— ¡Melissa! —llamó a su hermana que se encontraba en su cuarto, haciendo su tarea.
— ¡Qué! —contestó sin salir de aquellas cuatro paredes.
—Ven —solicitó, debía salir y quería explicarle que debía y qué no hacer.
—Estoy haciendo tarea —refunfuñó.
Al ver salir a su pequeña hermana, experimentó una pequeña punzada de orgullo, él apenas sí había concluido su secundaria por culpa de sus malditos padres; al cumplir sus quince años se dedicó a trabajar en lo que pudo para sostenerlos; antes de aquello la habían pasado realmente mal, padecieron hambre y tuvieron que vender las pocas pertenencias de valor que tenían, todo para poder pagar el alquiler de aquel lugar de mala muerte. Pero ahora, ahora él trabajaba, quizá no en lo mejor del mundo ni tampoco de lado de la ley, pero podían sostenerse.
“¿Qué otra cosa hacer si no tienes oportunidades?”
Él tenía que dar la cara por el sol que iluminaba su vida, cada vez que su hermana llegaba con algún citatorio de la escuela para una reunión él falsificaba la letra de su madre y firmaba por ella, alegando que por cuestiones de trabajo no podía asistir y que su hijo el mayor iría en su lugar; hasta ahorita había funcionado pero no sabía cuánto más podría sostener aquella mentira.
—Te he hecho algunos hot dogs, cuando tengas hambre te los comes.
—Eran cerca de las nueve de la noche, por lo tanto pronto cenaría y su comida aún seguiría caliente para entonces—. No le abras a nadie y por lo que más quieras no salgas.
— ¿Y si hay un incendio? —preguntó Melissa.
Aquella pregunta le apretujó el corazón de tal manera que reconsideró el ir o no, a donde se suponía que debía.—Entonces sales corriendo como alma que lleva el diablo —bromeó.
Tenía que ir, ya no podría seguir vendiendo aquellas cosas, obtenía muy poco y temía que Mel algún día quisiera probarlas. Y, asesinar personas siempre llevaba consigo aquella culpa que detestaba y que lo hacía aborrecerse, además, aquellos trabajos no eran tan comunes, e incluso cuando la paga era buena, siempre se agotaba antes de tiempo.
Abandonó a su hermana no sin despedirse de ella con un beso en la mejilla, aquella niña era todo lo que tenía. La quería más que a su propia vida, si alguien le asegurara su bienestar a cambio de su muerte, moriría sin dudarlo; claro que, para ello debía confiar en la persona que le ofreciera dicho trato, y para ser sinceros, él no se fiaba ni de la sombra que lo acompañaba durante el día.
Subió a su moto, un pequeño lujo que no supo resistir —y que había sido en cierto modo necesario— y, aceleró cuando el motor estuvo encendido. Se colocó el casco por seguridad, incluso cuando no le gustaba; porque no podía morir aún... Mel era demasiado pequeña.
Entró al bar de mala muerte gracias a sus antecedentes, la mayoría sabía que él era alguien peligroso. Una piraña en la sociedad, alguien que haría cualquier cosa por dinero, así lo describían, pero ¿qué podían saber aquellas personas? Eran cerca de las once de la noche, había acordado encontrarse con algunos compañeros de trabajo en aquel lugar, oteó el sitio hasta que dio con ellos. Se sentó con ellos. Sólo había cuatro de ellos contándolo a él.
—Tengo una propuesta que hacerles —anunció su jefe.
Él guardó silencio, no hablaría hasta no saber que se traería el mandamás.
—Es un secuestro —explicó en corto—. No es ningún magnate, pero recibiremos buena paga.
Siguió callado, no se creía nada de lo que hasta ahora había dicho su jefe, sino fuera alguien importante no les pagarían para secuestrarlo, o mejor dicho matarlo. Porque así iba a terminar, lo habían hecho antes y lo harían de nuevo.
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NO OLVIDES [Gay/Yaoi]
Teen FictionDos personas con vidas completamente distintas, una se deja llevar por la corriente que siempre ha guiado su vida, la otra lucha por lo que quiere y se esfuerza. Dos mundos que chocan y se atraen, en las leyes de la física dice: Si dos objetos co...