Capitulo 26: My Song
[ Narra Aitana Ocaña ]Cepeda hizo un buen trabajo ocultándome esta sorpresa. Descubrí que se había entrando a escondidas en mi apartamento, buscando mi pasaporte y llenando los formularios de Visa. El camino al aeropuerto fue largo, salimos de la casa de vacaciones a última hora de la tarde. Regresemos a nuestro apartamento, deshacemos las maltas, e volvimos a empacarlas. De ahí viajemos al aeropuerto de Vigo para tomar un vuelo a Madrid. Ahí tuvimos dos horas de espera hasta el vuelo a Nueva York. Lo que significa que llegaremos solo el día veintiséis. Pero no me importo incluso si tuvimos tan solo un día allí, yo estuve ilusionada hasta la luna y vuelta. — Que mono. — comenté sonriendo, dejando que mis pensamientos hablan por mi. Luis tomó los pasaportes, y las tarjetas de vuelo de la chica del mostrador de facturación. Él tenía que pagar un precio extra por depositar su equipaje de mano y llevar la guitarra al avión. — ¿Sabes que llamarme mono no es un cumplido? — preguntó susurrando. — Claro que si. — reí, tomando mi pasaporte de su mano. — ¿Y porque soy mono? — preguntó, tratando de coger mi maleta de mano. — Creo que es muy mono... — empecé decir, tirando de la maleta en mi dirección hasta que la soltó. — Muy bonito que siempre lleves tu guitarra y tu liberta. — observé como su mano sujeto la correa del bolso. — ¿Estabas mirando mis cosas otra vez? — preguntó.
— ¡No! Dijiste que podía poner algunas de mis cosas en tu maleta y simplemente lo vi por ahí. — expliqué. — Y esta vez no abrí la liberta ¡Te lo juro! — Luis rió. — Tu si que eres mona, cariño. — acarició rápidamente la punta de mi nariz con su dedo. Rodé los ojos, poniendo mi bolso en el escáner de seguridad. — Deja de llamarme así. — dije. — ¿Porqué? ¿Porqué así es como me llamas tu? — No. Porqué ya tienes demasiado apodos. — dije, cogiendo mis cosas de la caja. — Que va. — dijo tras mío, tratando de cerrar la brecha creada entre nosotros. — Si, siempre me llames Aitana cuñado estás serio. — empecé a explicar. — Es tu nombre, no es un apodo. — insistió, volví a poner los ojos en blanco. — Y es pequeña cuanto eras más dulce. — proseguí. — Y es nena cuando te molas, o cuando te pones. Bueno, el resto del tiempo. — incluso de reojo vi el atisbo de sonrisa en sus labios. — Perdón, ¿quien ha dicho que me pones? — dijo con una risita, estaba completamente divertido con todo eso. — Tu, — respondí. — Y tu amiguito. — hice un gesto con la mirada a su entrepierna. «Mierda», sorprendí incluso a mi misma. Luis rió otra vez. — Y ahora es cariño solo para molestarme, e para hacerme llamarte así otra vez. — cambié de teme antes de ponerme roja como un tomate. — Entonces, ¿admites que me llamaste así? — preguntó satisfecho. — Dios, que eres muy pesado, ca-ri-ño. — enfaticé la última palabra solo para que me deja en paz por una vez. La sonrisa en su rostro se profundó mientras murmuró algo que mi cabeza ya no comprendió.
— Joder. — murmuré. Justo enfrente de mi, entre toda la gente en el aeropuerto lo vi. El chico esta de tercer año, y yo con mi profesor, peleando por apodos. Sentí como mi corazón competía con los segundos en el reloj. — ¿Que pasa? — preguntó con restos de risa en su voz. — ¡Vete! ¡Vete ya! — dije entre dientes, empujando a Luis en la direction contraria. Pablo estaba hablando con unos amigos, un metro a nosotros, pero sentí que en cualquier segundo miraría hacia arriba y nos vería. A Luis y yo. Juntos. Siempre estuvo ahí en el momento y lugar equivocados. — ¿Que? ¿Que pasa? — Cepeda me miro confundido, pero no tuvimos tiempo para explicaciones. — ¡Vete! — repetí firmemente, empujándolo con toda mi fuerza. Luis estaba perdido de confusión, pero se fue; «se lo explicaré más tarde». Enterré mi mirada en mi teléfono, y gire en mi lugar para dar la espalda, deseando que no me vea. — ¡Aitana! — cerré los ojos con fuerza. «¡Mierda!». Giré, fingiendo estar sorprendida e que no lo vi antes. — ¡Hola! — dije con una sonrisa, fingiendo a esta también. — ¿Que tal? — pregunté, mientras Pablo me abrazo. — Bien. — respondió. — Ella es Aitana, va a la universidad con nosotros. — me presentó a sus amigos. — Hola. — dije. — Nunca te vi antes. — dijo uno de los chicos. — Primer año. — dije como si estuviera admitiendo un crimen. Los noté asintiendo.
![](https://img.wattpad.com/cover/224495160-288-k764710.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Por El Otro Lado De La Pared | Aiteda
RomanceMiré por la ventana, observando cómo las gotas de lluvia caían sobre el cristal, bajando y desapareciendo, dejando un rastro de evidencia de que estaban allí. Me hizo recordar del aquel día cuando llegué a la ciudad. De aquel paredes donde aprendí...