depara

Llegó la hora de 365 DNI - parte 1

Mariana

Llevamos menos de una hora hablando y acabamos de descorchar la segunda botella de vino.
No se hasta que punto llegue esta conversación pero sino espabilamos, me quedare dormida viendo la película.
Tengo cierto aguante al vino, y estos últimos 7 días me han servido más de practica, pero abrir una segunda botella conlleva borrachera en mi, y una borrachera conlleva sueño rápido.

-Va Miki espabila hombre, que a este ritmo no llego a la película. Me voy a quedar dormida y te ofenderás porque pensarás que lo hago porque me aburre - le digo metiéndole prisa, ya que lleva un buen rato intentando de manera fallida descargar el archivo que le ha enviado Blanka.
-Voy voy señorita exigente, yo no soy tan bueno con las tecnologías, si tan bien se te da hazlo tu anda. - me dice y me entrega el móvil.

Mientras intento descargar el archivo, van apareciendo un montón de mensajes en su teléfono que interrumpen lo que intento hacer "Miki te amo" - "Eres tan inspirador" - "Por favor contéstame" - "Eres un dios griego". Sonrío mientras me quedo pensando.

-¿Me permites que te pregunte algo? - le digo tras analizar hasta que punto puede llegar nuestra conversación, si pretendo ser breve...
-Soy todo oídos - me responde mientras se enciende un cigarrillo y me pasa uno a mi.
-¿Como puede ser que aún sigas soltero, con todo el séquito de mujeres que tienes detrás? - le muestro su teléfono, que no para de emitir mensajes nuevos por segundo - Y bueno, perdona que sea tan franca, pero eres un encanto, creo que esa palabra te describe a la perfección. ¿Sabes? Eres de esas personas con las que fluye el estar bien, no dramas, no malos ratos, todo positivo... ¿cómo puede ser que no hayas encontrado a esa persona que lo pueda ver y valorar?
Se gira de golpe tras terminar de escuchar mis palabras. Noto que está pensando y analizando bien sus palabras, como si intentase procesar lo que yo he dicho y expresar exactamente la respuesta que siente su corazón.
- Estoy esperando esa persona que haga que me cuestione todo, que pueda bailar tanto en la pista junto a ella como en su piel sin temerle a nada . Que pueda recorrer los magníficos e inesperados caminos de la vida hasta que nuestras caras tengan más curvas que nuestros jóvenes cuerpos. Que podamos cantar canciones a todo pulmón acompañados de sonrisas y cómplices miradas. Que en su hombro pueda desahogarme tanto que temería marchitarlo. Que su voz suene en mis oídos cual canción favorita. Que todo su ser sea suficiente para que después de mil años, sigamos con vida. Ahora dime: ¿compartirías momentos así con alguien corriente? O esperarías hasta encontrar a la persona que te haga sentir todo eso?
Me callo, le miro y simplemente le sonrió.
Le doy una calada a mi cigarrillo mientras intento pensar una respuesta que no suene patética al lado de estas declaraciones tan preciosas. Y sin pensarlo sale de mi boca:
-Cuando dudes de ti, ven a mi y te mostraré que vales más de lo que crees.
-Ojalá no tuviera que alejarme de ti. - me toma las dos manos y me da un apretón tan fuerte que noto mis huesos casi romperse. - Ay mi angelito bonito - me dice y me da un beso en la frente.
- Sabes, nunca pensé que podría convivir con un hombre que no conozco apenas, pero creo que no se nos ha dado tan mal eh, hasta nos queremos como hermanitos - le digo mientras me giro a recoger el mechero que se ha caído al suelo - no me mires el culo pervertido - grito tras ver su reflejo en la puerta de cristal, inclinando la cabeza al mismo momento que yo me agacho.
Y como si la cosa no fuese con él, de repente me suelta tremendo azote en el culo que hasta noto repicar mis nalgas.
-Si somos hermanitos, ¿no hay problema tampoco en que te haga esto no? - me dice con toda la normalidad del mundo, para empezar a hacerme cosquillas mientras yo intento sin éxito alguno pegarle por su comportamiento.

Me puede, su humor me puede. Este tonteo no sé hasta que punto es bueno ni como acabará...me siento como una niña ilusionada de nuevo. Pero siento que merece más la pena aguantar esta amistad tan mágica que hemos conseguido formar, que estropearlo todo mezclando sentimientos que comprometerían todo esto tan sano que tenemos.
Pero luego le miro a los ojos y le escucho habar y se me enternece tanto el alma que me gustaría por un momento dejar de ser racional y lanzarme a sus brazos.