Capítulo 18: Umbrales

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Sebastián estaba más que confundido por las últimas palabras que Dylan le había dirigido. 

<< Parece que sólo ebrio aceptas lo que sientes>> 

Y algo en él le confirmaba aquella sentencia. Sin embargo, otra la refutaba, el razonable Sebastián le negaba aquello, él no podía sentir algo por Dylan, simplemente ¡No!; no era que Dylan fuese feo, no, de hecho era atractivo, muy atractivo, y parecía, no, no parecía, era buena persona pero ambos eran hombres.

Estaba acostado en su cama, viendo el techo y sin poder dejar de pensar en aquello. ¿Por qué tenía que haberle pasado a él? Y ¿Por qué a su mente llegaban obscenas imágenes de Dylan y él haciendo cosas?  Frustrado se levantó y buscó algún libro que leer, tomó uno de biología, no obstante tuvo que leer y releer el mismo párrafo de la misma página, para que se le quedara algo, su mente estaba demasiado distraída como para absorber lo que sus ojos le enviaban...

No supo cómo fue ni por qué, quizá el detonante fuera alguna frase o algún vocablo en su lectura, pero a su mente llegaron un par de palabras, de la misma forma en que las personas antes de salir de casa sienten que olvidan algo, pero no saben qué es y la resolución llega cuando se encuentran a medio camino de su destino: demasiado tarde.

<<Me gustas>> 

Esas palabras fueron las preliminares, después todo llegó en un bombardeo de imágenes y palabras, atacaron su mente y rememoró lo que la noche del sábado había ocurrido. 

Dylan le había dicho aquellas palabras, y lo que era peor: él las había repetido. 

<< ¿Por qué? >>

Incluso ebrio debía haberse contenido, es decir; las personas ebrias no mienten tan sólo dicen verdades que en juicio mantienen ocultas, entonces ¿Por qué él lo había hecho? Algo en su interior le respondió con un simple: no lo hiciste. Sin poder evitarlo a su cabeza volvieron las palabras que el chico con ojos verdes le había dirigido.

<< Parece que sólo ebrio aceptas lo que sientes>>

No podía ser, no estaba bien, no era lo correcto. Simple y de manera llama, aquello no era lógico. 

– ¡Sebastián! Ven a cenar – su madre lo llamó.

Acudió a la mesa, su mamá le había preparado un sándwich, él gustoso se sentó y esperó de forma paciente a que su madre se sentara junto a su persona, mientras tanto su mente no dejaba de revolotear en lo mal que estuvieron sus acciones pasadas, en lo que le había dicho a Dylan... Su cuerpo y acciones vivían el presente, su mente el pasado.

– Tian – su madre le habló con suavidad, interrumpiendo así sus cavilaciones – sé que tal vez no recuerdes a tu padre, pero te prometo que volveremos a ser una familia. 

Al principio no comprendió porque su madre decía aquello, hasta que recordó que él había sido quien mencionó “casualmente” a su progenitor con anterioridad.

A Sebastián poco le interesaba formar una familia con el hombre que los había abandonado, el hecho de mencionar a aquel bastardo hacía que lo demás desapareciera y, en su interior comenzara agolparse la furia.

– Somos una familia ya – refutó con delicadeza. 

Aquellas fueron todas las palabras que intercambiaron, comieron en silencio. Y después de hacerlo, a él le correspondió lavar los trastes sucios, concluida aquella tarea se dirigió a su habitación, y se aseó para después dormir.

Era la centésima vez que giraba su cuerpo en busca de una posición mejor, el sueño lo rehuía, Morfeo volvía a despreciarlo, ¿Qué era lo que evitaba que durmiese como debía? Rememoró la vez en que su mamá y él visitaron a un médico, el hombre había dicho que se debía al estrés, y le había recetado ciertos medicamentos para disminuirlo; no obstante seguía sin poder dormir como debía. 

NO OLVIDES [Gay/Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora