Capitulo 17: Scars to Your Beautiful ⅠⅠ

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Capitulo 17: Scars to Your Beautiful


[ Narra Aitana Ocaña ]

— ¡Ay bonita! ¡Te echaba de menos! — los brazos de Mimi me rodearon con fuerza, envolviéndome en amor. — Y yo. — admití, ahora que no podría trabajar todas las noches fue raro no verla todo el tiempo. — ¿Cómo va la primera semana de universidad hasta ahora? — preguntó, enviamos unos mensajes de texto durante esos días, pero gastamos en detalles. — Mas difícil de lo que pensé. — admití, aunque los estudios no eran la única razón. — ¿Ya te estás arrepintiendo de entrar en medicina? — preguntó con una caja elevada. — Que va. — podría haber sido diez veces más difícil de lo que pensaba y aún así nunca me rendiría. — ¿Cómo estuvo tu audición ayer? — pregunté mientras empece organizar las tazas en la barra. — No pasé. — respondió indiferente, nunca supe si realmente ya no la importaba mas, o si solo fingía que estaba bien.

— Un día pasarás, si eres increíble. — dije con confidente. Quizás no el próximo, ni esa mes, ni esa año. La industria es dura, pero sabía lo buena bailarina que es y lo mucho que trabaja para lograrlo - así que ella lo hará. — Dime algo que no sepa. — dijo, y ambos nos reímos. — ¿Donde esta Ana? — pregunté un reto luego, cuando ya todo estaba en su sitio, solo hacía falta esperar al la hora de apertura. — Con Cepeda, escuché que su mamá tuvo un infarto, ¿lo sabías? — asentí. — Dijo que quería ver cómo estaban, va a llegar mas tarde. — volví a asentir, esta vez para asimilar lo que ha dicho.

Una hora mas tarde el bar estaba lleno, serví una copa tras otra. Ana nunca fue la que estaba por atrás de la barra y preparó bebidas, dio una mano solo cuando fue necesario. Su verdadero trabajo, que recién ahora aprendí a apreciar, era asegurarse de que todo sucediera bien y a tiempo. Y con ella desaparecida se notó la presión que caía sobre nosotros. — Un Ron Cola por favor. — dijo un voz masculino mientras puse unas tazas limpias en la masa. — Un segundo. — respondí, tomando la botella de Ron con rapidez. — Tres euros. — dije levantando mi mirada y empuje la copa a su dirección. «¿Miguel?» Cerré y abrí los ojos de nuevo, mi cuerpo congelado. El chico que un segundo antes creí que fue Miguel de repente me pereció diferente; Tenia el pelo rubio y los ojos azules como él, pero no era él. — Vas a tomarlo, ¿o no? — dijo con las cuentas en mi cara.

— Gracias. — dijo Mimi en mi lugar y tomo el dinero de la mano del chico. — ¿Que te pasa? — preguntó, su voz borrosa. Seguí con la mirada clavada en el chico, ignorando a Mimi. — ¿Aitana? — ahora su voz era incluso mas borrosa, mi mirada también; todo borroso. Seguí con los ojos mirando el chico desapareciendo entre la gente, mientras escuché mi nombre otra vez, o eso lo que pensé. Mi cuerpo era débil, como si ya no tenía fuerzas en esa. Mi mundo giro, colorando en negro lentamente. Y de repente un nada.

* * *

— Esta llevando tras días sin dormir, y perdió sangre. — era un voz familiar, borroso, con cada palabra se puso mas claro. — Perdió sangre, ¿porque? — otro voz familiar, pero esta vez femenina. — Se golpeó la cabeza, me ha dicho que no va a trabar hoy. Debería haberte llamando y preguntarte. — dijo lo mismo voz de antas. Mis ojos se abrieron lentamente, empecé ver luz brillante, casi cegador y unos colores. — Luis. — dijo en un susurró la voz femenina, y de repente silencio. Los colores se convirtieron en marcas, y las marcas en caras borrosas, y luego pude ver casi con claridad; eran Luis y Ana, yo estaba en una sofá, me tomo algunos segundos a comprender que estuve en la casa de Ana. Levante un mano a mi frente a la vez que me senté. — No te muevas. — ordeno Luis y llego a mi dirección. — Por favor no lo vuelvas a hacer, casi me das un infarto.

— La próxima vez le haré saber a mi cuerpo. — dije riendo, mirando a Ana que se puso menos nerviosa en esa momento. — Bueno, veo que la niña esta bien. — se levanto, cogiendo llevas y su móvil en la mano. — Cuídemela. — echo una mirada seria en Luis, yo volví a sonreiré. — Tengo que volver al bar. — avisó Ana ya en la puerta. — Yo también puedo volver, me siento bien. — dije, levantando de la sofá. — Tu no te vas a ningún lado. — afirmó Luis, haciéndome sentar de nuevo. — Sentirse mejor. — deseo la morena con una media sonrisa. Yo la devolví con un modo gracias con los labios. — En relación con una chica buena, te has metido en muchos problemas últimamente. — dijo Cepeda cuando la puerta se cerró. — ¿Porque llamo a ti? — pregunté, ignorándolo.

Por El Otro Lado De La Pared | AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora