Sebastián se levantó con el mejor ánimo que pudo tener después de una noche de insomnio. Se duchó y salió de su cuarto para ir a desayunar con su madre.
Aquella mujer le había dado mucho, le había dedicado prácticamente toda su vida, y desde que fue becado para poder estudiar en aquella preparatoria de ensueño ella no paraba de consentirle. Esa mujer era la mejor madre del mundo, cuando era pequeño Rebecca se dedicaba a leerle cuentos, a hacer la tarea con él, a llevarlo a parques y a mimarlo, aunque por supuesto no era diario ni cada rato; su madre trabajaba más de lo que debía para ganar menos de lo que merecía. No podía pedir más, claro que como todo adolescente tenía problemas con su madre, pero se resolvían en 2 días o menos.
Terminó de desayunar y se despidió ipso facto de su madre, no quería llegar tarde como el día anterior, tenía clase de Matemáticas y era un tremendo bruto en ello, así que tenía que esforzarse. Aquella preparatoria de ensueño tenía el nivel más alto y él debía adecuarse.
Abordó a un par de autobuses para llegar, buscó el edificio en el que le tocaba la clase y subió corriendo las escaleras al darse cuenta que su aula quedaba hasta el tercer piso. Miró su barato reloj y se dio cuenta que iba 3 minutos tarde, en esa escuela, según había escuchado los profesores eran muy puntuales, apuró el paso. Llegó con la respiración agitada y suspiró de alivio al darse cuenta que la profesora aún no había llegado, observó por un segundo a sus compañeros antes de decidirse a entrar. En ese momento la profesora llegó, Sebastián aún estaba en la puerta.
- ¿Eres Sebastián? - La profesora era linda y joven.
- Soy yo - sonrió.
- Adelante. - Le indicó la maestra - Soy la profesora Judith.
Se apresuró pero se dio cuenta que todos los asientos estaban ocupados. Así que como un tonto se quedó patidifuso.
- Silencio por favor - pidió amablemente Judith. - Hay un estudiante nuevo. Su nombre es Sebastián.
- Buenos días - saludó con torpeza Sebastián.
- Amm parece que no hay ningún asiento desocupado - observó la profesora - oh espera - rectificó - Dylan, ¿Los asientos a tu lado están desocupados?
Dylan, repitió mentalmente; allí estaba ese tarado que parecía un príncipe salido de un cuento pero con una actitud horrenda, aunque a ciencia cierta no lo había tratado, sin embargo intuía que era de aquellos engreídos que por el simple hecho de tener más centavos que otros se sentía superior.
<<Clases sociales.>> maldijo para sus adentros.
- Uno es para Clarissa - apuntó.
Como si hubiese sido invocada en ese momento llegó la chica.
- Miss Miss ¿Puedo pasar? Por favor - Clarissa puso su mejor cara de niñita buena.
- Seguro - Judith la dejó entrar.
Clarissa le agradeció y fue directo al lado de Dylan.
La profesora con un gesto le dijo a Sebastián que se sentase al lado de Clarissa. La chica le susurró algo a Dylan y cambiaron en automático de lugares. resopló y fue a sentarse con resignación al lado de aquel tipo. Las clases pasaron lentamente, y para Sebastián fue un completo martirio pues resultó que Dylan y él, compartían un par más de ellas. Para cuando salieron al receso fue a sentarse en las gradas del campo de fútbol y comió su sándwich. Hoy no le tocaba almuerzo gratis.
La clase de biología le agradó, la señora que la impartía era amable y buena expositora. Pero todo lo que te gusta acaba. Su siguiente clase era Literatura y entonces lo vio entrar: Dylan. ¿Cuántas clases compartían? Parecía alguna clase de broma cruel.
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NO OLVIDES [Gay/Yaoi]
Teen FictionDos personas con vidas completamente distintas, una se deja llevar por la corriente que siempre ha guiado su vida, la otra lucha por lo que quiere y se esfuerza. Dos mundos que chocan y se atraen, en las leyes de la física dice: Si dos objetos co...