– ¿Por dónde empiezo? –Preguntó en un susurro Dylan, sin embargo Seb no respondió, la pregunta no era para él. Pero el muchacho de ojos verdes no continuó, y el moreno supuso que le era difícil narrar algo como ello.
– ¿Por qué no mejor me cuentas como era ella? –Sugirió para ayudarlo.
– Tienes razón –aceptó y comenzó. – Ella era hermosa –sonrió, aunque su sonrisa tenía un deje de tristeza. – Muy amable y sonreía mucho, siempre tenía una sonrisa en sus labios, y cada vez que lo hacía dos hoyuelos nacían en sus mejillas, tenía ojos azules y pequeños; cabello rubio y largo –Seb entendió entonces, por la descripción, de donde había sacado su atractivo Dylan– lo que más recuerdo era su voz, era tan amena, tan dulce. Siempre llamándome, la combinación de su voz y su sonrisa, hacía que me sintiera seguro, la quiero, la quiero mucho; no importa donde esté, la seguiré queriendo. –Confesó con la voz rota.
Y Sebastián lo creyó por sus palabras, Dylan había empleado el verbo querer en presente, cuando las personas solían usarlo en pasado. Él mismo no entendía aquello, el por qué solían decir "querían" en lugar de "quiero", ¿Qué importaba el que la persona no estuviese presente? Daba igual si se encontraba al otro lado del mundo, cuando realmente quieres a alguien, lo sigues haciendo incluso cuando la persona no está a tu lado.
>>Nunca olvidaré el día en que fuimos a la pista de hielo –sonrió feliz, incluso en la oscuridad Seb pudo intuirlo. <<
– ¿Cómo fue? –Interrumpió entusiasmado, la manera en que Dylan hablaba de su madre expresaba devoción– lo siento –se disculpó, pues sin querer había quebrado el hilo de la narración.
Dylan río, pero luego continuó.
– Aquella tarde mi papá no pudo ir, de hecho ni siquiera se encontraba en casa –comenzó– incluso en vacaciones de fin de año tenía que trabajar, no hay peor esposa que la política, es muy celosa. En fin –suspiró– mi madre y yo fuimos solos, llevábamos incluso nuestros propios patines, hicimos cola y eso no me gustó nada, yo estaba impaciente y quería entrar a la voz de ya, pero ella se limitaba a decirme que debíamos esperar como todos, que todos querían entrar y que no sería justo que entráramos antes sin esperar, y cuando finalmente accedimos a la pista, no me agradó mucho, pues todo estaba resbaloso, no podía mantener el equilibrio, en más de una ocasión estuve a punto de caer y no llevaba más de cinco segundos dentro. Entonces mi madre tomó mi mano, y comenzó a ayudarme, suavemente me iba arrastrando por el perímetro, yo no hacía nada más que dejarme guiar, me daba miedo mover mis piernas; estuvo jalándome por minutos, hasta que por la torpeza propia de un niño: caí, y ella conmigo. Creí que me regañaría por mi desliz, pero en lugar de eso, rió. Y sonriendo dijo <<ya ves Dylan, no duele mucho cariño, ahora no tengas miedo>> sus palabras me infundieron valor y seguridad, poco a poco fui cogiéndole la maña, hasta que pude andar solo. No patinaba como profesional pero al menos mi madre había dejado de tirar de mí. Aquella tarde fue una de las mejores de mi vida. –Dylan calló por segundos, para luego iniciar de nuevo, aunque su tono se había vuelto sombrío– mi madre sí murió por cáncer –retomó cambiando de forma radical el suceso que narraría– pero lo cierto es que en su familia no habían antecedentes clínicos sobre ello, así que la parte hereditaria fue descartada en cuanto comencé a investigar.
Ella solía trabajar en un laboratorio, era química. Trabajaba con sustancias peligrosas, pero ella en absoluto se relacionaba con ellas, no tenía contacto con ellas; si ella decía que mezclaran agua con potasio eran otros quienes ejecutaban la orden, era la mandamás de aquel lugar, y fue la única que contrajo cáncer. –Dijo con pesar.
>>Es claro que esto no lo descubrí de buenas a primeras –dilucidó– pero cuando tuve la edad suficiente para comprender aquello, comencé a investigar, pues había recordado que cuando mi madre cayó enferma, en lugar de devolvernos sus cosas, en su trabajo desecharon todas sus pertenecías, como si estuviesen contaminadas y aquello me resultó extraño, poco tiempo después por mera curiosidad, pues mi padre no me permitía entrar a aquella habitación, rompiendo las reglas me adentré en el despacho de Benjamín.
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NO OLVIDES [Gay/Yaoi]
Teen FictionDos personas con vidas completamente distintas, una se deja llevar por la corriente que siempre ha guiado su vida, la otra lucha por lo que quiere y se esfuerza. Dos mundos que chocan y se atraen, en las leyes de la física dice: Si dos objetos co...