Capítulo 11: Cerote

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David se quedó observando unos instantes su reflejo en el espejo, su mente divagaba entre sus defectos y sus puntos buenos, su cabello castaño oscuro estaba revuelto como sólo podía estarlo al levantarse de la cama, sus ojos azules recorrían con avidez su rostro y cuerpo, musculoso pero no monstruoso, atractivo pero no adonis, aquellos segundos acabaron rápido y se metió a la ducha.

Dentro de una hora debía estar en la escuela, suspiró, el sólo imaginar que tendría que ir hasta que sus padres estuvieran satisfechos, o murieran porque entonces tendría que tomar su lugar como Conde, lo cansaba, eso tenía en común con Dylan, el poseerlo todo o casi todo volvía las cosas insulsas y aburridas.

Abandonó su departamento y condujo su auto hasta el aparcamiento de su escuela, bajó y se dirigió al centro de las enormes construcciones, saludó a todos con la idéntica sonrisa de todos los días.

- ¡David! - Una de sus compañeras lo llamó.

- Renata - sonrió, aquella chica le caía muy bien, era sencilla, calmada y tierna, muy afable.

Vestía con el típico uniforme, aunque el suyo extrañamente no había sufrido cambios, o al menos no tan visibles como los de la novia de Dylan. Maldijo a Clarissa por su suerte.

- ¿Qué tal? - Saludó - oye hazme un enorme favor. - Pidió con una sonrisa amable.

- Dime.

- ¿Podrías firmarlo? - inquirió al tiempo que le daba una tablilla con una hoja que recolectaba firmas, le dio pereza leer.

- ¿Para qué son las firmas?

- Flojo, lee - lo reprendió con una inofensiva sonrisa - es para pedir que destinen mayores recursos al taller de arte.

- ¿Arte? Eso es una tontería, ¿Por qué firmaría yo? - bromeó.

- Sólo hazlo, no es justo que les den a ustedes los gorilones y sin una pizca de masa gris, muchos más recursos que a nosotros. - Explicó ofendida mientras hacía una ridícula imitación de un orangután inflando sus mejillas y arqueando sus delgados brazos hacia abajo.

- Está bien - se rindió con poca intransigencia mientras firmaba.

- Gracias - sonrió y sus ojos destellaron mientras veía su nueva adquisición. - Nos vemos.

David la vio desaparecer al doblar en uno de los pasillos.

- ¡Renata! - Llamó - nos toca historia.

- Tienes razón - la chica volvió a su lado. - Que voz tan potente - observó - casi estaba al otro lado de la escuela y aún así te escuché.

- Exagerada - le sonrió.

Ambos comenzaron a transitar para su aula, la clase que seguía a él no le gustaba nada, es más ninguna de las materias me deleitaba, pero historia era profundamente odiada por él.
Cuando entró a su salón, Emma, la mejor amiga de Clarissa, estaba frente a la clase hablando.
Em era alta, con el cabello castaño, delgada, pómulos angulosos, morena clara y con unos enormes ojos cafés, iba vestida con el uniforme de la escuela, aunque el suyo era dos tallas menores a las que debería usar.

-... Están todos invitados, será una gran fiesta. - Alcanzó a escuchar.

- ¡David! - Emma se dio cuenta que acababa de llegar, o al menos lo fingió - tú también puedes ir - agregó con la mayor indiferencia que pudo, Emma era una de aquellas chicas que sí su mejor amiga andaba con un chico y ese chico tenía un mejor amigo, ella quería andar con su mejor amigo. - Y tu amiguita la teta también. - Hizo un mohín en dirección hacia Renata como sí apenas la viera.

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