Capitulo 27: Se Siente Como En Casa

152 5 1
                                    

Gracias por seguir leyendo, espero que esa primer parte del capitulo os vais a gustar (:


Capitulo 27: Feels Like Home


[ Narra Aitana Ocaña ]


— ¡Me quiero! — dije en un falso tono fascinado, acompañado también de una falsa sonrisa. — ¡Yo soy suficiente! — intenté otra vez, pero ni el reflejo en el espejo lo creyó. Respiré hundo, clavando la mirada en mi misma, tratando de dibujar una sonrisa mas creíble. — ¡Me encanta mi cuerpo! — declaré pero termine negando con una mano en mi frente. ¿Porque pensaba que unas freses que encontré por ahí en el internet me iban a ayudar? ¿Como puedo volver a hacerlo todo los días? Me sentí estupida. Pero al mismo sitio web donde encontré esas freses dice que esta bien sentir así, que con el tiempo será mas natural. Tomé otro respiro, esta vez mas profundo, y volví a mirar en el espejo. — ¡Soy bonita! ¡Y soy sexy! ¡Si mi mente me dice cosas malas sobre mí, ¡no tengo que escuchar! — traté de decirlo con entusiasmo, pero maldita sea, esta chica en el espejo gritando cosas en sí misma se veía ridícula, que terminé riendo a carcajadas. — ¡Eres tonta Aitana! — grité, golpeando el armario de baño con mi pie. Cogí mi cabeza entre los manos e bajé mi mirada. «Puedes hacerlo» dije en mi mente, e era una cosa mas en la lista larga de; 'Afirmaciones para decirte a ti misma en el espejo'. Mordí mi labio inferior, dejando que mi pulso regresara a un ritmo natural, y soplé profundamente. Levanté la mirada despacio, clavando mis ojos en aquellas reflejados por el espejo. Un brillo de lágrimas destello en ellas, pero ninguna lágrima por mi mejilla. Y tampoco será. — La verdad es que eres bastante inteligente Aitana. — dije en un hilo de voz, e tragué saliva. Un golpe en mi puerta hizo que mi corazón se saltara un latido. Miré bien en el espejo una ultima vez, colocando mi flequillo, e asegurando que el brillo despreció de mis ojos.

— ¿Cambiaste? — preguntó, observando mi cuerpo de pie a cabeza. — Si, ¿esta mal? — una ola de inseguridad me inundó. — No, estas guapísima, pero también con lo que llevaste antes. — dijo, como si la ropa que llevé no tenían importancia. Pero la primera vez que su madre me vio llevé pantalones deportivos e dos círculos oscuros debajo de los ojos. Esta vez quería poner mejor impresión, al final no cada día conoces a tu suegra. Bueno mi suegra, era demasiado temprano para llamarle así, si una día si pasara. Pero tuve dieciocho, muy temprano para pensar en un casamiento, ¿no? «Igual, ¿quien dijo que Cepeda todavía estaría allí en cinco o siete años?». — ¿Nena? — su voz gruesa rompió mi burbuja de pensamientos. — Si, ¿Que? — pregunté perdida, aunque intenté disimularlo. — ¿Estas lista? — asentí, e cogí mi abrigo. — Vale. — plantó un beso en mi flequillo mientras se puso su mano tres mi espalda. Afuera la lluvia bajo con intensidad, golpeando sobre el cristales del ventanas de su auto. Enterré mis dos palmas juntas entre mis muslos para calentarlas, pero con una sola caricia de Luis en mi mejilla mi cuerpo ya subió su temperatura. — Miriam tendrá que llegar a las nueva, así que tendremos que ir antes. — dijo, haciendo que me tensé en mi sitio. — Quizás si hablaras cara a cara... — sopesé mucho mis palabras, y tal como pensaba, él negó su cabeza para cortarme. — No va cambiar nada, ella no me quiere oír. — presioné mis labios una contra la otra. — Pero mi madre ya te adore, e es mas importante. — una sonrisa boba aprecio por mi rostro. Sino que Luis conservó una cara seria e resecó la cabeza nerviosamente. Y entonces lo comprendí, sin ninguna palabra, y al instante mi sonrisa se esfumó de mi rostro.

— Tu madre no sabe, ¿verdad? — una sensación tan conocida y enterradora llenó mi cuerpo. — No lo habías contado. — respondí yo sola la pregunta. Y su silencio solo me confirmó que tenía razón. Mis ojos estaban bien fijadas en él, quien evito mi mirada con elegancia. — Eres tu quien ha dicho que quieres hacerlo "oficial", presentarme a tu familia. — enfaticé la palabra 'oficial' en un tono sarcástico. — Y es lo que quiero. — su voz era llena de confianza, que realmente quería creerlo. — Es que es mas complicado de lo que pensé. — respiré hundo, cerrando los ojos para tranquilizarme. — No lo habías contado porque sabes que dirá igual que tu hermana. — dije, pero él insistió; — No lo haría. — Que si, e tiene razón. — admití lo que ambos no queremos comprender. Podría ser mucho mas bonito si su madre y su hermana lo aceptaría con los brazos abiertos, pero también irreal. — No empiezas con eso otra vez, por favor. — apartó su nuca con fuerza, sin quitar su mirada del camino. — ¿Empacar con que? — pregunté frustrada. — Con excusas porque no podemos estar juntos. — estaba frustrado también, podé verlo en sus ojos incluso de reojo, y se lo notaba en la voz. — No lo estoy haciendo Cepeda, solo trato de ser realista. — intenté de sonar calmada para su beneficio, y para el mío. — Tu y yo ni queremos las mismas cosas. — solté, insistiendo en hacer otro corte en mi corazón complicado. Amarlo fue fácil en demasía, que fue imposible. — ¿De que estas hablando? — preguntó retórico, mirándome con incredulidad. — ¡Claro que si! ¡Yo quiero a ti y tu quieres a mi! — aseguró, haciendo que el corte que yo misma causado creció aun mas. — Se necesita más que eso. — musité, amarme no será suficiente, ni para él.

Por El Otro Lado De La Pared | AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora