Cuando la madre de Sebastián se fue por completo, un incómodo silencio se apoderó de la situación y el lugar, Dylan quería romperlo pero no sabía cómo.
– ¿Y bien? – La voz de Sebastián dejaba entrever claramente que no le agradaba en lo absoluto su presencia.
– ¿Y bien qué? – Repitió.
– ¿En qué momento te irás? – En definitiva a Sebastián no le caían bien ni en lo más mínimo.
– Mañana – respondió tranquilo mientras se sentaba en un sencillo y gastado sofá.
– De ninguna jodida manera – le contestó aún más molesto que antes.
– Tu madre me ha pedido que me quede, ¿Qué se supone que haga? – La verdad era que eso era lo menos importante, sin embargo no quería ser maleducado marchándose. – No quiero quedar mal, yo tengo un ápice de educación – Sebastián parecía no tenerlo así que hizo hincapié en ello.
– No te preocupes le diré a mi mamá que te has quedado.
La forma en que Sebastián aludió a su madre hizo que su pecho doliera, extrañaba a su mamá, no había sido justo que ella muriera cuando él sólo tenía seis años.
– He allí del porque me quedaré – aunque siendo sinceros Dylan quería estar un rato con Sebastián, en todo el día no lo había visto – lo hago por ella no por ti.
Dylan hubiese deseado tener una mamá que se preocupara por él.
– Como quieras – siseó Seb mientras lo abandonaba y se dirigía, a lo que Dylan supuso, su habitación.
Aquello no ha salido tan bien, pensó con pesar; aunque segundos después se reprendió. ¿Por qué demonios buscaba a Sebastián? El tipo ni siquiera tan, tan guapo como para que él lo buscara. Era un chico común y corriente, y ya. ¿Qué es lo que había visto en él? Nada, no podía haber visto algo especial en él, era inteligente, bien parecido, atleta pero nada especial... En estas cavilaciones se encontraba cuando sintió como una sábana golpeaba su rostro, segundos después una almohada acompañó a la primera; Sebastian se las había lanzado.
– Dormirás en la sala – sentenció mientras lo señalaba con su flaco dedo índice desde a dos metros de distancia.
La descortesía de aquel chico lo molestó ligeramente, no había hecho nada... Dylan no había ido con la intención de quedarse, así que ¿Por qué carajos se enojaba con él?
– ¿En dónde más si no aquí? – preguntó con la intención de fastidiar.
Sebastián se puso rojo.
– ¡Oh! Ya veo. ¿Creíste que quería dormir contigo? – Dylan se acercó a Sebastián de la misma manera en que un león lo haría a su presa.
Estando tan cerca apreció con claridad los ojos de Sebastián, uno del mismo color que el ámbar y el otro del color del metal. Ya decía él que nadie podía tener los ojos tan anormalmente negros. Aquellos ojos dispares lo confundieron por milésimas de segundos.
– Tu – Sebastián se puso aún más rojo – tu me besaste. – Medio acusó medio susurró.
– Tu también lo hiciste – señaló molesto.
– ¡No es verdad! – refutó el moreno colérico.
– ¿Ah no?
– Estaba borracho – Sebastián buscó la peor excusa en el mundo.
– No recuerdo que hayas bebido aquella tarde, mucho menos que llegaras ebrio – Dylan de burló.
estando a escasos centímetros de él, nunca había visto a alguien con aquella clase de heterocromía, había visto a personas con un ojo azul y el otro verde, o con pequeños puntos de un color distinto en su iris pero jamás uno dorado y el otro gris.
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NO OLVIDES [Gay/Yaoi]
Teen FictionDos personas con vidas completamente distintas, una se deja llevar por la corriente que siempre ha guiado su vida, la otra lucha por lo que quiere y se esfuerza. Dos mundos que chocan y se atraen, en las leyes de la física dice: Si dos objetos co...