Capítulo 21: Coerción

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Recostado y viendo el pulcro techo de su habitación no dejaba de pensar que había nacido en la familia incorrecta, él no era lo que sus padres esperaban, él no era el prototipo que ambos deseaban, él no era lo bastante elocuente como su madre lo solicitaba, él distaba mucho de ser lo suficientemente diplomático como para el gusto de su padre. Él simplemente era un error. No odiaba vivir pero tampoco le agradaba ver que no daba la talla que sus progenitores le exigían, cada vez le parecía más cansado fingir y mas agotador día con día el tratar con personas hipócritas, porque así era el circulo en el que estaba inmerso, falso y apócrifo…

Para Ekaterina jamás sería suficiente, siempre instándolo a ser el mejor, siempre presionándolo sobre sus capacidades, el que sus padres le pagaran la mejor universidad de todo el país no era suficiente, él distaba mucho de ser lo que ellos querían, poco interés tenía en la política y la economía de la empresa de su familia, a él aquello no le gustaba. La gente lo hastiaba, lo hacía sentir asfixiado, y evitaba relacionarse de más, únicamente parlaba lo meramente necesario con las personas, aquello que se encontraba dentro de la fría cortesía y la hueca amabilidad. Pero de ello sus padres no entendían, y siempre lo reñían cada que se aislaba en las reuniones y eventos que gente como su familia debía presenciar, aquella era su carga: aguantar lo que detestaba y sonreír como si no hubiera nada mejor que vivir en la ostentosidad y fingimiento, supuso que su sangre era tanto su desgracia como fortuna...

Aunque le doliera reconocerlo su madre era la peor, no paraba de hacerlo leer cosas que lo aburrían, no dejaba de insinuarle que su medio hermano era mejor que él, todo el tiempo su madre lo instaba a competir con la sombra de su medio hermano, y Niko odiaba eso, Niko odiaba a Sebastián, aún cuando no lo conociera, detestaba su existencia, porque si hubiera sido chica o si no hubiera nacido nunca, sus padres serían distintos. Aquel bastardo había sido la cereza del pastel de la infidelidad de su padre, su madre le había dicho que Dominik había tenido una aventura como todo hombre y que, de no haber sido por Sebastián su padre hubiese vuelto a ser el mismo, y no aquella cáscara de lo que una vez fue, Ekaterina también había dicho que su padre la amaba, y que la perra de Rebecca había destruido su relación, su familia. Entonces comprendió el porqué del desdén de su padre con él. Sebastián era el culpable.

Pero lo que no entendía Nikolay, era el porqué no había sabido con anterioridad de la existencia de aquellas personas, de aquellos existencias tan réprobas en el mundo, no hacía poco más de un mes en que su madre se había sincerado con él, y le reveló un pasado que desconocía y de no ser por la mujer que le dio la vida, jamás se hubiera enterado del mismo. Por eso su madre decía que debía ser mejor, que debía ser el mejor, porque Sebastián podía arrebatarle todo, incluso a su padre, aun cuando s progenitor no le brindara todo el cariño que en ocasiones pasadas llegó a necesitar.

Lo último fue lo que le preocupó. Él quería tener una familia normal, una familia funcional y no la rota que poseía, después del relato de su madre, él comprendió que aquellas dos personas debían dejar de existir para Dominik, y ¿Qué mejor manera que siendo el mejor a ojos de su padre? Empero por más que se esforzaba no lograba encontrarle el chiste o sentido a la zalamería, él era una persona cuadrada y simple, le gustaba la química, la física y las matemáticas; ciencias exactas, ciencias simples y carentes de circunloquios, así también era su personalidad, una manera de ser directa y sin dobleces, pero para su desgracia lo que sus padres y él requerían, era de la diplomacia, de la elocuencia, y de virtudes que a él no se le habían concedido. 

Sin querer recordó una de las muchas veces en que se había peleado en el colegio, había salido muy lastimado, y su contrincante no tanto como le hubiese gustado, aquel hijo de puta era mayor que él, tanto en edad como en altura y musculatura, pero eso a su padre no le importó y recordó las palabras de Dominik con exactitud: Si un niño es capaz de mancillarte de tal manera, no eres mi hijo. En realidad ni siquiera recordaba con precisión el motivo de su disputa, pero fuera la que fuera, a ojos de su padre había sido una vergüenza que no supiese defenderse, después de aquello lo obligó a tomar clases de defensa personal junto a otras disciplinas, que le podían ayudar si se veía en una situación igual, aquello debía agradecerlo, pues aunque el motivo fuera uno muy diferente, su cuerpo cambió, y para bien, había dejado de ser un chico escuálido y que podía dar la impresión que pasaba hambre, a uno con el cuerpo delineado y fuerte.

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