Capítulo 22: Cruces

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El lunes finalmente se había hecho presente, y Sebastián, fiel a su rutina, se duchó y desayunó antes de salir de su casa.

Aquella mañana se había levantado más temprano de lo normal, e incluso estaba más entusiasmado de lo común ante la expectativa de asistir a clases, y aún cuando no lo quería reconocer, muy en el fondo lo sabía: ansiaba ver y hablar con Dylan. 

Ingresó a su salón, y se topó con la ausencia de su amiga Renata, aquello le pareció extremadamente extraño, pues desde que había conocido a la chica de los ojos grises, se había dado cuenta que para ella la escuela era la libertad, la mayoría de las personas solían ver el instituto como una cárcel, un lugar a donde debían acudir por obligación, pero para Ren parecía ser distinto, aunque no podía señalar con exactitud dónde radicaba aquella diferencia. Se sentó en su lugar habitual y se dispuso a escuchar la clase, no obstante un par de idiotas, sus compañeros traseros, no paraban de hablar y de rapear de una manera absurda, no los veía pero interrumpían sus cavilaciones. En eso estaba cuando sintió su móvil vibrar.

Un mensaje.

Mi clase está aburridísima, ¿Qué tal la tuya? 

Sonrió sin poder evitarlo. 

Peor que la tuya. 

El chico de ojos verdes respondió de inmediato. 

Quiero verte...

Tan pronto Seb lo leyó, sintió como en su pecho algo extraño se removió, sin embargo no pasaron más de dos segundos cuando recibió otro texto.

Para platicar, estoy tan aburrido que hablar contigo es por poco menos feo que la clase. 

Sonrió y apurado respondió.

Que te haces, si bien que te gusta estar conmigo. 

No lo pensó mucho y presionó el botón de enviar, si esperaba aunque fueran unos milisegundos más era muy factible que se arrepintiera. 

Eres bueno escuchando.

Y Seb quedó anonadado, ya no supo que responder, y aunque lo hubiera sabido no hubiese podido pues el profesor lo reprendió, por estar con el celular. 

La clase concluyó cinco minutos después de aquello, y sin evitarlo sonrió, pues la que venía a continuación la compartía con Dylan, en poco menos de tres minutos entró el chico con ojos verdes y Seb no pudo evitar sonreír, sin embargo Dyl no le prestó atención, y en su lugar siguió conversando con su rubia novia; el moreno ahogó un gruñido de frustración, ¿O era otro el motivo que lo impulsó? No, no, estaba molesto porque lo ignoraba nada más. Decidió hacer lo mismo, y prestó con singular aplomo atención a la clase, empero aún cuando buscó evitarlo por todos los medios, no pudo dejar de observar a Dylan de soslayo. Y algunas veces se quedaba observándolo por segundos de manera descarada, en una de ellas un par de ojos verdes lo pescaron y en los labios de Dylan emergió un atisbo de sonrisa, Sebastián molesto no la correspondió. 

Suspiró agradecido cuando la clase terminó, no le gustaba ni un poquito que Clarissa estuviese sentada al lado de Dyl menos aún cuando lo ignoraba de manera olímpica, sentía como algo en su interior lo instaba a pararse y salir de la clase para dejar de observar aquella escena que hacía que su sangre hirviese, estaba molesto y no entendía, mejor dicho no deseaba aceptar el porqué. Recogió sus cosas y salió como alma que llevaba el diablo; su siguiente clase la volvía a compartir con Renata. Pero de nuevo, la chica no apareció. 

Las clases transcurrieron tan rápido como un caracol, sin embargo aún cuando Seb deseaba irse a casa tan pronto finalizaron las tediosas clases, no podía, estaba atado de pies y manos pues el moreno debía ir a entrenar todos los días saliendo de clases, ese era su servicio al poseer la beca. Sin más remedio acudió a los vestuarios para cambiarse, y finalmente se presentó en el gimnasio; practicaron durante un rato, y después el entrenador les dio una típica charla animadora, pues los campeonatos estaban cerca. Su día en realidad estaba pasando bastante aburrido y normal, se dirigió a las duchas a bañarse para después irse. Como era obvio, no pudo escaparse de toparse con Dylan, pero no por ello le habló; ambos se ignoraron de manera magistral, como si se avergonzaran de lo que había pasado el fin de semana. ¿Se avergonzaba Dylan de haber compartido algo con un plebeyo como él?

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