Llegó la hora de 365 DNI - parte 2

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Michele

-Todo bien Roub, ya sabes, estoy en casa de una amiga. No se que hubiera echo sin ella la verdad. Cuidaros mucho y que tengáis buenas noches -  estoy por colgar la llamada con Rouba y escucho sonar el teléfono de Mariana. ¿Quien la estará llamando a estas horas? - Lo dicho, dales un beso a los niños de mi parte por favor, y cuidaros mucho – el teléfono sigue sonando. Quizás está en el baño, por eso no lo escucha.
Tras colgar la llamada con Rouba y como estoy fumando aún, le grito - ¡Mari tu teléfono, te están llamando! – nada, ¿Dónde se ha metido esta chica?
Apago el cigarrillo aún por la mitad y voy al salón desde donde se escucha el teléfono, me acerco y, al parecer, es la alarma. ¿Por qué narices tiene una alarma a las 12 de la noche?
La apago rápidamente y para mi sorpresa, allí está ella, dormida profundamente, desparramada en el sofá.
¿En que momento se había quedado en ropa interior?
Estaba tumbada sobre su estómago,  con los brazos en su cabeza, con una rodilla más arriba que la otra, lo que hacía que tuviera ese hermoso y redondo culo en alto, justo frente a mi, a unos pasos.
Ese tanga negro de hilo cubriendo solo una pequeña parte de su vagina, dejando a la imaginación poco…¡¿Dios Michele, que estas haciendo?!
No puedo dejar de mirarla, mis ojos van viajando por las líneas de su cuerpo y me veo parado adorando cada detalle de Mariana; esa peca en su nuca, la curiosa cicatriz en el borde de su hombro, los hoyuelos apenas visibles en su espalda.
La camiseta fina y granate se había desplazado de tal manera que se apreciaban sus enormes pechos, aplastados contra el sofá. 
Quería despertarla, pero no consigo moverme.
Quiero quedarme aquí de pie, mirándola para siempre, como respira, sus delicadas  facciones mientras sueña.
!!!Debería apagar la tele e irme, me estoy comportando como un pervertido, y me podrían hasta encarcelar por esto!!!
Intento pensar pero el deseo empuja rápidamente a mi cerebro y noto mis piernas inconscientemente moverse hacia ella. Me siento al borde del sofá y le acaricio la cara.
"Eres tan dulce pequeño ángel, tenía verte así para aceptar de una vez por todas lo mucho que te necesito, no puedo aguantarme, lo siento."
Empiezo a acariciarla suavemente por el muslo mientras la voy despertando con mis palabras “Mariana Te estaba sonando la alarma, te has quedado dormida”.
Ella aún soñolienta y desconcertada, abre los ojos. Noto cómo se tensa todo su cuerpo y al instante vuelve a cerrar los y acompañada de mi tacto la noto relajarse y emitir ciertos ruidos guturales. Ésta reacción me anima a acercarme más a ella, quiero olerla, muero de ganas por abrazarla y poseerla.
Le acaricio toda la silueta,empiezo por la nuca, bajo por su espalda, acaricio esos hoyuelos, que me sacan una sonrisa que no puedo controlar y noto como mi pantalón abulta y forma una tienda de campaña.
Mi cara está solo a centímetros de la suya. Mi nariz atrapada en su cuello, por ese olor tan agradable, como si fuese una droga que me tiene atrapado.
Envalentonado por la lujuria, me dejo caer encima de ella mientras separo sus piernas con mi rodilla, para darme acceso a su preciada intimidad.
Me está matando el placer y noto que ella está igual, lo noto en sus jadeos, en su respiración entrecortada, en sus ojos de nuevo abiertos mirando un punto fijo en la pared.
Pero no tengo respuesta alguna verbalizada. “Mariana por dios si quieres que pare es el momento en que debes decirme alguna cosa..” le intento pedir permiso para seguir con mis deseos pero ella es incapaz de mencionar nada.
Tras mi ruego, como si recién se hubiera despertado de su siesta y se hubiera dado cuenta de lo que estaba sucediendo, deja de mirar la pared y gira rápidamente la cabeza en mi dirección, haciendo que nuestras miradas conecten; la  miro con temor, no se que significa ese semblante de asombro y noto como su mirada empieza a emitir destellos de brillos, por las lágrimas que parece quieren salir a flote.
Y cuando pienso que me he comportado como un imbécil y he ido mucho más lejos de lo que debería me dice “No pares por favor, quizás eso sea lo correcto, pero te aseguro Michele que parar, no es justamente lo que quiero que hagas ahora mismo” -me dice con la voz entrecortada, en un susurro tan bajo que no estoy seguro de si mis oídos han escuchado bien. Pero sus ojos me miran de manera tan intensa que me siento abrumado, parece que pueda leerme el alma ahora mismo, y no soy capaz de reaccionar.
Entonces, sus dedos vuelan a mi cabeza y me agarran del cabello con fuerza, me tira hacia ella de manera salvaje, con unas ansias de mi que me hace ir el corazón a mil por hora, y nuestros labios se tocan de manera fugaz.
Noto fuego por todo mi alrededor. Una explosión de sensaciones desciende en el ambiente y siento como si estuviésemos en una carrera de besos, una competición para ver quien es más rápido, más intenso, más placentero.
Abrumado por su respuesta, me separo  unos segundos para coger aire, y mis brazos se introducen bajo su camiseta de seda, la giro de golpe y la  envuelvo en un abrazo, Regalándole caricias por su espalda, la aprieto fuerte hacia mi pecho. Me responde con un salto que  envuelvr sus piernas a mi cintura. Con una mano agarro su nuca con fiereza y le envuelve su cabeza. Estampo mi otra mano en uno de sus muslos y perdido en mi deseo lo aprieto como si fue un cojín antiestres, una y otra vez. Con uno de mis dedos separo el hilo de su tanga, noto que está mas mojada qur una monja viendo porno. Preso de la emoción de mi descubrimiento lentamente voy acariciando su coño hasta llegar al clítoris. Acaricio lentamente con mis dedos a la zona que tanto deseaba conocer desde el primer instante que me miró. Mariana siente mi contacto y me clava  las uñas desesperada en mi espalda mientras va acariciando a mi tacto con gemidos descontrolados.
No tardamos más que unos instantes en volver a unir nuestras bocas. Esta vez nos deleitamos con un beso lento, pero tan intenso que nos deja a ambos sin respiración.
-Miki, no quiero seguir pensando en lo que está bien o mal, te deseo, como nunca antes había deseado a nadie. - me dice, y de nuevo me da un vuelco en el corazón.
-No sabes cuantas veces te he imaginado diciendo eso, déjame demostrarte que ese deseo es incluso más fuerte en mi. Mariana, eres esa ráfaga de luz que mi vida necesitaba para sentirme completo. Tu presencia me sana, y tu cuerpo me enloquece mujer, tu aroma me embruja, me siento e las nubes ahora mismo - nuestras palabras van bailando al ritmo de los besos que nos vamos dando por todo nuestro cuerpo, y nuestras manos acarician la piel que envuelve esta explosión de sensaciones, tan poderosas, que siento que en cualquier momento mi corazón va a salir de mi pecho y explotar del deseo.

No se describir con palabras lo que pasó a continuación. Aún creo que una fuerza divina me llevó por el camino del placer para que me sienta arropado en ese momento. Mía, Mariana, hoy eres solo mía y yo soy tuyo, como en mucho tiempo no he sido así de nadie más.

Mariana

En el momento que finalmente me aparté de su cuerpo, su boca, y rodé lejos de él, de repente me vino a la cabeza pensar, ¿como voy a manjar esto ahora?
Envuelvo la sabana a mi alrededor y aún desconcertada por lo que acababa de pasar, miro el techo, y siento cómo mi cabeza se colapsa por las miles de preguntas que brotan en mi garganta. ¿Por que había pasado esto? ¿Por que me había tocado? ¿Había sido algo más que un calentón para él? ¿Qué pensaría de mi ahora? Y sobretodo, ¿como iba a afectar esto en nuestra convivencia?
Sin poder dar respuesta a ninguna de las preguntas, me veo abrumada por los acontecimientos y simplemente opto por no mirar atrás y adentrarme en el baño. Dejando a Michele solo y sin mencionar palabra alguna en el sofá, desnudo y desconcertado.

Lo que el destino te deparaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora