Capitulo 23: Tienes a Ti Misma

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Capitulo 23: Tienes a Ti Misma

[ Narra Aitana Ocaña ]

— Me siento fatal. — confesé desde mi baño mientras me maquillé. — No tienes porque, es que no tuviste otra. — Mimi trató de justificarme desde mi dormitorio. — No importe el porqué, la mentí. — determiné, poniéndome un pintalabios rojo. — Y últimamente es todo lo que hago. — los sentimientos de culpa me devoraron desde el momento en que tuve que decirle a Clara que no podía acompañarnos a la fiesta. — Técnicamente no la mentiste, estamos trabajando. Simplemente no dijiste... toda la verdad. — suspiré, regresando la bolsa de maquillaje a su lugar. — ¿Porqué no le dices la verdad? si es tu amiga. — lo pensé un segundo, aunque ya lo consideré mas que una vez. — Porqué no sé como va a reaccionar. Ella tiene esa loca fantasía de terminar con Cepeda en la cama un día, ¿cómo debería decirle que todo este tiempo le estuve mintiendo? — pregunté retórica, aunque tenía que preguntar a mi misma si realmente era una locura, tomando en cuenta su historia. — Entonces no le digas. — cambio de opinión. Dejé escapar una risita mientras suspiré. — Es una mentira piadosa, no te matará. — fruncí los labios. No me gustó mentir tanto, piadosa, o no. Nada bueno nunca sale de una mentira. Me puse los calcetines blancos largos y y los tacones rojos que le pedí prestados a Ana. «Lista».

— Damn girl. — me reí incluso antes que Mimi prosigue su frese. Últimamente ella tiene esta cosa sobre palabras al azar atascadas en inglés. — Eres la única que puede hacer que un disfraz de Dorothy se vea tan bien. — volví a reír, también tenia esta cosa de ser exagerada. — Su su. — comenté. Ella estaba vestida en un disfraz de Wonder Women que la quedó increíble. A lado suya me perecí incluso mas como una niña de doce años. Llevé un top blanco pegado corto, y por encime un corto vestido de cuadros azul y blanco. — Ahora solo te faltan las trenzas. — dijo y hizo un gesto que oferte que me lo hace ella. — Voy a dejar mi pelo suelto. — se veía decepcionada. — Pero no puedes ser Dorothy sin las lazos en las trenzas. — declaró. — No puedo recoger el pelo. — dije, esperando que aquí se suertera el tema. — ¿Porqué no? — fruncí un poco los labios antes de girar y ensañarla la cicatriz. — Con unas trenzas francesas nadie lo verá, créeme. — le miré no muy convencida. — Dale, ven. — dijo sonriendo. La hice caso y me senté en el suelo contra la sofá, dándola mi espalda. Otro mas de sus muchos talentos era la peluquería, y especialmente con su hermoso cabello rubio, todo lo que hacía se veía increíble. Lo terminó rápidamente y me alegré de que no hiciera ninguna pregunta en el tema. Un golpe en la puerta sonó exactamente cuando terminó de atar el lazo en mis trenzas.

— No puedo creer que ya son las seis. — dijo la rubia. Eso ha sido la hora que fijamos con Cepeda para irse al bar. Aguanté la risa en mi garganta cuando abrí la puerta y vi a Luis en su disfraz. Llevo una camisa negra con unos botones abiertos en su pecho, dentro de sus jeans negros. Eso lo quedaba increíble. Lo gracioso era el estúpido sombrero negro que tenía, e la combinación de eso con los guantes negros y las botas negras. Y como si no fuera suficiente, también llevaba una capa negra y una máscara alrededor de los ojos para completar el disfraz del Zorro. Pero antes de que pudiera hacer un comentario en mi mente, él dejó escapar un; — Joder. — ni siquiera llegó a la altura de mis ojos. — ¿No encontraste un vestido más corto? — preguntó con la mirada clavada en mis piernas. — Lo que Ana quería que me pusiera era aún más corto. — Luis me regalo su sonrisa picara, y sabia exactamente lo que lo pasa por la cabeza. — Me haces la vida imposible nena. — se agarró su nuca, fijándome como si no lo estaba haciendo hasta ahora. — Creo que ya me lo dijiste una vez. — abrí la puerta por completo para ensañarlo a entrar.  — ¿Me matarías si dijera que no puedo esperar a quitarte este maldito vestido? — susurró en mi oido, antes de robarme un beso en los labios y pasar dentro.

— ¡Que disfraz Cepeda! — anunció Mimi. Luis puso los ojos en blanco y yo me reí. Si yo le estaba haciendo la vida dura a Ana con mi disfraz, Cepeda la empeoraba aun muchísimo mas. — ¿Puedes adivinar quién me obligó a conseguirlo? — preguntó cínico. — Seguro que no fue Aitana. — se rollo con él. — No, Aitana es mejor novia que la tuya. — la picó. — No vayas allí, porque vas a perder. — lo advirtió la rubia. — Yo nunca pierdo. — aseguró Cepeda. Fingí toser, recordándolos que estoy presente. Luis puso su brazo alrededor de mi hombro y me acercó para plantar un beso en mi cabeza. — Ana me convenció en la parte cuando dijo que nadie podría reconocerme de esa manera. — sonríe, así no tuvimos que escondernos ni fingir. — Inteligente mi novia. — aseguró con una mirada impresionada. — Con eso estoy de acuerdo. — comentó Luis. Sonríe, negando mi cabeza; Se suponía que éramos adultos, aunque la mayoría del tiempo me sentí como si fuéramos unos adolescentes. Bueno, técnicamente yo todavía era una. — Bueno, ¿veámonos? Que vemos a llagar tarde. — y aun ahora yo era la adulta a cargo.   

Por El Otro Lado De La Pared | AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora