Lo que el destino te depara

Gotas de agua dulce

-¿Te has planteado alguna vez cambiar de ciudad? – dice Michele mientras le da un gran sorbo a la copa que se acaba de llenar de la quinta botella que han descorchado. 

-¿Otra ciudad? – piensa un poco Mariana – Si te soy sincera sí. E incluso más de una. Pensé vivir en París, en mi época de estudiante. Después en Barcelona viví momentos tan mágicos que me quité de la mente cambiarme a cualquier otro lugar del mundo. Hasta que... - le da un sorbo a su copa muy despacito porque incluso ella, que ha bebido poco debido al desfase de la noche anterior, empieza a notar sus mejillas ruborizadas, efecto del alcohol. – Hasta que mi hermana cruzó el charco para irse a las Américas – dice riéndose – Según ella, si voy, no querré volver nunca más. Mejor dicho, no querré ir a ningún otro lugar.

- Michele tiene planes en Hollywood. Tenemos que plantearlo más detalladamente aún pero vamos, puede que para entonces tu ya estés viviendo allí y nos podamos volver a alojar en el Royal ¿Los Ángeles? ¿Las Vegas? – dice Clotilde ya bastante pasada de copas - ¿Existe alguno de ellos?

-Si no existe lo podemos crear – dice Michele levantando la copa en alto y subiendo el volumen de tal manera que algunas personas de alrededor de su mesa empiezan a alzar la vista hacia él - ¿No es así? Si algo no existe lo creamos – dice dirigiéndose hacia ellos mientras ve como lo contemplan con risas disimuladas. – Aparte, no estaría mal tener algún negocio propio, tengo varias cosas en mente.

- Yo no te lo recomiendo, al menos no ahora. Piensa que, con todo el tema del virus, el sector turístico es el que más se ha desventajado. Hemos tenido que trabajar muy duro estos meses para poder abrir los nuevos establecimientos. Es más, de poco que no pudimos hacer la reapertura del Berlín, debido a los rebrotes que hubo el pasado mes. Y el Royal Barcelona allí sigue, aún cerrado. Debes ser inteligente Michele – le dice Mariana dejando de lado la copa de vino y encendiéndose un cigarrillo – Ahora mismo, el mundo entero se dedica a pasar la mayor parte de su tiempo en casa, y muchos no pueden ni trabajar, su tiempo lo dedican a otro tipo de actividades, como por ejemplo, cocinar. Al tener más tiempo disponible se dedican a cuidar mejor de su alimentación, también han empezado a cultivar más sus cuerpos. Vestimenta. Eso deberías de hacer, abrir un negocio de vestimenta, algo que te inspire y que tenga tu propio sello, pero creo que ahora mismo es el mejor camino para tomar.

- Voilà. Mariana te acaba de hacer un análisis resumido del negocio que podría ventajearte en base a la actual situación. Creo que te voy a llamar más a menudo cuando tenga alguna cosa pendiente de negocios.

Clotilde lleva ya un par de horas con Michele y Mariana y entre los tres se han dedicado, básicamente, a charlar y beber. Los intentos de recoger e irse han sido varios, pero con la escusa de querer ver el atardecer, se han quedado más y en realidad, más se podrían quedar gracias a la charla variada que va surgiendo entre los tres.

-Tengo una sorpresa. – dice de repente Clotilde – pero creo que debería de callarme, sino no será sorpresa. – dice mientras suelta una risita chillona.

-Estas copas de vino son como gotas de agua dulce, lo sé. Pero - dice Michele con su voz apenas comprensible - deja de beber Cloti... – prosigue sin poder terminar de decir su nombre.

-Creo que ambos deberíais de dejar de beber – responde Mariana- Ya podemos recoger poco a poco, si no se nos ara tarde. No quiero ir por estas calles a oscuras, sino me perderé.

-NO – dice rápidamente Clotilde – No, no, aún no ha atardecido – dice intentando disimular un poco y controlar sin éxito su estado de embriaguez. – Mariana esta mañana me has prometido un atardecer de película.

-Está bien, tranquila, podemos quedarnos media hora más, pero ten en cuenta que en menos de 10 minutos podremos ver ya el atardecer. Mira como está bajando el sol poco a poco. – dice señalando al fondo, donde se aprecia el resplandor tras toda la vegetación que cubre el lugar en el que están.