Capitulo 11

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Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.


Madara bajo del auto y de inmediato, se fue hacia la chica para que bajara. Le tendió el brazo, esperando no ser rechazado y se alegró, cuando ella se dejó ayudar, dándole su pequeña y delicada mano.

—¿Que me respondes? ¿Me dejarás acercarme a ti?—se negó a soltarle la mano, con la cuál le ayudó a bajar y en su lugar también tomó la otra. Se hallaban uno frente al otro tomados de las manos y mirándose fijamente, como si fueran un par de enamorados.

—No lo se—murmuró mirando hacia abajo. El azabache soltó una de las manos, para levantarle la barbilla con suavidad, logrando que sus orbes se encontrarán.

De nuevo esos hipnóticos ojos negros, que no la dejaban ver hacia otro lugar, se clavaron en los suyos, diciendo tantas cosas. El se mantuvo tan cerca, podía fácilmente percibir su varonil aroma ¿porque se estaba sintiendo así? ¿Porque ya no podía rechazarlo como pensó hacerlo en el pasado?

—¿Tanto desconfías de mí? ¿Piensas que te haré daño?—ella negó con la cabeza y no dejo escapar el toque de tristeza que se filtró en las oscuras orbes al momento de cuestionar—¿Entonces porque no me das la oportunidad?

—Esta bien, veámoos como marcha todo a partir de hoy—aún dudando de haber hecho lo correcto ella, desvió la mirada y en ese momento, se desorientó a verse presa de los fornidos brazos masculinos ¿Madara la estaba abrazando?

El Uchiha se desconocía a si mismo ¿que se supone que le pasa? ¿Porque se porta así cuando está cerca de ella?

—Se que no lo haremos hoy, pero tenemos mucho de que hablar—la ojiluna asintió—Mikoto estará feliz de verte y si nos visitas, podemos ir aclarando todo, lo que necesitas saber—sin decir mas se despidieron y el azabache se quedó afuera, viendo como entraba, para poder irse mas tranquilo.

Se fue directamente hacia los terrenos Uchiha, para contarle a Mikoto y Fugaku, acerca de su avance con Hinata. Se podía decir que había dado un gran paso hacia ella, pero aún le faltaba mucho por andar.

Hinata entró y se fue a su habitación. Estaba confundida, no sabía si había hecho bien en darle un acercamiento a la persona que más resentimiento le guardó, mientras estuvo encerrada. Por otro lado, estando tan cerca de el, le fue imposible negarse, era como si Madara, ejerciera un poder invisible sobre ella, que nunca antes había sentido, ni siquiera con Indra.

Guardó sus artículos y preparó todo para el día siguiente de trabajo, en un intento de mantener la mente ocupada en algo mas, pero de nuevo se quedaba quieta imaginando el perfecto rostro de Madara unido a toda esa gran anatomía, compuesta de duros músculos. Con razón Karin le dijo, que siempre se la pasaba rodeado de mujeres.

Se regañó mentalmente por estar pensando así de el ¿que diría Mikoto si supiera? Si bien es cierto, que Madara, era el que menos familia consideraba, no podía albergar nada mas que respetó hacia el. Eso era lo correcto o terminaría decepcionado a todos los chicos, a los que si consideraba como hermanos, especialmente a Itachi, el más correcto de todos.

Su celular vibró anunciando mensaje de texto y era de Ino. Intercambiaron los números la noche de la subasta y aún no se habían llamado.

El Viernes en la noche ¿estás libre?—cuestiono la rubia.

Si, creo que no haré nada—le respondió encogiéndose de hombros, como si la pudiera ver.

No se diga más... nos vamos a bailar todos—Hinata sonrió, Ino no cambiaba.

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