Capítulo 24: Letargo

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Lo había hecho. Finalmente, después de aceptar que estaba enamorado podía dejar ir a Sebastián. No más escenas, no más pláticas sarcásticas e hirientes, y nos más anhelos. No más deseos. Estaba decidido a imponerse no desear aquello que no podía tener.

"No lo desees, si no lo puedes tener" 

Los deseos hacían daño, fomentaban la esperanza y arañaban el alma si no se cumplían. 

Estacionó el auto en el garaje y subió a su habitación sin comer o pellizcar algún alimento. Su estómago estaba vacío pero no tenía ánimos ni para la más básica necesidad del humano. El anhelo de subsistir. 

Se tumbó en su cama, y se sintió perdido. Exactamente esa era la palabra que lo definía en ese instante: perdido. Primero porque no parecía que tuviera una meta y segundo, le habían roto el corazón. 

"En realidad te lo has roto tu solo, por idiota" 

Estaba en alguna clase de shock pues lo cierto es que sentía un malestar en el pecho, pero evitaba pensar en eso y prefería estar en el limbo. Porque sabía, se conocía a sí mismo, y podía asegurar que en el momento en que decidiera horadar en los sucesos pasados se quebraría. Y no lo deseaba, ya tenía demasiados rasguños y colecciones de cicatrices como para añadir al listado una herida por amor. 
Suspiró y se levantó. Volvió a sacar el violonchelo de su estuche para afinarlo y después tocar suavemente sus cuerdas, primero con las yemas de sus dedos, y luego con el arco. Una pequeña y sencilla melodía, sin precedentes, le llegó a la mente, abandonó el instrumento y buscó entre sus cosas la antigua libreta en donde alguna vez debió escribir notas. La tomó y de paso un lápiz. 

Volvió a sentarse en la esquina de su cama, e intentó reproducir el sonido que en su mente se hallaba. Le costó trabajo, en sí sus habilidades musicales se había oxidado demasiado. Pero al final le gustó su trabajo. Lenta al principio y con tonos agudos mezclando un par de graves para darle algo de solemnidad, y luego más aguda y lúgubre. Expresando anhelo y dolor. Sentimientos pulcros y latentes. Incluso sintió que había un poco de desesperanza y desesperación, el primero era peor y mejor; sin esperanza nada era posible y sin ella no había deseos rotos. 
Conforme acomodaba las notas las fue escribiendo, aun cuando era una melodía triste le gustaba y no quería dejarla olvidada en alguna parte inalcanzable en su mente. Sin embargo, a la mitad se quedó sin recursos, tocó una y otra vez el principio pero no pudo continuar la canción. Se había bloqueado. 

Bufó asqueado y, guardó sin más remedio, sus cosas; volvió a recostarse. 
El sueño comenzaba a invadirle hasta que la canción de llamada entrante en su celular sonó. Con pereza respondió. 

— ¿Hola? 

—Dylan, ¿dónde carajos andas? Habíamos quedado que vendrías al club. 

— ¿Club? 

— Sí gilipollas. El club de tennis en donde entreno. 

— ¿Para qué? 

—Es mi cumpleaños Dylan. —La voz de David no se oía nada contenta.

—Lo siento, lo siento. Voy enseguida. 

¡Mierda! Había olvidado por completo que habían acordado pasar la tarde en su club y la noche en algún pub. No se bañó pero se molestó en mudar de ropa. Cogió las llaves del coche y salió como alma que llevaba el diablo. 

En cuanto llegó ofreció una disculpa y se apuró en integrarse con los amigos de Dave, saludó a todos y platicó con algunos. Después de aquella comida salieron al pub que habían acordado. David bailó con unos y con otros, él se quedó en la barra bebiendo. 

NO OLVIDES [Gay/Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora