¿Quizás una copa de vino?

305 17 1
                                        

Michele

Cuelgo la llamada del directo de Instagram. Me paro a mirar la belleza que tengo delante y no puedo evitar que me salgan lágrimas a mares. Recibo en ese momento un mensaje de Mariana. Destapo el móvil y leo:

"Olvidado lo pasado, empezando de cero, te garantizo que mis mejores deseos son para ti, tu salud y tus proyectos, ojalá podamos en alguna ocasión volver a recibirte en el Royal hotel. Un abrazo y gracias por tu mensaje y por supuesto por este rato".

Gracias a ti, chica encantadora, pienso y le envío un emoticono de un corazón.

No me quiero ir, porque no me quiero enfrentar a la realidad. Ahora no, todo ha sido tan repentino este año, tantos cambios positivos en mi vida profesional, y gracias a ello también en mi vida personal. Tras la depresión que pasé nunca pensé que la vida me sonreiría de esta manera... y ahora que todo salía como yo había deseado siempre, se viene esta jodida situación del virus. Recuerdo la llamada de mi madre esta mañana – "Hijo te lo ruego por lo que más quieras, cancela todo, llama a tu hermano, coger un vuelo y volver a casa, necesito saber que estáis a salvo. Michele te lo ruego de nuevo, esto es serio, necesito que estéis en casa, llevamos días encerrados, los hospitales desbordados, han llamado desde el hospital a tu hermana para que vaya a cubrir la baja de uno de sus compañeros, no hay ni siquiera médicos para atender hijo. Todo está pasando tan rápido que nadie sabe qué sucederá ni siquiera mañana. Antes de que sea tarde y no te dejen volar de vuelta, te pido que vuelvas a casa para no morirme yo de un ataque al corazón por la angustia que tengo en el pecho por ti y tu hermano".

¿En que momento tuvo que pasar todo esto tan rápido? No puedo creerme lo que nos esta tocando vivir.

Mi madre tenía razón, debemos volver a casa, al fin y al cabo, estoy al lado de casa y aquí no tardará en complicarse la situación así que siendo sensatos cuanto antes volemos antes podremos estar en nuestro hogar como el resto de los italianos.

Me pongo a leer una de las tantas noticias que me salta del periódico romano que sigo en Facebook en el que salen varios vídeos grabados de gente cantando en sus terrazas, apoyándose, aplaudiendo a todos los médicos que están dando su propia vida para ayudar a la ola masiva de contagios que se triplica día tras día.

"Barcelona querida, gracias por estos días en esta situación tan complicada. Prometo verte tan pronto como pueda. "

Miro una última vez la vista que tengo en frente y tras ver que no puedo localizar ningún taxi que venga a por mi hasta aquí, decido ir bajando, caminando, guiándome por Google maps.

Camino un rato y me doy cuenta de que estoy dando pasos en falso, esto no me está dando una información fiable. Recuerdo que Mariana me llevó por unas escaleras que me dejaban directamente en la entrada del parque Güell, quizás desde allí sea más sencillo localizar un taxi, pienso. Pero después de caminar un rato no consigo encontrar las malditas escaleras. Vuelvo a abrir Google Maps y busco "Parque Güell". En esta ocasión creo que me está llevando por buen camino ya que a lo lejos veo algunos edificios y dejo atrás las casitas propias de pueblo de las que me he visto envuelto en todo este rato de caminata. Sigo sin encontrar las escaleras, pero me fío de mi instinto y sigo caminando. Llego a donde se supone que es la entrada del Parque Güell, aunque no es la misma desde la cual entramos con Mariana el otro día al salir a correr. Supongo que este será otro de los varios accesos que tiene.

No hay ni un taxi, ni coches, ni siquiera gente por la calle a quien pueda preguntar. Se me pasa por la mente escribir a Mariana. Ya son las 24h y desde que le he contestado a su último mensaje, no he recibido respuesta de ella. Abro el móvil y veo que no se ha vuelto a conectar desde entonces. Me sabe fatal, ¿y si está durmiendo? No quiero molestarla, parece mentira que en el siglo XXI me esté pasando esto, ni siquiera con el móvil consigo orientarme. Al final perderé el vuelo y todo...

Lo que el destino te deparaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora