Capitulo 19: Tell Me That You Love Me

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Capitulo 19: Tell Me That You Love Me


[ Narra Aitana Ocaña ]

Después de salir de su piso lloré en la mía por una media hora, incluso más. No sabia con seguridad porque ya perdí la sensación de tiempo en un punto. Sabía que no debería decirlo que yo no siento lo mismo. Fue tan estúpido de mi decirlo algo así. Nunca estuve enamorada, pero si estuviera me imaginaba que eso era lo último que me gustaría oír. «¿Pero como sería posible que cambió su opinión? ¿Significa que ahora si quiere tener una relación romántica? ¿Conmigo?». Duché rápidamente y me vestí para la universidad, solo entonces me di cuenta que dejé mi ropa en su apartamento pero da igual. Me maquille, algo que hice hacer solo para trabajar en el bar, o en ocasiones especiales. Pero necesitaba esconder el negro debajo de mis ojos. Ya pasaron tres días en los que solo dormí seis horas en conclusión. E ahora solo tenia mas razonas para no dormir.

¿En que momento se enamoro de mi? ¿Hace mucho? ¿Porque se enamoro de mi? No lo di ninguna razón. Debería ser yo enamorada con él, no el contrario. De esa sonrisa picara, de lo guapo que era, de la forma en que sus ojos se encogen cada vez que se ríe. De como me cuidaba, protegiéndome. Siempre. De la manera en que canta, y de como sus dedos bailan sobre los acordes del guitarra. De la manera en cual me ensaño tanto, en tan poco tiempo. De lo inteligente que era. De la manera que me me beso, de como acarició cada rincón de mi cuerpo, de como me toco. Y la lista es larga, si él esta perfecto. ¿Y yo? ¿Que hice yo para hacerla enamorarse de mi? ¿Lloré como niña una y otra vez frente a él? ¿Cuando lo cuente las horribles historias de mi infancia? ¿Cuando lo molesté una y otra vez que me hace la comida, o que vemos una peli? ¿Cuando no dejé que me besara, o que me toca de la manera que quiere? ¿Que hay en mí para amar?

Llegué a la universidad viente minutos antes del clase, tenía que tomar el autobús y prefería llegar temprano que tarde. Elementos bioquímicos de la medicina era uno de los dos únicos clases que no estuve con Clara. Así que pensé que por fin voy a conseguir concentrarme mejor. Igual me equivoqué porque alguien diferente me ocupó esta vez. Por un lado quería llegar ya al tercer clase para verlo, para poder disculpar aunque solo sería con la mirada. Y por otro lado, no quería verlo para no tener que lidiar con era sentimiento horrible de culpa en mi estomago. El fin, quería, o no, el tercer clase llego, y con ella Cepeda. Si en el principio me encanto la idea que él era mi profesor de Anatomía; uno de los básicos y mas importantes clases que tuve, en esa momento lo odiaba. Tratando de concentrarse en lo que enseñó mientras se veía tan guapo en este camisa era imposible. Tratando de concentrarse mientras sabia que me odiaba, era imposible. Tratando de concentrarse mientras sabía que nunca me va a perdonar...

— ¿Señorita Ocaña? — escuché en el fondo, borroso, pero estuve ocupada en mi mente; «entendí que estaba herido, pero echándome de su casa... ¿Por qué los chicos siempre me lo hacen? Primero Miguel, ahora él. ¿Porque no podemos hablar y ya?». — ¿Señorita Ocaña? — Clara me dio una patada en el pie. — ¡Ay! — me quejé a la vez que la miré con cara ofendida. Ella abro los ojos y me hizo señas con la cabeza para mirar hacia adelante. Al clase se paro, los ojos de todos estaban clavasen en mi. Pero unos ojos oscuros estaban viendo a través de mí, «mierda». — Señorita Ocaña te hice una pregunta. — dijo Luis, hablando en su voz oficial. — Perdón, ¿lo puedes repetir por favor? — pedí, controlando el timbre en mi voz. — ¿Cuáles son los pasos en el proceso de transición protectora a un producto proteico en células eucariotas? — preguntó. «¿Los pasos? Mierda. Lo aprendí... lo sabía, pero me quede en blanco y no pude recordar nada. — ¿Alguien que sabe la respuesta? — preguntó sin darme la oportunidad de responder.

En un instante casi todos se levantaron los manos en el aire. — El servidor de replicación se divide en tres etapas principales: inicialización, alargamiento y terminación. El primer paso es... — empecé decir, pero Cepeda me ignoro por completo. — Lo siento, esta demasiado tarde. — me corto. — ¿Señor González? — elijo a uno de los estudiantes. — Mierda. — murmure, enterrando mi cabeza entre mis rodillas. — ¿Que te pasa tía? — susurró Clara, poniendo un mano en mi espalda. — Nada. — negué mi cabeza para quitarlo importancia y me senté bien de nuevo. — Que suerte que ya es el jueves. — dije con un suspiro de alivio. Estaba cansada de esa semana, tenía que terminar con él, y lo mas temprano mejor. — ¿Que te perece si salimos hoy? — ofreció. — Estoy trabajando. — volví a suspirar, nunca me quejé de trabajar, pero estuve de humor para nada.

Por El Otro Lado De La Pared | AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora