Capitulo 3

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Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.

Los meses pasaron rápido, aliviando un poco el herido corazón de Hinata y la razón, era muy simple...Mikoto, la cual se comportaba con ella como una madre. Era habitual verlas juntas en la cocina, mientras la mayor le enseñaba a cocinar. La dama Uchiha estaba mas que feliz. Hinata era prácticamente la hija que nunca tuvo, ademas el carácter tan dulce de esa niña, lograba hacer que todos la quisieran. Mikoto le compraba todo lo que veía y le parecía lindo para ella, era como una bendición tenerla con ella y aunque los celos de su hijo menor a veces la ponían estreasada, no era nada con lo que no pudiera lidiar.

La pequeña tenía talento para tocar el piano y ella con gusto le puso en clases privadas, con el fin de aumentar su don, haciendo feliz a Hinata, pues de esa forma se sentía mas cerca de su madre, quien fue la que le enseñó todo lo que sabía. El único inconveniente era Madara, él se molestaba cada vez que la escuchaba y por ese motivo, lo hacía prefería hacerlo en su ausencia.

En la escuela las cosas marchaban bien, la ojiperla hizo amigas en poco tiempo y para su suerte, eran personas conocidas para los Uchihas, como Ino y Sakura, ellas incluso visitaban la mansión de los Uchihas y jugaban con ella.

[...]

Madara llegó al cementerio, tal como lo hacía cada mes desde la muerte de Hikari y ese día, se encontró con la última persona que hubiese querido ver, pues imaginar que tuvo algo que ver con lo sucedido, le hacía hervir la sangre.

—¡Uchiha!—soltó con despreció, sin molestarse en encararlo. Él, al igual que Madara, visitaba la última morada de la mujer que amo, trayendo arreglos florales. No podía evitar entristecerse, pensando en lo mucho que perdió. Todo lo que planeo para su futuro, ya no existía y la certeza de saber el único vínculo existente de ella se encontraba aún extraviado, lograba hacerlo flaquear, tal como en ese momento, en que una traicionera lagrima le cayó por la mejilla derecha. Puso una muy alta recompensa sobre las cabezas de los traidores y alguna información sobre la pequeña, pero todavía no podía dar con ellos.

—¡Otsutsuki! ¿Como te atreves a profanar este lugar con tu repugnante presencia?—reclamó apretando los puños.

—Eso mismo iba a preguntar yo—los dos se miraron desafiantes y el Uchiha pudo percatarse de la humedad en los ojos de su ex amigo.

—No tienes vergüenza, si ella está aquí, es por tus malditas acciones—Madara cada vez se molestaba más, debido a la hipocresía de Indra.

—Pruébalo—lo retó desafiante y el Uchiha ya no se pudo contener. Sacó su arma a una velocidad increíble, al mismo tiempo que Indra hizo lo mismo. En segundos, los guardias de ambos hombres se apuntaban unos a otros, esperando órdenes de sus jefes—Si no tienes pruebas, no me acuses... yo a diferencia tuya, estoy buscando lo único que quedó de ella, mientras tú continúas imaginando cosas... ¡Madara!—lo nombró con poco ánimo—Ya madura—sin más, el Otsutsuki les hizo una señal a sus hombres y todos guardaron sus armas, dispuestos a marcharse, mientras que el Uchiha se quedó con el corazón latiendo desenfrenado ¿acaso Indra quería quedarse con Hinata? ¿Que pretendía ese demente? Esto, solo empeoraba las cosas. Desde el principio, supo que no debían quedarse con la niña y era por su propio bien, ya que de permanecer con ellos, podía correr mucho peligro, sin embargo, ahora ya sabía a ciencia cierta que Indra la buscaba.

Lo único a su favor, fue cambiarle el nombre, de esa manera le resultaría mas difícil dar con ella, pero de todos modos, tenía que prestar mas atención a su entorno. La pequeña se adaptó muy bien con ellos y aunque al principio trataba de evitarla, poco a poco, ella se lo ganó, como también se ganó a todos. Hinata parecía tenerle un especial respeto, por ser quien la rescató aquella noche y aunque sus amigas le temían, ella no dudaba en acercársele tratando de ser útil, como cuando le servía el té con sus pequeñas manos.

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