Capitulo 16: Rise Up
[ Narra Luis Cepeda ]— Aitana por favor, déjame que te llevare a casa. — supliqué por la tercera vez, pero ella me echó una mirada seria sin decir nada mas, dejándome claro que hay nada de que hablar. Suspiré rendido y volví a mirar al camino. — Cuando dije que quería conocerlos no era exactamente lo que me refería. — dijo cínica, creo que era un intento a hacerme relajar un poco. — Por tu propio bien solo vas a conocer uno a la vez. — dije en media sonrisa, si realmente intento - lo consiguió un poquito. — Odio los hospitales. — murmuré entre los dientas cuando el pensamiento tomo el lugar de nuevo en mi mente. — Un poco raro saliendo de la boca de un medico. — comentó, siguiendo el mismo tono de antes. — Por eso enseño la medicina y no lo practico. — expliqué mirándola de reojo.
— Es verdad, nunca me dijiste porque no terminaste tu Internado'. — dijo con el ceño fruncido. — Nunca fue mi plan para empezar, hice la carrera solo por mis padres. — ¿Pasaste seis años de tu vida estudiando eso solo para satisfacer a tus padres? — su voz alto e lleno de sorpresa, como sus ojos que estaban abiertas como platos. — Tienen a Miriam en la cabeza, ella tuvo que dejar los estudios, e lo del embarazo... — empecé a explicar. — Simplemente era mas fácil hacer lo que ellos quieran para que sean feliz. — Aitana me miro con su labio entre los dientas, dudosa. — Si pudieras haber retrocedido en el tiempo, ¿elegirías lo contrario? — preguntó, encontré con sus ojos curiosos por un segundo. — No sé, de niño no era mi sueño, pero me gusta dedicarse a la enseñanza.
— Aunque prefieres hacer música, ¿verdad? Eso lo que sueñes de pequeño. — otra vez note en su voz que estaba dudando si preguntarme o no, aunque prácticamente ya contesto la pregunta ella misma. — Probablemente nunca lo hubiera logrado de todos modos. Da igual, no importa. — dije indiferente, como si realmente no me importaba. — Deberías dar lecciones de guitarra en tu tiempo libre. Así puedes hacer ambas cosas: música y enseñanza. — sonríe, «su inocencia era la cosa mas tierno y lindo que ha visto en mi vida». Era notable que me quería decir algo mas, pero el final se arrepintió. — Lo pensare. — dije para mantuviera satisfecha. — Primero necesito comenzar con las clases que prometí a ti. — me sonrió sin revelar los dientes, e puso su mano en mi muslo.
Llegamos al hospital en veinte minutos, a esas horas las carreteras estaban vacías, aunque se sintió mucho más largo que antes. Aitana me tenia ocupado en la conversación y eso me ayudo un poco para quitar las cien pastillas que cruzaron por me mente. Cuando salimos del auto auto Aitana me cogió de la mano negando a soltarla. Fuimos directamente al piso de la unidad de cuidados intensivos. En la sala de espera vi ya de lejos a mi hermana abrazándose a si misma. Se levanto la mirada cuando acercamos, tome unos pasos mas grandes, soltando la mano de Aitana y dejándola atrás.
— Por fin. — dijo Miriam en un suspiro a la vez que se levanto del sitio. Empece tomar pasos mas grandes y rápidos hasta que la tenía en mi brazos. — Lo siento mucho. — susurré contra sus rizos. — ¿Como estas? — me aparté de ella para mirarla. Asiento de respuesta, como diciendo que esta bien. — ¿Donde esta Agustín? — mi hermana suspiro antes de contestar. — Ahora esta con papa, pero el principio lo lleva aquí conmigo, estaba enloqueciendo, lo desperté y luego con el taxi y toda la gente aquí. — podría imaginar todo eso pasando y ahora suspire yo también. — ¿Y mama? ¿Algún noticia? — pregunté pero no me escucho, sus ojos estaban concentrados en algo distinto. Gire a mirar al mismo direction y vi que estaba mirando a Aitana. Note la confusión en la cara de Miriam, que muy rápido se cambio en un expresión de juicio, a enfado.
— Hola, lo siento mucho. — dijo Aitana tímida, estaba algunos pasos por atrás pero ahora se acerco a nosotros. — Gracias. — dijo Miriam por cortesía, y no por amabilidad. Y clavo la mirada en mi, «si, ahora estuve seguro que esta enfadada». — Iré a buscaros café y algo. — ofreció Aitana a mi espalda, y aún podría notar que la mirada de mi hermana llego hasta ella. — Seria genial la verdad. — Miriam fingió una sonrisa, pero el esfuerzo no era necesario, parecía todo menos real. — No le saques los nervios a ella. — dije cuando Aitana desapareció. — Mamá tuvo un ataque al corazón, me estaba volviendo loco con un niño de nueve años. ¡¿Y ni siquiera pudiste coger tu puto teléfono porque estabas jodiendo con alguien?! ¿ella? ¿en serio? ¡Es una niña! ¡Y ademas es tu estudiante! Joder. — grito, sentí como la sangre me subió a la cabeza.
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Por El Otro Lado De La Pared | Aiteda
RomanceMiré por la ventana, observando cómo las gotas de lluvia caían sobre el cristal, bajando y desapareciendo, dejando un rastro de evidencia de que estaban allí. Me hizo recordar del aquel día cuando llegué a la ciudad. De aquel paredes donde aprendí...